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"El legado del centauro impacta luchas actuales"

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El general de la División del Norte dejó muchos ejemplos: “Nunca luchó por un beneficio propio. No acumuló riquezas. Nunca acordó nada que pudiera afectar los intereses de la patria”, aseguró el experto. Foto archivo
17 de julio de 2023 07:59

Ciudad de México. De bandolero social a revolucionario, Francisco Villa es un héroe popular que no aprovechó la lucha para acumular riquezas personales. Nunca aceptó nada que pudiera traicionar a la patria. Genio militar, organizó un formidable ejército popular en el que llegó a tener 40 o 45 mil hombres bajo su mando.

El historiador Jesús Vargas, nacido en Parral, Chihuahua, donde el Centauro del Norte encontró la muerte, autor de Villa bandolero, libro de referencia sobre Doroteo Arango al que llegó investigado sobre Nellie Campobello, conversó con La Jornada sobre el personaje, a 100 años de su asesinato en una emboscada.

Según el especialista, entre las lecciones que nos deja el villismo está que, ante una injusticia de acaparamiento de sus tierras, el pueblo puede llegar a un punto en el que es capaz de organizarse, levantarse y luchar contra los que se apropian indebidamente de ellas. A continuación, parte de esta entrevista.

–A vuelo de pájaro: ¿Quién fue Pancho Villa?

–Pancho Villa fue un revolucionario surgido de las entrañas del pueblo, que participó en dos revoluciones. La primera, contra la dictadura de Porfirio Díaz, con Francisco I. Madero, en la que no llegó a ser tan importante. Y la segunda, al frente de la División del Norte, contra Victoriano Huerta, donde su fama alcanzó nivel mundial. En 1920 firmó los tratados de paz y se retiró a la Hacienda de Canutillo. El 20 de julio de 1923 fue asesinado traicioneramente en Parral, Chihuahua.

–¿Cómo forjó su liderazgo? ¿Cómo pudo construir un ejército?

–Desde que era niño, Doroteo Arango tuvo cualidades de un muchacho precoz que hacía muchas cosas que no hacían los demás. No era muy sociable, pero los otros niños le tenían respeto. Se distinguía por su arrojo y sus acciones, incluso en el juego. Desde muy chico se hizo aficionado a los gallos, a la baraja y a las armas.

“Durante 16 años estuvo de bandolero. En la dictadura porfirista (de 1877 a 1910) proliferó el bandolerismo a consecuencia de las injusticias. En muchos bandidos había el sentimiento de que su actividad era una respuesta a las injusticias. En aquellos años, Villa aprendió a manejar las armas, los caballos, los caminos, los lugares donde había agua. Tenía gran memoria. Sus conocimientos sorprendían. Su gran inteligencia le permitía aprender muy pronto lo que no conocía. Asumió como conducta hacia los demás un código muy simple que sostuvo como revolucionario: toda su confianza y apego hacia sus compañeros leales, valientes, disciplinados; todo el odio y el desprecio para los cobardes, traidores, mentirosos.

“Cuando se inicia en la Revolución, destaca por su carisma y su capacidad para dirigir a los hombres en la lucha. Él siempre iba por delante. Las primeras grandes batallas las hizo junto con la tropa. Siempre se comportó con sus soldados como un igual. Eso hizo que lo tomaran como líder. No permitía que sus soldados bebieran alcohol durante las campañas, pero él imponía esa medida con el ejemplo.

Más adelante, sobre todo en la etapa contra la dictadura de Huerta, cuando dirige ejércitos de miles de soldados, influye que es un jefe triunfante. El pueblo, con tantas injusticias acumuladas, se junta con él porque sabe que va a triunfar contra sus enemigos, los que lo ofendieron, los que, por generaciones, le produjeron injusticias.

–¿Por que tomó Columbus?.

–El ataque a Columbus es consecuencia de la decisión de Villa de declararle la guerra a Estados Unidos. Uno de los soldados villistas que murió en la toma llevaba una carta de Villa dirigida a Zapata. En ella le decía que había llegado el momento de dejar de luchar entre hermanos, es decir, entre mexicanos, y enfocarse en luchar contra Estados Unidos. Esta carta la recogieron los estadunidenses. Años después, el doctor Friedrich Katz la encontró en los archivos del ejército.

