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“El gobierno de Boric parece borrar la causa exógena del golpe a Allende”

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Joan Garcés, en imagen de archivo, dirigió en 1998 desde Europa el proceso judicial contra Augusto Pinochet por crímenes de lesa humanidad, genocidio, terrorismo y tortura. Foto ‘La Jornada’
01 de septiembre de 2023 08:19

Madrid. Joan Garcés, uno de los asesores políticos más cercanos a Salvador Allende, presidente de Chile entre 1970 y 1973, describe al derrocado mandatario como un militante latinoamericanista, con visión mundial constructiva, sin las entonces denominadas fronteras ideológicas.

En entrevista con La Jornada, Garcés (Liria, Valencia, 1944) se mostró crítico de la postura del Ejecutivo de Gabriel Boric respecto de la experiencia de la Unidad Popular y las razones del golpe de Estado: El gobierno actual, como los anteriores desde 1973, silencia 50 años después la causa principal, exógena, de la desestabilización interna del sistema sociopolítico y económico entre 1970 y 1973.

Garcés, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de La Sorbona, es también autor de libros como Orlando Letelier. Testimonio y vindicaciónSoberanos e intervenidosEstrategias globales, americanos y españoles, así como Allende y la experiencia chilena, entre otros.

Entre sus hitos personales más importantes figura haber dirigido en 1998 desde Europa el proceso judicial contra Augusto Pinochet por crímenes de lesa humanidad, genocidio, terrorismo y tortura, en colaboración con otras víctimas de la dictadura chilena como el so-ciólogo Marcos Roitman Rosenmann. Un proceso que provocó la detención del general golpista en Londres y el repudio de la comunidad internacional por el régimen de terror que instauró.

–A 50 años del golpe militar en Chile, ¿qué recuerdos tiene de aquellos días junto a Salvador Allende?

–Se vivía el resultado acumulado de la decisión tomada en secreto por el presidente Nixon el día que inició su presidencia Salvador Allende, el 5 de noviembre de 1970: Nos opondremos a Allende todo cuanto podamos y haremos todo lo posible para impedir que se consolide en el poder, teniendo cuidado de presentar esos esfuerzos en un estilo que parezca que reaccionamos a sus movimientos.

“En los muros de Santiago se leían amenazas como ‘Yakarta se acerca’; es decir, el plan de exterminio contra los partidarios del presidente Sukarno puesto en práctica en Indonesia desde 1965. Tres altos oficiales felones se adelantaron, y precisamente ese día 11, dirigieron sus armas a matar al presidente Allende y exterminar a sus partidarios. Adaptaron el ‘método Yakarta’ a las circunstancias de Chile.

–¿Qué lecciones cabría sacar de la actuación de la comunidad internacional y el golpe militar a Allende?, tomando en cuenta el contexto de la guerra fría y de la hegemonía be-ligerante en la región por parte de Estados Unidos.

–La política del buen vecino de la administración de Franklin Roosevelt fue remplazada desde 1945 por la proyección sobre nuestros pueblos de la guerra hegemónica con la Unión Soviética, con la consiguiente prolongación del régimen antirrepublicano impuesto a sangre y fuego a los españoles en 1939, el derrocamiento de gobiernos democráticos y la provocación de diversas formas de violencia en Colombia y Venezuela (1948), Guatemala (1954), República Dominicana (1963) y Brasil (1984).

–En el histórico discurso ante la Organización de Naciones Unidas, el 4 de diciembre de 1972, el mandatario Allende insistió en la urgencia de la solidaridad entre los pueblos hermanos de América Latina.

–Sí, y antes viajó a México en muestra de respaldo a las propuestas del gobierno de ese país en las Naciones Unidas sobre el derecho de los pueblos a disponer de sus recursos naturales. Allende era un militante latinoamericanista con visión mundial constructiva, sin las entonces denominadas fronteras ideológicas.

–Allende también fue amigo del general Lázaro Cárdenas, y citaba en sus discursos a personajes históricos como Benito Juárez.

