El artista chileno Carlos Arias (Santiago, 1964) vivió en carne propia el golpe militar de 1973. A raíz de la dictadura que siguió, su familia se exilió en México, donde el joven Carlos residió, en una primera etapa, de 1975 a 1983.
Al año siguiente volvió a su país natal para estudiar artes plásticas en la Universidad de Chile. De regreso a su segunda patria, en 1988, cursó una maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México. Actualmente, radica en Cholula. Fue docente de la Universidad de las Américas Puebla de 1998 a 2021.
En 1994, Arias dejó atrás la pintura –tuvo un breve retorno en 2004– para dedicarse al bordado como medio de expresión. Ha documentado con ello parte de su biografía y sus recuerdos familiares como se aprecia en los 22 bordados que integran Chile: Amnesia de la verdad, exposición de Arias en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), en Santiago, como parte de las actividades del programa Conmemoración 50 Años del Golpe de Estado, en el que la memoria es central. Cuauhtémoc Medina, curador jefe del Museo Universitario Arte Contemporáneo, de México, está a cargo de esta muestra.
Las piezas de Arias suelen incluir textos como: Fue tan violento lo de Chile; realmente el golpe nos marcó para siempre. Los cuerpos muertos, tapados con el mercurio en Dublé Almeyda al ir al colegio
. O: Chile: un país del cual debes huir
. La obra de mayores dimensiones es El lienzo de los anónimos, de 2.10 por 6.20 metros (2021, obra en proceso).
El trabajo de Arias no es ajeno al MNBA. En 1999 presentó su trabajo en la exposición Bordado: 1994-1998. Con motivo de la actual muestra, Arias donó al recinto Chile: Amnesia de la verdad (1990), óleo incluido, que da nombre a la exhibición. En la pintura, el artista representa huesos y fragmentos con la cordillera como telón de fondo. Al acto se suma la adquisición del bordado El hombre orgía (2017).
La labor lo arraiga a México
En un conversatorio realizado con Cuauhtémoc Medina, quien ha curado varias exposiciones de Arias, éste habló del bordado desde la perspectiva de su yo
pintor: En ausencia de conducción de lugar, pertenencia y autoridad válida
, debido a la barbarie
instaurada en Chile, “con el bordado se consumó un arraigo a México. Me dio otro estatus de pertenencia y otras necesidades de involucrar mi existencia en una pertenencia. Me obligó a estar siempre atento a la frase y pregunta: ¿es pertinente? Ser lo adecuado para sobrevivir o ser.
Al dibujar una línea de contorno, ella muestra ambos lados de lo dibujado. El borde de la línea es testigo del otro espacio que queda frente a él. Por tanto, es testigo del acto y del espacio resultante. El bordado tiene una suerte-poder de registro y de huella del tiempo invertido. El paso de la aguja que va rellenando el espacio.
Para Arias, con el bordado las ideas no tienen la capacidad temporal de diluirse, al revés, quedan grabadas, son persistentes. Los hilos devienen memoria, una de las más preciadas propiedades privadas de los seres humanos. Ni ellos mismos saben a ciencia cierta de qué está compuesta, pero reconocen las imágenes o datos que en ella están instaladas como invitados que se quedan para siempre observando. La propia memoria les asigna un lugar o un despliegue de circunstancias
.
Agrega que quizás el defecto de las imágenes es que “materialmente son muy frágiles y guardan en su seno la memoria propia del material y su deterioro. Pero también los hilos son parecidos a los cuerpos: sufren mutaciones, con la vejez se rompen, se decoloran, como nosotros.
Las obras de esta muestra oscilan entre la violencia, la irreverencia y una profunda tristeza. Una historia que se hilvana, escribe y rescribe en un tiempo inconcluso que no termina de ser desterrado. Sumar esta exposición al programa de la conmemoración de los 50 años del golpe de 1973 permite incorporar una mirada cuestionadora que aporta al debate acerca de una fractura aún abierta, las consecuencias de la irrupción de la democracia y su devenir
, apuntó en el acto inaugural Varinia Brodsky, directora del MNBA.
La exposición Chile: Amnesia de la verdad permanecerá hasta el 17 de diciembre en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Santiago.