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“En México hay gente muy perceptiva, pero hacen falta teatros para la ópera”

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A unos días de cumplir 63 años, Ramón Vargas se siente muy bien, lo que atribuye a su actitud positiva ante la vida. Foto cortesía del artista
07 de septiembre de 2023 08:47

Uno de los grandes escollos para que la ópera mexicana dé el salto a los primeros planos internacionales es la falta de formación de los cantantes, sobre todo al no contar con escenarios suficientes para hacerlo, afirmó el tenor Ramón Vargas, quien alista la gala del domingo en el Palacio de Bellas Artes con el fin de celebrar sus 40 años de trayectoria.

México es un gran productor de voces, pero hay una confusión: una cosa es tener buena voz y otra ser buen cantante. Son dos cosas diferentes, no hay que confundir el instrumento con el instrumentista. Tenemos aquí voces superdotadas, en términos de interpretación, color, potencia y armonía, pero eso no te hace cantante. El cantante se forma, sobre todo cuando se trata de este nivel, explicó.

Si fueran cantantes de música pop, estarían dotadísimos. Pero el que quiere cantar ópera necesita formarse y dicha formación requiere mucho tiempo; es como hacer un buen vino: no sólo hay que tener buenas uvas, sino que hay que saber hacerlo. Y ahí es donde nos falta.

El cantante mexicano, una de las figuras más importantes en el firmamento operístico internacional, recibió a La Jornada para sostener una larga conversación sobre su trayectoria, el momento en el que se encuentra su carrera y su parecer sobre la situación de la ópera mexicana.

Al respecto de este último punto, encomió el trabajo que realiza el Estudio de Ópera de Bellas Artes, instancia que él fundó cuando estuvo al frente de la Compañía Nacional de Ópera, entre 2013 y 2015, así como la Sociedad Internacional de Valores de Arte Mexicano (Sivam), en cuanto a la formación y preparación de los jóvenes intérpretes.

Consideró que son iniciativas muy importantes, porque, como dicen los italianos: a cantar se aprende comiendo polvo del escenario; es decir, cantando en un teatro. Y esa es, en su opinión, una de las grandes limitantes de la ópera en México.

No tenemos tantos escenarios en México. Necesitamos más teatros para la ópera. En la Ciudad de México tenemos sólo uno, cuando es una urbe de 12 o 15 millones de personas, lo que es insuficiente.

Ramón Vargas apuntó que también se requieren recursos económicos y buena voluntad, aunque aceptó que el nuestro es un país complicado. Lo que sí tenemos es que la gente es muy perceptiva, muy sensible; somos un pueblo al que le siguen gustando el canto y las voces.

Tras adelantar que el año entrante protagonizará una ópera de Verdi en el Palacio de Bellas Artes, aunque se reservó el título, el tenor comentó que a cuatro décadas de su debut profesional y a unos días de cumplir 63 años de edad (el 11 de septiembre), se siente muy bien en todos los aspectos de su vida, lo que atribuyó al cuidado de sí mismo y la genética, pero también a la actitud.

Aplomo y calidad interpretativa

Ramón Vargas aclaró que, en términos artísticos, a estas alturas su voz ha cambiado, lo cual no quiere decir que haya empeorado ni nada por el estilo, matizó, sino que es diferente y ha tenido que dejar atrás ciertos repertorios, pero, en contrapartida, ha ganado en aplomo y calidad interpretativa.

En ese aspecto me he seguido enriqueciendo. Si bien hay algunas obras que ya no canto más porque me quedan incómodas o muy agudas, hay otras que las interpreto mejor. Alguna vez mi maestro Leo Müller, de la Ópera Estatal de Viena, cuando yo era joven me dijo que tenía que aprender a cantar mejor para no depender de la juventud, porque pasa muy rápido, y tenía razón. ¿A cuántos artistas se les acaba la voz cuando se les pasa la juventud? Decía el gran tenor Mario del Mónaco que al cantante se le juzga en el tiempo, porque de jóvenes casi todos son buenos.

Entre los autores dejados atrás por el intérprete, porque su voz perdió la agilidad que tenía, se encuentran Rossini y en general todos aquellos del bel canto, vertiente en la que, a su decir, muchos han opinado que debió haberse mantenido porque en ella era insuperable.

Sinceramente, no pude haberme quedado sólo cantando 10 o 12 obras y me hubiera perdido de interpretar las otras que he podido hacer. No es interpretar por interpretar, sino porque las obras me enseñan. He interpretado muchas más, algunas mejor que otras, pero lo he disfrutado muchísimo y he aprendido. Alguna vez leí que un gran marinero nunca se ha vuelto tal en aguas calmadas. Uno debe entrarle al toro cuando sale.

De acuerdo con Ramón Vargas, el secreto para mantener su vigor y la potencia de su voz después de tantos años de carrera ha sido reconocer sus límites y respetarlos.

Si yo fuera un auto, sería un Bentley, no un Ferrari. Este último tiene fuerza y potencia; el Bentley también es potente, pero menos impetuoso. Entonces, he sabido reconocer que así soy y no busco obras donde se necesite un Ferrari, porque no lo soy; mejor canto lo que sí me puede quedar bien, y ese ha sido mi secreto para conservarme.

Asume que uno de sus principales atributos es la actitud. Creo que mantenerme positivo es básico. Estar bien conmigo mismo, amar y respetar lo que hago; son valores muy importantes. Mi carrera me ha dado mucho y estoy muy satisfecho, no estoy buscando más ni pensando en que ojalá pudiera hacer más cosas. Estoy bien, me siento cómodo y disfruto el encuentro conmigo mismo en el escenario.

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