Ciudad de México. La sorpresa no es sólo un instante o una chispa que estalla en un segundo, sino todo un proceso fundamental en la vida de los seres humanos. Incluso, se le puede concebir como una forma de resistencia porque es una manera de cuestionar ideas preconcebidas, es decir, un mecanismo para resistirnos a nuestros prejuicios
, dice la filósofa Natalie Depraz (Francia, 1964).
De visita en México para presentar su libro Fenomenología de la sorpresa: Un sujeto cardinal, publicado por la editorial SB, la catedrática de la Universidad de Rouen propone a la sorpresa como tema filosófico, cuya principal característica es que obliga a enfrentarnos con el otro
.
La sorpresa, explica la investigadora en entrevista con La Jornada, “nos hace salir de nosotros mismos y como resultado miramos no sólo lo que está fuera de nosotros, sino también a ese otro que es nuestro, más íntimo, al que a menudo conocemos muy poco: nuestro interior.
La relación con los otros normalmente está llena de incomprensiones y obstáculos de comunicación. La sorpresa nos obliga a abrir esas relaciones, tanto con nosotros mismos como para acoger al otro.
El riesgo de la banalización
Depraz advierte del riesgo que hay en la banalización de muchas situaciones que deberían sorprendernos, por ejemplo, otra cultura o hechos violentos, “pues si ya no existe sorpresa en la forma en que miramos esos acontecimientos, desaparecen también nuestros cuestionamientos en torno a éstos.
“Al banalizar algunos acontecimientos somos incapaces de reflexionar y cuestionarnos sobre esos hechos, ¿y a quién conviene todo eso? A los gobiernos autoritarios, que sabemos que tienen interés en suprimir la filosofía porque es una disciplina que plantea preguntas y cultiva la sorpresa como una manera de abrirse a sí mismo y a los otros.
“Los gobiernos dictatoriales sacan provecho de la banalización de eventos que deberían darnos material de sorpresa, es decir, de reflexión, de cuestionamiento, de resistencia. En ese sentido, la sorpresa tiene una dimensión muy política.
Sin embargo, la sorpresa también tiene una relación muy importante con la filosofía porque, a través de ésta uno se interroga, se plantea cuestiones, está permanentemente perplejo
, reitera la autora.
La maestra explica que fenomenología es una filosofía que se ocupa de la experiencia subjetiva y que busca explicarla, describirla; es diferente de otras porque, en lugar de plantear argumentos, describe.
“Desde esta perspectiva es que me interesó la sorpresa como un fenómeno particular con el que estamos en contacto de manera cotidiana. La sorpresa puede ser desde un ruido que nos despierta, algo que vimos, o un suceso, una persona que nos encontramos sin haberlo previsto. La mayoría de las veces no somos conscientes de esos acontecimientos, por eso decimos que la sorpresa es un fenómeno implícito y preconsciente; fue lo que me llamó la atención, que, después de todo, a través de la sorpresa nos damos cuenta de que algo está pasando, es decir, que ocurre o se desenvuelve a contracorriente, a pesar de nosotros mismos, lo cual exige un esfuerzo para entenderlo.
Siempre me ha interesado esa capacidad del ser humano para tomar consciencia de algo, porque es característico sólo de nosotros, y al mismo tiempo exige un esfuerzo y nos confronta con nuestro origen tanto humano como animal, es decir, con nuestros orígenes como seres vivientes.
En cuanto a la sorpresa, la autora detalló que “en un primer momento somos pasivos cuando la recibimos, luego nos atrapa y, al mismo tiempo, el esfuerzo de captarla nos vuelve activos, receptivos y capaces de acogerla.
El objeto que nos sorprende no sólo puede ser lo otro, sino que nosotros mismos tenemos la capacidad de sorprendernos. Esto es, podemos ser nuestra propia sorpresa, lo cual presupone el ejercicio de cultivar una relación y la atención hacia uno mismo. Hay ejemplos de esto en la meditación, cuando la sorpresa deja de ser algo negativo que llega de fuera y se convierte en algo que es parte de uno.
Depraz también está vinculada con investigaciones en torno a las ciencias cognitivas, la sicopatología, la neurociencia, el arte y la religión. Si bien en un primer momento se acercó al tema de la sorpresa para conocer el funcionamiento afectivo y cognitivo en relación con el cuerpo, poco a poco la idea fue transformándose; espero que sea un proyecto que siga dándonos sobre todo más preguntas, porque la sorpresa se ubica en el corazón de cuestiones políticas, sociales y antropológicas
, concluyó la filósofa.