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La derecha le perdió el miedo a la izquierda: vicepresidente de Bolivia

29 de julio de 2023 08:27

David Choquehuanca nació en una pequeña comunidad aimara, a las orillas del lago Titicaca, aprendió español como segunda lengua a los 7 años cuando se trasladó a La Paz a continuar sus estudios, su abuelo le dio una pequeña ayuda económica y tres consejos: no confiar en los militares, recelar de los abogados y no involucrarse en política.

A juzgar por su trayectoria, no le hizo mucho caso a la última recomendación. Dirigente estudiantil y asesor de movimientos indígenas y campesinos en su juventud, es desde noviembre de 2020 vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Entre enero de 2006 y enero de 2017 fue canciller, y de 2017 a 2019 estuvo al frente de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América.

El vicepresidente Choquehuanca está en México por unos días. Aquí presentó su libro Geapolítica del vivir bien, en el que reflexiona sobre el vivir bien como ideología emancipadora surgida de lo más profundo de la resistencia indígena.

La Jornada lo entrevistó en exclusiva en la Ciudad de México, sobre el supuesto fin del milagro económico boliviano, la corrupción gubernamental y el conflicto entre el actual presidente Luis Arce y el ex presidente Evo Morales. A continuación, parte de esta conversación.

–A fines del año pasado y principios de este, su gobierno enfrentó protestas de la derecha en Santa Cruz. ¿A qué respondía esta inconformidad?

–En 2006 hubo un despertar político de nuestros pueblos. Comenzamos un proceso de cambio. La antigua Constitución no tomaba en cuenta a los pueblos indígenas.

“La democracia paliativa no ha tenido la capacidad de resolver nuestros problemas y menos de construir la unidad de Bolivia. En 2006 empezó la democracia inclusiva, jamás vivida en nuestra historia, pero hay sectores que se resisten a ella. Hay una élite que no acepta que Bolivia pueda ser gobernada por la mayoría. El 90 por ciento de los bolivianos tenemos raíces de las culturas milenarias, la mayoría somos indígenas. En 2009 aprobamos una nueva Constitución para volver a nuestro Ñandereko, que significa ‘nuestra forma de ser’. Una Constitución para la descolonización y despatriarcalización.

Pero hay sectores que no la aceptan. Son poquitos, pero son más violentos, han generado un movimiento fascista. Son los que dieron el golpe de Estado en 2019. Gracias al pueblo boliviano recuperamos nuestra democracia y nuestro proceso de cambio, pero estos sectores, sobre todos los asentados en Santa Cruz, han intentado generar caos, incertidumbre e ingobernabilidad en el país.

–¿Se está viviendo el fin del milagro económico boliviano? ¿Es cierto que este año van a crecer solamente 1.8 por ciento y que hay escasez de dólares?

–En el mundo hay crisis. Se han caído bancos en Europa y Estados Unidos. La guerra nos afecta. Bolivia no es una isla, pero estamos enfrentando esta situación adversa con resultados alentadores.

“Hasta el golpe de Estado teníamos un crecimiento de 4.5 por ciento. Hemos bajado a menos 10. Nos ha costado levantarnos. Estamos mejor que cualquier economía de la región, tenemos problemas como todos los países del mundo, pero, como dice nuestro presidente: ‘estamos saliendo adelante’.

“Hay sectores que quieren desestabilizar y que empiece a caminar ese señor que se llama especulación. Dicen: ‘no hay dólares’. Hubo escasez de dólares, pero estamos mejorando esa situación.

Estamos en proceso de industrialización. Bolivia tiene materias primas, pero no nos hemos industrializado ni desarrollado tecnología. En 14 años, con el hermano Evo, instalamos 49 plantas de industrialización. Y, en dos años y medio, con el hermano Luis Arce, hemos instalado más de 130.

–Dos ministros están en la cárcel por corrupción. ¿Qué tan grave es el problema?

–El comandante Chávez decía ‘la corrupción y la burocracia son operaciones contrarrevolucionarias dentro de un proceso revolucionario’. Hay corrupción, no podemos negarlo, lo que necesitamos saber es de dónde viene.

“Estamos aplicando programas para luchar contra ella en todos los niveles. Nuestro presidente ha instruido que las autoridades involucradas en la corrupción tienen que someterse a la justicia. Debe ser castigada, venga de donde venga.

El tema no es solamente en Bolivia. A veces se le quiere magnificar. No estoy justificando, han acusado al ministro del Agua, que está preso, de (malos manejos por) más o menos 3 millones de dólares, pero en el pasado una empresa que privatizaron, nos costó 140 millones de dólares. Corrupción ha habido y va a haber, pero tenemos que luchar todos contra ella. Es un mal, una enfermedad, un cáncer que tiene que ser extirpado.

