Un sueño inmersivo en la pieza Puente en el bosque (1956) condujo al rencuentro de la cineasta Susana Alvarado Perea con su padre, el maestro grabador Carlos Alvarado Lang, quien murió en 1961, cuando ella tenía casi dos años. Tras esa ilusión, y ante esta ausencia en su vida, emprendió investigaciones y proyectos con un propósito claro: El rescate histórico de la memoria e identidad
del artista, quien será homenajeado mañana.
A pesar de que la obra y trabajo de mi papá son conocidos y celebrados en los círculos profesionales del arte, incluso en el extranjero, su fallecimiento, a los 56 años, dejó importantes huecos, uno de ellos, en el consciente social, al no ser reconocido como otros grandes artistas de la talla de Diego Rivera, y otro, pero más íntimo, que fue en mi persona como figura a seguir
, cuenta la realizadora a La Jornada.
Originario de La Piedad de Cabadas, Michoacán, Alvarado Lang entró en 1914, con tan sólo 10 años, a la Escuela Nacional Preparatoria como ayudante del profesor de dibujo; luego, en 1920, ingresó ya como alumno. Ahí volcó del variopinto de la pintura al claroscuro del grabado; además, superó a varios de sus profesores, como Emiliano Valadez, y descifró la ejecución de técnicas que eran un dogma en la educación en esos días.
Siete joyas
Parte del resultado de los trabajos de la cineasta se mostrará en un homenaje mañana a las 19 horas en el Salón de la Plástica Mexicana; incluirá la proyección del tráiler de Cruzando el puente, un conversatorio con el historiador Eduardo Espinosa Campos, junto con los grabadores Sergio Sánchez Santamaría y Francisco Daniel Quintanar, sobre la trayectoria de quien fue, entre otros aspectos, director de la Academia de San Carlos (1942-1944 y 1945-1949) y de La Esmeralda (1955), dos de las escuelas de arte más importantes del país.
Además de objetos personales y fotografías, se expondrá la carpeta Carlos Alvarado Lang, siete joyas de su grabado, compilación de las piezas Embestida (1950), Casucha (1952), Campesino muerto (1954), Magueyes y nopales (1955), Cosecha de aguamiel (1955) y Paisaje nocturno 1 y 2 (1958), todas impresas por el pintor español Francisco Moreno Capdevila (1906-1995).
Este archivo de impresos se exhibió en 1991 por el 30 aniversario luctuoso en el Museo de la Estampa, por lo que fue la última exposición oficial que se realizó sobre el grabador.
Sus trabajos, señala Alvarado, son el inicio de un nuevo camino para que la identidad de mi padre y su legado artístico sean reconocidos como en los años 50 y 60, como el más fino grabador mexicano
.
Por eso, la menor de los siete hijos del matrimonio entre Alvarado Lang y la restauradora María Teresa Perea y Río de la Loza justifica que su labor es un rescate para que la obra pertenezca al dominio público y sea una figura de referencia, principalmente en la técnica, para las nuevas generaciones de artistas
.
En el homenaje se mostrará Puente en el bosque, grabado con el que la cineasta se rencontró en 2016 con su papá a través de un sueño.
“A los 56 años tuve este sueño. En ese pasaje onírico lo busco. Camino desorientada entre la maleza plasmada en el cuadro y un colibrí aparece. De alguna manera tengo una conexión con él y lo sigo. Cruzo el puente del grabado de mi padre y detrás de un árbol estaba él. Entonces le pregunto: ‘¿Por qué te fuiste?’, y él me responde: ‘Siempre he estado aquí, jugando a las escondidillas contigo. Al fin me encontraste’”, reconstruye la entrevistada.
Como parte de la búsqueda de la identidad de su padre, cuenta que el sueño, de manera orgánica, dio un brinco a la realidad
, con la elaboración de un documental sobre su vida y la relación que sostiene, incluso en el presente, con el maestro grabador, padre y humanista.
En el tributo también se presentará el cartel del filme, elaborado por el grabador Emmanuel Tanús.