Buenos Aires. La inflación de Argentina fue de 12.4 por ciento en agosto, impulsada por una fuerte devaluación del peso, y alcanzó 124.4 por ciento anual en medio de una prolongada crisis financiera que golpea a la población un mes antes de las elecciones presidenciales.

El alza de precios de agosto fue el mayor desde 1991, cuando el país dejaba atrás un proceso de hiperinflación, un nivel que lleva a los argentinos a una estresante lucha cotidiana recorriendo comercios en busca del mejor precio de bienes básicos como alimentos para defender su menguante poder de compra.

La inflación mensual no había sido tan alta desde febrero de 1991 (27 por ciento), cuando adoptó un proceso de convertibilidad fija del peso con el dólar.

La última vez que el índice de precios al consumidor (IPC) mensual llegó a los dos dígitos fue en abril de 2002 (10.4 por ciento), después de que el país abandonó ese modelo de paridad fija de uno a uno.

El rubro que más subió fue alimentos y bebidas no alcohólicas, con 15.6 por ciento; la carne, fundamental en la dieta del argentino, experimentó alzas de más de 30 por ciento; salud reportó un alza de 15.3 por ciento; equipamiento y mantenimiento del hogar, 14.1 y transporte 10.5 por ciento.

Los consumidores no solo hacen malabares para llegar a fin de mes, sino también los dueños de comercios, que deben pagar valores más altos por la mercadería y no saben si podrán reponerla tras vender, además de sufrir la escasez de productos ante la incertidumbre por la acelerada inflación.

Analistas consultados por el banco central argentino (BCRA) calculan que la inflación para el cierre de 2023 será de 169.3 por ciento.

Argentina, la tercera mayor economía latinoamericana (después de Brasil y México), padece una de las inflaciones más altas del mundo, depreciación crónica del peso doméstico, escasez de divisas en el banco central y un déficit fiscal difícil de recortar, mientras negocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un crédito por 44 mil millones de dólares, en un país donde cuatro de cada 10 habitantes vive en la pobreza.

Sergio Massa, ministro de Economía y candidato presidencial del oficialismo, dijo que “agosto ha sido uno de los peores meses en el proceso económico de los últimos 30 años, producto de una imposición del Fondo Monetario Internacional”. Se refiere a la devaluación de 21 por ciento del 14 de agosto, acordada con el FMI para destrabar desembolsos del programa crediticio.

A la devaluación siguió un aluvión de remarcaciones de precios, a pocas semanas de las elecciones presidenciales (22 de octubre) en la que los candidatos opositores prometen aplicar un fuerte ajuste fiscal para estabilizar la economía.

Argentina ya tuvo dos episodios de hiperinflación en 1989, de 3 mil 79 por ciento anual, y 1990, de 2 mil 314 por ciento. El país adoptó entonces el modelo de “convertibilidad”, apoyado en privatizaciones, desregulaciones y una apertura total de la economía.