Lionel Messi es un experto en desafiar lógicas. Su talento no sólo le permite quebrar todos los récords ajenos, sino también los propios. Si hay vida en un partido, el capitán argentino parece entender que también existen los sueños. Hay noches en las que anhela ser goleador y otras en las que cree que puede ser invencible. Contra el FC Dallas, ante un estadio repleto y una noche que parecía destinada a su despedida en la Leagues Cup, el 10 se propuso lograr una nueva gesta para el recuerdo de la gente con una victoria 5-3 en penales, luego del 4-4 en el tiempo regular.
Con el marcador 4-2 a falta de 20 minutos, Messi cargó con la presión de su equipo y evitó que los presagios de una dolorosa derrota se cumplieran. Autor del primer gol (6), empujó con su liderazgo a Benjamin Cremaschi (65) para seguir con vida en el encuentro y produjo que Marco Farfán (80), nervioso por la magnitud del escenario, se confundiera en una jugada preparada y metiera la pelota en su propio arco.
A pesar de su espíritu combativo, el FC Dallas fue convirtiéndose en un actor secundario. Facundo Quignon (37), Bernard Kamungo (45), Alan Velasco (63) y un autogol de Robert Taylor (68) le habían asegurado un panorama menos complejo para el final. Pero entonces apareció Messi y, con ello, el 4-4 a cinco minutos del silbatazo de César Ramos Palazuelos. Ya en los penales, inspirados por tantos trucos de magia, sus compañeros acompañaron al líder rosarino a culminar su obra con el triunfo.
Paxton Pomykal falló por los locales, La Pulga acertó su tercer tanto de la noche y el Inter de Miami avanzó a los cuartos de final de la Leagues Cup.