–¿Por qué Villa declara la guerra a Estados Unidos?

–Porque después de la derrota del Bajío y del intento de sorprender a los carrancistas en Agua Prieta, se entera de que el gobierno estadunidense ha reconocido al gobierno de Carranza. En el ataque a Agua Prieta los norteamericanos apoyaron a las tropas dirigidas por Elías Calles. Permitieron el paso por su territorio de un contingente de miles de soldados para reforzar al ejército carrancista. Pero, además, a la hora de la batalla, desde Estados Unidos los estadunidenses lanzaron reflectores para enfocar a los villistas, y que fueran blanco de los disparos. Esto provocó la derrota villista. Al regresar a Chihuahua, Villa supuso que Carranza había sido reconocido como gobernante, porque había aceptado las condiciones que los estadunidenses habían puesto. Condiciones que significaban una traición a la patria. Ya se lo habían propuesto a él.

El doctor Katz encontró el documento en el que los estadunidenses ofrecieron a Villa ser reconocido, si aceptaba esas condiciones. Él lo rechazó. De ahí en adelante, asumió que Carranza era un traidor a la patria, y se proponía ser un nuevo dictador. Esta misma convicción la tuvo Zapata.

Patrimonio heroico

–¿Qué ejemplo dejó?

–Dejó muchos. Por ejemplo, cómo se debe actuar de manera justa con sus soldados. Siempre y en todo momento, cuando había situaciones difíciles, y los soldados tenían que durar mucho tiempo sin comer, durmiendo mal o en condiciones adversas, lo primero que procuraba era hacerse cargo de ellos.

“Su legado impacta las luchas actuales. Después de que la División del Norte tomó el control total de Chihuahua en diciembre de 1913, los generales de sus brigadas acordaron que Villa se hiciera cargo del gobierno del estado.

“La medida más importante que implementó en las cuatro semanas en las que gobernó fue la confiscación de los bienes de los enemigos de la Revolución, principalmente, de los más poderosos que habían apoyado a Victoriano Huerta. La sanción tuvo un efecto tremendo. Luis Terrazas era el latifundista más grande en la entidad, junto con los Luján, los Creel y otros más. Sus propiedades fueron confiscadas. De un año para otro perdieron todo lo que habían acumulado injustamente durante los 30 o 40 años anteriores.

La experiencia que queda es que, en cualquier momento, el pueblo puede llegar a un punto en el que, ante una injusticia de acaparamiento de sus tierras, puede organizarse, levantarse y luchar contra los que se apropian indebidamente de ellas. La lección también es para los que abusan y se apropian injustamente de las tierras. No siempre podrán estar seguros de que seguirán poseyéndolas de manera impune.

–¿Por qué conmemorar los 100 años de su asesinato?

–Las figuras de Francisco Villa y Emiliano Zapata quedaron grabadas en la conciencia del pueblo como los grandes héroes de una revolución que no cumplió con los anhelos de los que se habían lanzado a la lucha. Ambos forman un patrimonio heroico que pertenece a todo el pueblo de México, que se debe conservar y tener siempre en la memoria como ejemplo de fuerza, unidad y lucha.

“No es una concesión que se convierta a Villa en héroe. Es algo que el pueblo ha reclamado, tanto para él como para Zapata. Ambos murieron como héroes genuinos y auténticos. Aunque durante algunos años se les trató de borrar de la memoria histórica, así los recuerda el pueblo.

“Villa sostuvo una lucha revolucionaria desde 1910 hasta 1920. Durante estos 10 años fue alguien que alcanzó fama mundial por su genio militar y sus dotes de líder. Nunca luchó para obtener un beneficio propio. No acumuló riquezas. Fue un patriota. Nunca traicionó ni acordó ni aceptó nada que pudiera afectar los intereses de la patria.

Las nuevas generaciones tienen que conocer la vida de Villa y de Zapata para saber que cuando hay una injusticia contra el pueblo y no hay vía para resolverla la historia toma otros cauces para que se haga justicia. Deben tener presente que los líderes están obligados a actuar como líderes del pueblo, junto con el pueblo y en beneficio del pueblo, tal como el Centauro del Norte lo hizo.

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