Ciudad de México. Un triángulo amoroso entre El Brayan, La Brítani y El Brandon se resolvió con la intervención de San Judas Tadeo y la Santa Muerte. Ante la mirada curiosa de transeúntes, en la Plaza de la República Sebastián Lerdo de Tejada, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se presentó La vida en chaka, ópera posneobarroca cabaret para el México de la colonia (pobre), como parte de una gira gratuita por espacios públicos de esta épica musical.
La vigilante en la puerta de la entrada del Senado de la República, junto a la calle de Donceles, vivió una tarde diferente, más divertida y sorpresiva, cuando hasta el callejón llegó la Santa Muerte, bajó de su nicho cubierto de flores, cansada que de los humanos la usen para justificar sus crímenes. Un mendigo teporocho, sucio y maloliente se cruzó con ella y lo convenció para unirse en su venganza. Este San Judas Tadeo, despojado y maltratado, aceptó.
El montaje de la compañía Teatro de los Sótanos fue diseñada para espacios alternativos. Conjunta elementos de cabaret, canto y teatro. Con los diálogos en verso, que mezclan el lenguaje antiguo, como en las comedias del Siglo de Oro, con el vocabulario popular, el que supuestamente se habla en el barrio de Tepito. Lo mismo suena la música de Vivaldi, que el flow de un hip hop o las cumbias de un buen baile.
Poco antes de la función, apenas una decena de personas esperaba bajo una lona portátil. A mitad de la función lucía un panorama distinto, cuando algunos que cruzaban por el callejón en el Centro Histórico, en el escenario fugaz frente al mítico teatro Fru Frú decidieron quedarse a mirar la función gratuita.
La sillería llena, cualquier elemento era bueno para una butaca apropiada, las jardineras o los escalones frente al Senado, donde una niña comía sonriente un helado mientras su perrito chihuahua se movía fisgón y una anciana con todo y bolsa de verduras decidía darse un momento de disfrute, a la vez que un indigente se asomaba tras un poste.
Incluso los turistas extranjeros, seguramente en camino al Museo Nacional de Arte, sin detener el paso miraban lo que pasaba: la quinceañera en vestido pomposo y fluorescente era encañonada por un asaltante, la muerte asomada en el balcón de barrio. La música y el canto, a todo volumen.
Delincuencia y redención
Con dirección y libreto de Felipe Rodríguez y música original de Omar Guzmán, el montaje aborda la violencia y la redención. La escenografía intenta situar al público en las calles de un barrio pobre, donde conviven un vendedor de drogas y chavos en motoneta entre muros grafiteados y perros abandonados.
La pieza hace uso de la palabra chaka
, término cotidiano y controversial para referirse a jóvenes de un sector social de bajos recursos que representan una subcultura de vestir llamativo y ostentoso, además de mostrar gran devoción por San Judas Tadeo. Muchas veces también son estigmatizados como delincuentes.
En la visión de la obra, si eres pobre, la única opción es robar la micro, bailar reguetón, inhalar mona, guiarte por las enseñanzas de Paulo Coelho y encomendarte a San Judas y la Santa Muerte para delinquir y tener protección, hacer transas sin ser castigado o salir pronto de prisión. No hay futuro en la violencia
es la lección que impone la sátira rítmica de la miseria y la delincuencia.
La ópera La vida en chaka se presentará de manera gratuita los fines de semana de julio en plazas públicas de varias alcaldías de la Ciudad de México. El 15 de julio a las 13 horas, en el Jardín Madero de la Gustavo A. Madero; el día siguiente al mediodía, en el foro Pedro Infante de la explanada de la alcaldía Cuajimalpa. Continuará en las demarcaciones Miguel Hidalgo, Azcapotzalco, Iztapalapa y Cuauhtémoc.
El proyecto escénico de La vida en chaka contó con el apoyo del programa de Creadores Escénicos 2017 del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales de la Secretaría de Cultura federal. Cuenta con las actuaciones de Lydia Rendón, Felipe Rodríguez, Lizeth Rondero, Llever Aíza y Galo Balcázar.