Ciudad de México. Sólo diez de 79 subsectores económicos han formalizado inversión extranjera directa (IED) de calidad hacia México, y el efecto de estos recursos no es inmediato en la economía mexicana, explicó Pablo Ruíz Nápoles, profesor de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Durante la segunda jornada del seminario internacional “Brechas de desigualdad en Centroamérica, México y El Caribe”, convocado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el investigador detalló que por sí misma la IED tiene poca importancia directa en la producción, en la generación de valor y en el empleo de la economía mexicana.
Lo anterior cambia una vez que se analiza su peso a través del sector exportador, donde hasta 81.2 por ciento de las exportaciones son producto de empresas con participación de inversión extranjera, según los datos más recientes de la Secretaría de Economía. Una vez que ya se ve el efecto de la IED en la producción, valor agregado y sobre todo empleo, generado por las exportaciones, este flujo se vuelve relevante.
El investigador consignó que hasta 2019 la IED real hacia México representó sólo 10.6 por ciento de la formación bruta de capital fijo en el país. Sin embargo, su mayor peso en la creación de empleo, a través de la exportaciones, fue de 5 millones 857 mil 489 de trabajadores, prácticamente uno de cada cuatro de los 20 millones 174 mil 11 reportados por el Instituto Mexicano del Seguro Social en ese periodo.
Ruíz Nápoles detalló que la inversión extranjera debe cumplir con once indicadores mínimos para considerarse de calidad: su monto real; la producción bruta y el valor agregado que genera; el empleo que crea; su efecto en las exportaciones y el de éstas en el valor agregado y el empleo; los encadenamientos hacia atrás y hacia adelante; las emisiones de gases de efecto invernadero; la tecnología; los salarios; la productividad y la distribución geográfica y sectorial.
Los subsectores que cumplen “la mayoría, no todos, de los requisitos impuestos a la IED de calidad” en México son: la construcción; las industria alimentaria, de bebidas y el tabaco, química, del plástico y el hule; la fabricación de maquinaria y equipo, de equipo de computación; de aparatos eléctricos y de transportes; y la hotelería, detalló el investigador, durante el seminario realizado por la Cepal.
En ese sentido, y como parte de un trabajo de investigación realizado con Jorge Mario Martínez-Piva, el profesor de la UNAM recomendó “revisar la ley de la IED para adecuarla a las necesidades de México en el contexto mundial y a partir de ahí formular disposiciones regulatorias pertinentes con los instrumentos fiscales y monetarios a disposición del gobierno federal, a efecto de fomentar la IED de calidad en los sectores que hemos detectado en este trabajo”.
A la par, destacó que sería recomendable “sancionar aquella IED que no respeta las reglas de la competencia establecidas y vigentes en el país, así como la legislación laboral y ambiental vigente, que debe estar en concordancia con los Organismos Financieros Internacionales, la Organización Internacional del Trabajo y Nacional Unidas en general”.