Ciudad de México. Elena Garro (1916-1998) fue una escritora muy audaz, con gran voluntad y visión artística, considera el ensayista y editor Geney Beltrán Félix. Hoy se cumple un cuarto de siglo del fallecimiento de la autora, que asumió su vocación literaria de manera integral, porque ejerció todos los géneros, aunque la conocemos más como dramaturga y novelista
, principalmente por Los recuerdos del porvenir.
Con motivo del aniversario luctuoso, Beltrán Félix apunta en entrevista: Es sano que ya pasaron las peores tormentas; las nuevas generaciones de lectores no recibieron interpretaciones sesgadas sobre lo que ocurrió en 1968 o el matrimonio con Paz. Podemos hacer justicia leyéndola como una gran escritora; es muy gratificante. Ahí demuestra Garro que venció cualquier obstáculo y entregó verdaderos tesoros a la cultura mexicana
.
Al funeral de Elena Garro, en Cuernavaca, Morelos, apenas asistieron familiares cercanos y algunos funcionarios, entre ellos Rafael Tovar y de Teresa, entonces director del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, quien pronunció: México ha perdido a la escritora contemporánea más importante del siglo XX
. Ahora, 25 años después sobresale la figura literaria.
Garro, quien nació en Puebla en 1916, es mejor conocida como novelista y dramaturga, pero también fue periodista, poeta y guionista. Sus estudios en letras hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México quedaron inconclusos después de su matrimonio con Octavio Paz, con quien tuvo una hija y de quien se divorció en 1959. Aunque participó en la disciplina teatral, su debut novelístico fue con Los recuerdos del porvenir, en 1963. Falleció a los 81 años, en la sombra y la pobreza, el 22 de agosto de 1998, en Cuernavaca, donde vivía acompañada de su hija Helena y 14 gatos.
Venció inercias patriarcales
Geney Beltrán, quien hizo el prólogo de la edición de Cuentos completos, apunta que hay una escisión entre la escritora y la persona pública
. Agrega que el otro aspecto es la dificultad para que una escritora se abriera paso y fuera considerada una figura literaria en el momento en que ella abraza su vocación; es algo que tiene que ver con la estructura de la sociedad mexicana, algo de las inercias patriarcales que se vivían en el medio cultural
.
La propia autora declaró: Se me cayó encima el 68 y aquí sigo. Otra se suicida, ¿eh?
, recordando el tiempo cercano al movimiento estudiantil que culminó en la masacre de Tlatelolco. Figura cercana a las causas sociales y activismo político, fue acusada de colaborar con el gobierno de Estados Unidos. Las críticas llovieron, así como amenazas de muerte.
Hubo una visión muy negativa de ella como intelectual y personaje público a partir de los acontecimientos del 2 de octubre de 1968, que provocó una percepción muy reprobatoria de Garro, algo que tuvo que ver en su decisión de dejar México en 1972 y vivir 21 años fuera del país, en Estados Unidos, España y Francia, hasta que regresó en 1993 y se estableció en Cuernavaca.
En el largo periodo que pasó fuera del país siguió escribiendo, obras que han comenzado a adquirir foro nuevamente. “Nos muestra que fue una escritora que no cejó, sino que asumió su condición de escritora de manera plena, incluso después de su exilio y de las dificultades para publicar, porque a menudo la rechazaban las editoriales; ella seguía trabajando sus originales y produciendo nuevas obras.
La voluntad de hierro que tuvo Garro para persistir en su vocación también le insufló un espíritu autocrítico, una conciencia muy prístina de lo que significa el oficio de la literatura en tanto maestría técnica. Esta revaloración de la última etapa de publicaciones de Garro en los años 80 y 90 nos da la imagen de una autora con gran conciencia del artificio narrativo.
Estas obras han adquirido nueva atención, como la publicación de las obras completas, entre ellas de sus cuentos, novelas cortas y teatro, además de rediciones de títulos fundamentales, como Memorias de España 1937 y Testimonios sobre Mariana.
Un ejemplo es la reciente publicación de Revolucionarios mexicanos (De Bolsillo). En el prólogo, la crítica literaria Patricia Zama apunta que los cuentos y novelas posteriores a Los recuerdos del porvenir reafirman la postura de rescatar del olvido a quienes son silenciados, a los humillados y ofendidos. Los héroes de sus relatos son los relegados de la historia oficial.
Defensora de campesinos, indígenas y marginados, Garro estuvo empeñada en mostrar los rostros de la desesperación, la angustia, el terror y la miseria de los verdaderos protagonistas de las contiendas sociales
.
Beltrán Félix señala que lo que ha cambiado desde la muerte de la autora es que se pudo rescatar buena parte de su obra que ya no se conseguía en las librerías de viejo y nos da una visión más amplia como narradora de ficción.
Nos muestra la sabiduría técnica, la transformación de su estilo, que apunta a una velocidad narrativa, mayor dominio de la fabulación; en un primer momento no tuvo una recepción crítica muy entusiasta porque se le comparaba desventajosamente con la prosa y el tema de Los recuerdos del porvenir.
Elena Garro es una gran escritora, no necesita que la compadezcamos o la reivindiquemos como víctima o mártir, porque ella se bastó para vencer todas las resistencias que tuvo, más allá de los sabotajes que ella también se habría infligido, que es la parte contradictoria o autodestructiva que a menudo tienen los grandes genios artísticos.