“La historia y cultura contemporánea de nuestros pueblos es sustancialmente común. Las iniciativas del presidente Cárdenas en políticas interior y exterior influyeron mucho a toda la generación de Allende.

“En agosto de 1973 le escuché lamentarse de no haber podido asistir al entierro de Lázaro Cárdenas, sobrevenida en los días de octubre de 1970 en que se estaba desarrollando en Chile el golpe de Estado ordenado por Nixon, el anterior 15 de septiembre, el que fracasó por la oposición del comandante en jefe del Ejército constitucionalista, el general René Schneider, al precio de su vida, fue el primer asesinado.

–¿Considera que Chile tiene todavía que hacer una importante revisión de su propia historia para saber realmente lo que pasó o cómo todo eso afectó a su presente más actual?

–Es difícil. Desde el amotinamiento castrense, toda la información publicada ha estado en manos de los medios que fueron clandestinamente financiados para desestabilizar el país (El Mercurio, el que más), deslegitimar a la oficialidad constitucionalista de las fuerzas armadas, apoyar el exterminio durante la dictadura y el legado de ésta hasta hoy. Desde 1973 siguen confiscados el patrimonio, los inmuebles en Santiago, Concepción y Viña del Mar, las rotativas del diario más vendido en Chile, El Clarín, incumpliendo el laudo del Tribunal Internacional de Arbitraje del CIADI, que en 2020 confirmó que el Estado de Chile tiene la obligación de indemnizar a sus propietarios españoles, lo que les permitirá ampliar el pluralismo informativo.

–¿Qué opina de la forma en la que el gobierno actual de Chile, de Gabriel Boric, está rememorando aquellos años?

–Daría la impresión, hasta ahora, de que tiene decidido pasar por alto la naturaleza decisiva, sofisticada y multidimensional, de la intervención de la administración Nixon y de algunos de sus países aliados en América, Europa y el Pacífico, dirigida a provocar el colapso del Estado democrático de Chile, exterminar al movimiento popular organizado y recuperar el control de sus recursos económicos y humanos.

“El gobierno actual, como los anteriores desde 1973, silencia 50 años después la causa principal, exógena, de la desestabilización interna del sistema sociopolítico y económico entre 1970 y 1973, de la subsiguiente larga cadena de masivos y sistemáticos ‘crímenes en busca de autor’, parafraseando el título de la obra de teatro de Pirandello. Aún hoy, el Estado chileno mantiene bajo secreto la identidad de los funcionarios que con sus manos asesinaron, hicieron desaparecer y torturaron a las decenas de miles de víctimas que enumeran los informes Rettig y Valech. Lo muy poco que se conoce es gracias al esfuerzo y trabajo de las propias víctimas ante los tribunales de justicia.”

–¿Qué elementos cree que se tendrían que recordar en este aniversario de cara al futuro, no sólo de Chile sino de toda América Latina, donde el gobierno de Allende sigue siendo un referente?

–La larga marcha de los pueblos de nuestra cultura común hacia la libre determinación y soberanía geoeconómica, en particular, para poner algunas fechas, desde la Revolución Mexicana de 1910, la rebelión universitaria de Córdoba de 1918, la séptima Conferencia panamericana que en Montevideo opuso en 1933 a la doctrina Monroe el principio de no intervención, la resistencia en 1936 al fascismo de los republicanos españoles, y los sucesivos, continuados, hitos de los que el pueblo de Chile ha sido y es parte activa, combatiente, a pesar de la demostrada crueldad de las derechas chilenas.

–¿Cree que al menos la batalla de la historia la perdió Pinochet, al ser identificado en todo el mundo como un tirano y un dictador despiadado?

–Las cinco horas de combate del presidente de Chile contra infantería, artillería y aviones disparando contra el Palacio de La Moneda, con la flota de Estados Unidos en la costa de Chile, fue la última batalla política de Allende. La ganó, al precio de su vida.

 

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