Las estadísticas, descripción minuciosa del futbol a través de los números, calculan hasta el más mínimo detalle el rendimiento de los deportistas y los equipos. En el caso de Lionel Messi se actualizan más de una vez al final de cada torneo. Aunque se trata de un rastro frío e impersonal, las cifras pretenden contar la historia que sucede en un tiempo determinado. En la memoria de los aficionados del Inter de Miami, el argentino no sólo fue ayer el gran jugador que los llevó a ganar su primer campeonato en la Leagues Cup, sino además el genio que alcanzó el récord de más trofeos conquistados (44) por encima del brasileño Dani Alves, su ex compañero en el Barcelona.
La importancia de los datos suele salir a la luz cuando alguien los supera. Esa es otra de las virtudes de la carrera de Messi. Porque, más allá de la huella documental, el campeón del mundo en Qatar 2022 consigue la posteridad que otros buscan y no pueden lejos de su país. Ante el Nashville SC, 29 días después de su presentación en el sur de Florida, no escatimó en que los honores de una multitud fueran redondos a pesar de una dramática tanda de penales (10-9, luego del 1-1 en tiempo regular) que definió el portero Drake Callender.
Como el partido era un valor añadido, La Pulga hizo de eso algo memorable: a los 23 minutos, pasando casi desapercibido, hizo un recorte sobre la media luna y mandó la pelota al ángulo del portero Elliot Panicco. Luego, con el empate del haitiano Fafá Picault en un tiro de esquina (57) y un dominio casi absoluto de los locales en el segun-do tiempo, marcó el camino desde los 11 pasos siendo testigo de dos atajadas salvadoras de Callender, un héroe inesperado.
De tener el peor registro en la MLS, con 14 derrotas y el último lugar asegurado en la Conferencia Este, el Inter consiguió que todo cambiara de sitio con la llegada de su nuevo capitán. Sereno, orgulloso, fue como si Messi les dijera a sus detractores que nadie puede quitarle el gusto de hacer más grande su leyenda. Ni siquiera des-pués de haber alzado la Copa del Mundo, su última cuenta pendiente.
En la secuencia de imágenes que quedan de anoche en el estadio Geodis Park, se puede ver al 10 abrazarse con Sergio Busquets, Jordi Alba y el técnico Gerardo Martino, los cómplices que alguna vez tuvo también en el Barca. Frente a un futbol aún en desarrollo, Miami se acostumbró a jugar cada tarde con las gradas abarrotadas y coloreadas de rosa. No existe ningún otro antecedente de algo parecido desde el Cosmos de Pelé en los años 70.
La felicidad en miles de rostros
Todos en Florida querían ver a ese jugador distinto, capaz de multiplicar el valor de una camiseta y pro-vocar la felicidad de decenas de niños que quieren ser como él. Fue-ron en total 10 goles y cuatro asistencias, el mejor récord para un futbolista en la historia de la Leagues Cup. Pero, además de los números, el argentino transformó la manera de competir de sus compañeros.
Luego de dos coronaciones de clubes mexicanos (Cruz Azul y León), por primera vez una organización estadunidense entró al grupo de los campeones sin conocer la derrota. Mucho tuvo que ver en ello la presencia del rosarino. A medida que su imagen se volvió más global, los principales diarios en el país del norte ilustraron a sus lectores sobre la iconografía que adornaba al rey de Miami. Al menos en el duelo de ayer las localidades en reventa oscilaron entre los 470 y 2 mil 900 dólares (49 mil 468 pesos), una fortuna si se compara con el valor prome-dio en recintos de la Liga Mx. Y, a pesar de ello, se agotaron.
La dinámica del futbol actual obliga a que los fichajes requieran tiempo para adaptarse. Messi no lo necesita. Si hay un hilo conductor entre su llegada al Inter y su salida del París Saint-Gemain es su decisión de quitarse presiones agotadoras de encima y disfrutar lo más posible hasta la hora del retiro. Nadie sabe si puede llegar al Mundial de 2026, pero él sigue siendo parte de imágenes irrepetibles.
Sin pase a Concachampions
El Monterrey, equipo con la segunda nómina más alta del futbol mexicano (87.1 millones de dólares), cayó con estrépito 3-0 ante el Philadelphia Union y dejó escapar el último boleto en juego a la siguiente edición de la Concacaf Liga de Campeones, que da acceso al Mundial de Clubes de la FIFA.
Sin el español Sergio Canales –su fichaje estrella esta temporada– ni Rogelio Funes Mori, ambos en el banco de suplentes por decisión técnica de Fernando Ortiz, los Rayados cerraron un mes de competencia en Estados Unidos con una decepcionante imagen para sus seguidores en el estadio Subaru.
Apenas a los 27 segundos del partido, el Union anotó el gol más rápido del torneo cuando el venezolano Jesús Bueno empujó una pelota que el húngaro Dániel Gazdag acababa de estrellar en el poste. Superiores en ambición y cantidad de llegadas al arco, los locales golpearon de nuevo justo antes del descanso en un contragolpe organizado por el joven Jack McGlynn, quien envió un servicio de oro con el que el danés Mikael Uhre definió por debajo de las piernas del arquero Luis Cárdenas.
El veterano mediocampista Alejandro Bedoya, de padres colombianos, culminó la paliza en el complejo ubicado en Chester al adelantarse a la defensa de los Rayados y rematar a la red un mal despeje de Cárdenas.