Madrid. Junts per Catalunya (JxCat), el partido nacionalista que lidera desde Bélgica el ex presidente catalán Carles Puigdemont, es a día de hoy la gran incógnita de cara a las cruciales votaciones de los próximos días en el Congreso de los Diputados; primero para la formación de la Mesa de la Cámara, que es el órgano de gobierno parlamentario, y después en la crucial sesión de investidura que podría reelegir al actual presidente en funciones, el socialista Pedro Sánchez. Y Puigdemont advirtió: “A medida que se acercan días decisivos, como este próximo 17, crece el nerviosismo y sube la subasta”.
Las elecciones del pasado 23 de julio arrojaron un reparto de escaños complejo para la formación de mayorías, si bien el bloque del actual gobierno de coalición de izquierdas, integrado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Sumar (al que se integró Podemos), tiene más opciones por sus relaciones estratégicas a lo largo de los últimos cuatro años con las fuerzas nacionalistas vascas, catalanas y gallegas. Pero para sumar la mayoría suficiente, es decir más de 176 votos, se necesitan de todos los grupos parlamentarios nacionalistas, incluido JxCat, que hasta ahora ha sido reacio a apoyar al gobierno socialista.
En este escenario, los siete diputados de los ex convergertes catalanes son fundamentales. Y el primer escenario para conocer la postura del partido liderado por Puigdemont será la votación del próximo jueves, en la que se decidirá la composición de la Mesa. Es decir, en la que se elegirán a los presidente, vicepresidentes y secretarios del Congreso de los Diputados. El PSOE aspira a seguir presidiendo el Parlamento por delante del derechista Partido Popular (PP), que a pesar de haber sido el más votado no tiene los apoyos necesarios para alcanzar la mayoría, al haber sólo cosechado el respaldo de la extrema derecha de Vox, de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y posiblemente el de Coalición Canaria (CC).
El control de la Mesa del Congreso es crucial para manejar los tiempos de las reformas legislativas, pero sobre todo para controlar una futura sesión de investidura, de ahí que la primera gran batalla entre el bloque de la derecha y el de la izquierda sea precisamente el de los cartos de este órgano parlamentario. Y en ese contexto es en el que el ex presidente Puigdemont advirtió para que nadie asuma que su grupo apoyará al bloque progresista si antes no hay una serie de compromisos firmes para garantizar la amnistía de los procesados por la declaración unilateral fallida de independencia de octubre del 2017 y, sobre todo, que se avance en las garantías para celebrar un referendo de autodeterminación del Estado español. Así lo afirmó en una de sus redes sociales: “Encarar una negociación a través de declaraciones públicas no es nuestra opción. A medida que se acercan días decisivos, como este próximo 17, crece el nerviosismo y sube la subasta. Paciencia, tenacidad y perspectiva”, señaló Puigdemont.
Y la tensión se mantendrá hasta última hora, una vez que será el mismo día jueves cuando JxCat celebrará una reunión de su Ejecutiva para decidir el sentido de su voto en el Parlamento español, en una sesión que se llevará a cabo sólo dos horas más tarde del cónclave del partido.
Desde el PSOE, su vocera y ministra de Educación en funciones, Pilar Alegría, mantuvo encuentros a puerta cerrado con distintos grupos en el Congreso, y ante las palabras de advertencia de Puigdemont le replicó: “Puede ser más oportuno el diálogo y la prudencia que hablar de subastas de ningún tipo”. En cualquier caso, en la coalición de gobierno se intenta negociar a marchas forzadas, tanto desde los socialistas como desde Sumar, pero el principal escollo, o incógnita, siguen siendo los siete diputados de JxCat, que tienen la llave del gobierno o la capacidad para bloquear la legislatura y forzar unas nuevas elecciones generales.
Desde el grupo de EH-Bildu, su vocera, Mertxe Aizpurua, están convencidos de que el acuerdo llegará antes o después, pero se alcanzará. “Todos somos necesarios.
Las reuniones de los socialistas con Bildu para la Mesa del Congreso van bien encaminadas”, explicó, tras reconocer que ellos están seguros de que “no va a haber ningún problema y estoy convencida de que vamos a llegar a un acuerdo. Estoy absolutamente segura”.
Aizpurua explicó que en sus negociaciones con los socialistas para la votación de la Mesa del próximo jueves no han puesto líneas rojas: “Nos las van a aceptar. Son cosas técnicas, no hemos hecho casus belli de esto, porque creemos que tiene más importancia que se conforme una Mesa del Congreso que posibilite medidas progresistas”. En relación a la posibilidad de que se ceda la presidencia del Congreso a un diputado del Partido Nacionalista Vasco (PNV), su principal adversario en la región, Aizpurua reconoció que ese escenario “no está sobre la mesa ni como posibilidad. No tenemos constancia de que el PNV o cualquier otro grupo nacionalista o independentista haya puesto esta cuestión sobre la mesa. Lo analizaríamos, pero yo diría que no está sobre la mesa”.
Aizpurua explicó que “a nadie se le escapa que es una suma complicada, pero vamos a trabajar por que la mayoría progresista expresada en las urnas sea una realidad. No vamos a interferir en lo que pueda hacer otra formación, pero sí me gustaría remarcar que la suma del soberanismo de izquierdas (Bildu, ERC y BNG) es de 14 diputados (frente a 13 del nacionalismo conservador del PNV, JxCat y CC). Nosotros tenemos un mandato claro de las urnas vascas, y eso significa posibilitar un gobierno progresista, eso nosotros lo tenemos súper claro”, explicó.