A una década de que se presentó la acción colectiva en contra de la siembra comercial de maíz transgénico en el país, “la guerra contra la demanda se ha recrudecido”, desde quien encabeza la Secretaría de Agricultura, Víctor Villalobos, y el Consejo Nacional Agropecuario, pero al mismo tiempo crece la resistencia, advirtieron integrantes de la colectividad.
Ante la intención de Estados Unidos de llevar a México a un panel de controversias por la decisión gubernamental de prohibir el consumo humano de maíz transgénico, señalaron que las empresas no han probado que este producto no sea dañino para la salud y el medio ambiente, ya que en el contexto de la demanda tienen la posibilidad de sembrar en forma experimental y constatar que esta actividad no es dañina, pero no lo han hecho.
Recordaron que desde 2013 las transnacionales Monsanto, Dupont, entre otras, presentaron más de cien litigios en contra de la medida precautoria de la suspensión del cultivo, determinación que fue ratificada en 2021 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El juicio principal, durante el cual las empresas no podrán sembrar, sigue su curso y ayer se presentó el informe semestral, donde se establece que esta próxima a presentarse la sentencia del juzgado en primera instancia.
En conferencia de prensa, Mercedes López, representante de la colectividad recordó que hace una década se detuvieron 79 solicitudes de permiso para la siembra comercial, se combatió a Bayer Monsanto, Dupont, Corteva, a las secretarías de Agricultura y Medio Ambiente del sexenio pasado, que apoyaron a las empresas.
Agregó que los daños de esos productos han sido demostrados por miles de demandas contra Bayer Monsanto en Estados Unidos y “no es posible la coexistencia de maíz modificado genéticamente con los granos tradicionales. Es un negocio jugoso el que pierden”.
Por su parte René Sánchez Galindo, parte de la comisión jurídica de la acción colectiva hasta el 2021, explicó que las empresas no pueden sembrar maíz transgénico comercialmente pero podrían solicitar las siembras con fines científicos, “el tribunal ordenó que se tenían que evaluar esas siembras en el medio receptor, en la salud. Las empresas no han pedido permisos para siembra experimental”.
A su vez, el investigador Antonio Turrent apuntó que los maíces nativos se deben conservar, pero no en los bancos de germoplasma, donde se dice que ya están, porque ahí están los más bonitos, no los que enfrentan la sequía, y el único que sigue manejando estos maíces es el pequeño productor, “es el mayordomo de la biodiversidad nativa”.