John Romita, uno de los más importantes dibujantes de las historietas de El Hombre Araña para la editorial estadunidense Marvel Comics, murió la noche del martes a los 93 años de edad. Su hijo John Romita Junior, también genial narrador gráfico, dio a conocer ayer en Twitter: “Mi padre pereció tranquilamente mientras dormía. Es una leyenda del mundo del arte y será para mí un honor seguir sus pasos (…) fue el hombre más grande que haya conocido”.
Romita fue cocreador, junto con Stan Lee, guionista y fundador del Universo Marvel de los Cómics, así como con otros muy importantes escritores de historietas, entre ellos Roy Thomas y Gerry Conway, de infinidad de personajes de apoyo, héroes y villanos como el muy popular mutante Wolverine; Mary Jane Watson, la novia y luego esposa de Peter Parker / Hombre Araña; del infame Kingpin, El Rey Zar del Crimen, y Punisher, antihéroe que castiga a mafiosos y si muere en su misión, su deceso es para él un escarmiento por no cumplir con su cometido, interpretado en el cine por Dolph Lungren, Thomas Jane y el recientemente fallecido Ray Stevenson; además de que Jon Bernthal le dio vida en la televisión.
El dibujante, nacido en Brooklyn el 24 de enero de 1930, comenzó su carrera en la década de 1940 en la empresa Timely Comics, que eventualmente se convirtió en Marvel. A continuación laboró para DC Comics, editora de las historietas de Batman y Superman, la cual es competencia directa de Marvel, a la que regresó y donde permaneció desde los años 60.
Sentidos recuerdos
El ilustrador Joe Jusko, quien ha realizado primorosas imágenes de Conan El Bárbaro y Tarzán, entre muchos otros trabajos, publicó en Facebook un sentido recuerdo de Romita, de quien era amigo: “Tenía 15 años; estaba en el primer grado de la Preparatoria de Arte y Diseño de la ciudad de Nueva York, y dejé un pequeño portafolio en las oficinas de Marvel, que estaban a unas cuadras de la escuela. No tenía la idea errada de que obtendría empleo, pero sí curiosidad de averiguar cómo se evaluaría mi trabajo. Poco después me informaron que alguien había revisado mis muestras, y que podía ir a recogerlas.
“Dentro del portafolios había una larga carta en papel membretado de Marvel, escrita nada menos que por John Romita, quien para mí ya estaba en el Monte Rushmore de los artistas de esa empresa.
Cada una de mis obras iba acompañada de notas específicas que indicaban en qué debía esforzarme más, y la misiva me animaba a enviar más trabajos en el futuro. No nos conocimos cara a cara, pero sus apuntes irradiaban calidez y sinceridad.
Jusko agregó: “Adelantémonos tres años. Finalmente, nos conocimos cuando revisó mis muestras de pinturas y recibí mi primer encargo para una portada. Fue tan gentil en persona como lo fue en aquella carta. De hecho, a partir de ese día siempre me ofreció aliento, incluso al criticar o corregir mi trabajo, o el de alguna otra persona.
“Recuerdo haber llevado a John el boceto de una portada de Puni-sher para que la aprobara. En ella el antihéroe colgaba de un helicóptero, matando a los malos con la ciudad entera de fondo y dinero que salía volando de un portafolios por toda la portada. Era ridículamente ambiciosa, y podía adivinar que John dudaba que pudiera hacerla bien, aunque no lo dijo tal cual. Llevé la pintura a su oficina un par de semanas después, y sólo se rio y me echó. Nunca lo vi de mal humor y, sin importar qué tan ocupado estuviera, si su puerta estaba abierta, tenía tiempo para ti.”
Gratitud a su carrera y a la gente que conoció
Rememoró: “En la cena que se ofreció cuando se jubiló, habló con harta gratitud de la carrera que hizo y de la gente que conoció. Lamentó humildemente las muchas veces que pidió hacer correcciones a tipos como (Jack) Kirby (creador de Capitán América, Hombre de Hierro y casi todos los más importantes personajes de Marvel) o (John) Buscema (llamado por Stan Lee ‘el Miguel Ángel de los cómics’), algo que aún le reprochan muchos seguidores y profesionales de las historietas mal informados.
“Su ego era más pequeño que el de cualquiera que yo haya conocido, aunque una multitud de artistas aprendieron y se beneficiaron de su conocimiento, talento y orientación.
Podría seguir hablando de su trabajo eternamente (su Hombre Araña será siempre mi Hombre Araña), pero prefiero recordar al hombre. Buena suerte, John.