Londres. Miles de médicos de hospitales públicos ingleses iniciaron este viernes una huelga de cuatro días para pedir aumentos de sueldo que compensen la elevada inflación, un nuevo movimiento social en un sector que atraviesa una profunda crisis en Reino Unido.
Miles de médicos y enfermeros impulsaron desde el año pasado numerosas huelgas, lo que provocó retrasos en la atención médica recibida por miles de británicos. A mediados de julio, ya habían organizado otro paro laboral. Esta vez, la huelga empezó este viernes y está previsto que dure hasta el martes por la mañana.
El sindicato BMA, uno de los impulsores de la movilización, denuncia que el sueldo de los médicos debutantes bajó un 26 por ciento desde la crisis de 2008 y pide un aumento salarial del 35 por ciento.
"Muchos de nuestros compañeros se van a otros países o cambian de profesión, ya que los salarios son demasiado bajos para seguir trabajando como médicos", dijo este viernes a la AFP Robert Laurenson, de BMA.
El gobierno británico se opone, sin embargo, a las peticiones de los sindicatos y el ministro de Sanidad, Steve Barclay, consideró que la huelga "solo sirve para perjudicar a los pacientes".
"Si logramos remunerar mejor a los médicos y que el NHS (servicio de sanidad público británico) sea un lugar atractivo para trabajar, nuestras condiciones mejorarán, ya que no tendremos que compensar tantas bajas. (...) La vida mejorará para todo el mundo, también para los pacientes", insistió Laurenson.
"No es sostenible", reconoció Sumi Manijaran, una médica en huelga concentrada delante del University College Hospital en Londres, refiriéndose al precarizado sistema de salud público británico.
"Vamos al trabajo y a veces no sabemos si contaremos con un equipo completo o habrá bajas", lamentaba esta médica movilizada.
Según datos del NHS, desde diciembre de 2022 tuvieron que aplazarse hasta 835.000 citas médicas, una cifra que probablemente superará el millón con la actual huelga.
En las listas de espera de los hospitales hay hasta 7,6 millones de personas, una cifra récord a pesar de la promesa del primer ministro británico, el conservador Rishi Sunak, de mejorar esta situación.