La ópera clásica Acis, Galatea y Polifemo, de Haendel, explora el amor envilecido de un cíclope que revienta contra el vínculo amante entre una nereida y un pastor. En la versión que se presenta este fin desemana en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) los protagonistas son simplemente dos personas que se aman y salen victoriosas de una gigantesca amenaza.
Durante el ensayo general, el pasado jueves, se vio en los roles protagónicos a las cantantes Daniela Rico (Acis) y Guadalupe Paz (Galatea). Ambos personajes se desdoblan en las bailarinas Ilse Orozco y Paulina Espinosa. En tanto, Polifemo está escenificado por el barítono Josué Cerón y el bailarín Octavio Dagnino.
Sin embargo, al referirse con el artículo masculino a Acis, se respetan los textos del libreto original de Nicola Giuvo, que retoma la historia de la mitología griega recogida en la Metamorfosis de Ovidio.
En la reciente escenificación permanece la reflexión sobre el amor como motor de la humanidad y su defensa contra la violencia y la brutalidad encarnadas en Polifemo. El público podrá encontrar resonancias a temas como el machismo, el deseo de posesión de las personas y la crueldad del poder.
La puesta en escena corrió a car-go de Juliana Vanscoit, Fabiano Pietrosanti y Ana Bunjak; coreografía de Claudia Lavista, y el director Christian Gohmer frente a 16 músicos de la camerata Tempus Fugit.
La ópera empieza en un ambiente costero casi idílico donde Acis y Galatea viven su romance y la cariñosa familiaridad de un vínculo honesto, que como olas en el agua o brisas marinas se acarician, interrumpido por la visión de una feroz mano ciclópea, origen de la separación momentánea de las protagonistas.
Una proyección resume el agresivo cortejo que el cíclope desarrolla para conseguir la atención de la diosa marina: comienza con la agresiva irrupción alrede-dor de las amantes para llenar con regalos a Galatea en violenta galantería y luego movimientos enérgicos que exigen el interés para finalizar en gestos de amenaza frente a pavesas y un fondo enrojecido y sofocante.
A partir de ahí se va materia-lizando la presencia terrible de Polifemo, quien se dedica a destruir la amorosa relación entre las otras protagonistas; la búsqueda por reducir al mortal Acis y convertir a Galatea en un mero objeto que cede ante sus demandas por miedo al daño personal o del ser amado.
En la primera intervención de las cantantes, relatan su cuita: sólo sufre el corazón fiel
, entonan mientras continúan su abrazo perenne; refieren el dolor por la separación y el martirio ante un cosmos indiferente. Pesa la certeza de continuar el hostigamiento: Me atormenta el iracundo Polifemo
.
Remarcan: Los celos hacen presa de un corazón ardiente que no sabe amar
. Acompañadas por sus alter ego, las bailarinas giran y les dan una segunda corporalidad, como si representaran sus pensamientos o el alma.
El monstruo mantiene su conducta, continúa el acoso y su rugido desgarrado. Como el filo de la ira, ejerce el poder y la fuerza contra la paz de la pareja, arguye un discurso de odio e incomprensión para lo que desea y permanece ajeno.
El cíclope Polifemo, ataviado en telas roja, negra y amarilla, masculla y grita su despecho, apela a razones de propiedad. El movimiento del bailarín que lo representa es una sombra aguda, tensa, brusca, punzante y la mirada de obse-sión depredadora.
Burlado en mi deseo
, sostiene, y promete destrucción para el rival. Sentirá mi fuerza aquella que no acepta mi amor
, con rayos y truenos como asistentes; desarrolla un diálogo interno colérico y sanguinario. Chantajea, se coloca como víctima y atrapa. Su doble revuelca a Galatea por el piso, la azota mientras ésta intenta escapar en el duelo desigual contra el vil amor lascivo
.
La resolución del choque entre ambas formas de amor en la ópera Acis, Galatea y Polifemo, representada por un trompeta absolutoria y promesa de permanencia, se puede descubrir hoy, a las 19 horas, y mañana, a las 18 horas, en el Teatro de las Artes (ubicado en Río Churubusco 79, colonia Country Club).