–¿Cómo explicar el choque entre el presidente Luis Arce y el dirigente del MAS, Evo Morales?

–Nuestros pueblos son sabios. El proceso de cambio no es patrimonio de ninguna persona en particular, es patrimonio del pueblo boliviano. Es el pueblo quien ha recuperado la democracia, quien no escuche al pueblo le va ir mal. Son nuestros pueblos los que en última instancia van a decidir por dónde camina nuestro proceso de cambio.

“Hay ausencia de liderazgos, no hemos tenido la capacidad de formar nuevos líderes, nuevos referentes. El pueblo quiere cambio, quiere nuevas caras. Agua estancada se pudre. Los líderes tienen que entender eso, tienen que escuchar a sus pueblos.

“Nosotros estamos aquí porque nuestro pueblo lo ha querido así. Si el gobierno de facto de Áñez hubiese convocado elecciones a los tres meses, no ganábamos. El pueblo estaba enojado, porque se han hecho cosas sin escucharlo, pero el gobierno de facto se ha prolongado un año. Si no hubiesen robado tampoco ganábamos. Nosotros presentamos una alternativa en las elecciones, y obtuvimos el apoyo de 54 por ciento de los votantes.

“Cuando tuvimos dos tercios (2009 y casi en 2014), algunas personas empezaron a abusar del poder. El poder no es para abusar, es para ayudar. El pueblo nos estaba mirando. Hemos ido a un referéndum (2016) para preguntar si queríamos que los que estaban conduciendo el proceso siguieran, a pesar que la Constitución no lo permitía. El pueblo ha dicho ‘ya no’, y no se le ha escuchado, por eso en las últimas elecciones el hermano Evo bajó de 62 por ciento a 47. De eso se aprovechó la derecha y nos dio un golpe. Nuestros pueblos son sabios. Líder que no escucha a su pueblo no le va a ir bien.”

–El jesuita Ricardo Robles decía: El siglo XXI va a ser el siglo de los pueblos originarios. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

–La derecha le ha perdido el miedo a la izquierda. Ambas buscan el desarrollo y quieren explotar la naturaleza para ponerla al servicio del hombre. Los pueblos indígenas buscamos el equilibrio. Nuestros abuelos dicen: ‘así como está arriba tiene que estar abajo, así como está tu izquierda tiene que estar tu derecha’. Ojo izquierdo, ojo derecho, un solo mirar.

“No somos de la cultura de la división. La cultura de la división llega con el colonialismo. La Wiphala te dice que cada uno de nosotros somos del tamaño que somos, ni más ni menos. Nos complementamos. Buscamos armonía, hermandad, equilibrio, integración y paz. La verdad es simple: el cóndor para levantar su vuelo, necesita que su ala izquierda esté en perfecto equilibro con su ala derecha.

“La división llega de Europa. Eso de izquierda y derecha viene del monarca, de la Revolución francesa. Apenas tiene 200 años. Nuestras culturas tienen más de 7 mil años. Nuestro proceso se llama descolonización y despatriarcalización. Necesitamos descolonizar todo y desterrar el individualismo, que llega con el colonialismo. Necesitamos descolonizar la mente, dejar de ser codiciosos, dejar de ser individualistas, racistas, dejar el yo, volver a ser Jiwasa (no soy yo, somos nosotros).”

–¿Estamos ante el final de la segunda etapa del progresismo latinoamericano?

–Nuestros pueblos se han alfabetizado en política. Uno que sabe leer y escribir es difícil de engañar, uno que está alfabetizado en política es más difícil de engañar. Hay nuevos liderazgos y ya no van a dejar que se les siga utilizando o se siga engañando a sus pueblos, tampoco ellos lo van a hacer. Estos líderes van a ser capaces de dar su vida para volver al camino del equilibrio.

“Nuestros hermanos quieren vivir en paz, cuidar el medio ambiente y la naturaleza, se dan cuenta de que necesitamos no envenenar nuestra Pachamama. Esta corriente va más allá del progresismo y del desarrollo. Cada vez crece más.

“No hay que ser pesimistas. Nuestro pueblo sabrá tomar decisiones sabías. Son llamadas de atención a los líderes, cuando no se escucha al pueblo, nuestro pueblo se enoja. Dicen: ‘no hay que enojar al pueblo, porque pueblo enojado puede estar pateando al perro equivocado’.

El movimiento de cuidar la vida y la hermandad, de trabajar la integración y la renovación, crece. Nuestros abuelos nos han dicho que la última batalla del capitalismo y del imperialismo la van hacer contra los pueblos indígenas y la van a perder. La cultura de la vida se va a sobreponer a la cultura de la muerte.

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