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Kissinger, el gran promotor de guerras y golpes de Estado

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Kissinger es símbolo de la diplomacia estadunidense y de la 'realpolitik'. En la imagen de la izquierda, en 2017 con el entonces presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump. A la derecha, con la demócrata Hillary Clinton, cuando era secretaria de Estado, en 2011. Foto Afp
27 de mayo de 2023 08:23

Nueva York y Washington. No veo por qué necesitamos quedarnos a esperar y observar a un país volverse comunista por la irresponsabilidad de su propio pueblo, es una de las frases famosas que resumen en gran medida la mentalidad de Henry Kissinger, tal vez el estratega geopolítico estadunidense más insigne –en parte gracias a su enorme vanidad– desde la guerra en Vietnam hasta estas fechas, cuando festeja, hoy, sus cien años de vida.

Dicha frase la enunció ante el llamado Comité 40, una agrupación de operaciones secretas que encabezaba en la Casa Blanca en 1970. Tres años después, un golpe de Estado apoyado explícitamente por Washington derrocó al gobierno democráticamente electo de Salvador Allende, evento que cumple su 50 aniversario en septiembre.

El Nobel de la Paz y ex asesor de Seguridad Nacional y después secretario de Estado (1969-1977) Henry Kissinger ha sido un gran promotor de guerras a lo largo de su carrera en el gobierno y como asesor privado. Aun antes de ingresar al gabinete de Richard Nixon como su asesor de seguridad nacional, cuando era profesor en Harvard asistió secretamente en los esfuerzos de su futuro jefe para sabotear las negociaciones de paz entre Estados Unidos y Vietnam impulsadas por Lyndon Johnson, y con ello prolongó esa masiva intervención cinco años más, con decenas de miles de víctimas pagando el costo de su gran cálculo geoestratégico.

El historiador Greg Grandin ha escrito que Kissinger también fue un promotor de las dos guerras del Golfo, todo bajo su mantra de que nose toleran desafíos abiertos y menos ataques contra el poder dominante todo justificado como parte de la guerra contra el terror, lo cual continuó con Barack Obama.

Su cumpleaños ha generado la esperada ola de elogios y expresiones de admiración, es motivo de foros y actos de gala en su honor, y resaltan los logros que le dieron su celebridad –la supuesta negociación de paz, la apertura a China, el detente con la Unión Soviética, y su supuesta gran diplomacia en Medio Oriente.

En estos meses recientes, Kissinger sorprendió a muchos cuando criticó la línea estadunidense en apoyo a Ucrania, señalando los temores legítimos de Rusia ante una ampliación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y propuso una negociación para retornar a las posiciones de antes de la guerra, pues de continuar sería una conflagración frente al Kremlin. Sin embargo, cambió su posición y expresó su apoyo para incorporar a Ucrania a la OTAN.

Nadie puede acusar a Kissinger de ser suave ante Rusia y otros poderes contrincantes. Aunque muchos insisten en que es el máximo ejemplo de lo que es la realpolitik, la realidad es casi la opuesta, sugieren varios de sus biógrafos y críticos, quienes apuntan al lado muy oscuro y sangriento de esta figura. Sus críticos señalan que ha sido autor de crímenes de lesa humanidad al perseguir una visión idealista de la supremacía del poder estadunidense, algo con tremendas consecuencias dentro y fuera de su país de adopción.

Su trabajo en el gobierno estadunidense se divulga en gran dimensión en documentos oficiales desclasificados. El Archivo Nacional de Seguridad ofrece un catálogo de expedientes –antes secretos– para documentar sus actividades, incluyendo el derrocamiento de la democracia en Chile, el bombardeo secreto de Camboya, “su desdén por los derechos humanos y el apoyo a las guerras sucias, hasta genocidas, en el extranjero, como también su implicación en los abusos criminales de la administración Nixon, entre éstos las intervenciones secretas de las comunicaciones entre su propio personal”.

En torno a Chile, los documentos, de acuerdo con la presentación de propio Archivo Nacional, dejan claro que Kissinger fue el principal arquitecto de los esfuerzos de Washington para desestabilizar al gobierno de Allende desde que llegó al poder, incluyendo operaciones encubiertas para fomentar golpes militares.

En un documento se plasma cómo Kissinger convence a Nixon de proceder con intervenciones clandestinas diseñadas, según el, para intensificar los problemas de Allende para que, mínimo, pueda fracasar o ser forzado a limitar sus objetivos, y máximo crear condiciones donde un colapso o derrocamiento podría ser factible, todo esto tres días después de la toma de posesión del mandatario chileno. En 1976, Kissinger elogia al dictador militar Augusto Pinochet, y le comenta a éste: usted le hizo un gran servicio a Occidente en derrocar a Allende y agrega: los queremos ayudar.

Como señala Peter Kornbluh, jefe del proyecto sobre Chile del Archivo Nacional de Seguridad, y uno de los que armaron el expediente sobre Kissinger, en un artículo en The Nation sobre una de las carpetas desclasificadas: Kissinger logró convencer a Nixon de adoptar una política encubierta agresiva contra el mandato de Allende. El peligro, argumentó Kissinger al presidente, es que el gobierno de Allende es el primero de tipo marxista en llegar al poder por elecciones libres. Por lo tanto, argumentó, el ejemplo de un gobierno marxista electo exitoso en Chile seguramente tendría un impacto y un valor de precedente para otras partes del mundo, especialmente en Italia. La difusión imitadora de este fenómeno en otros lugares afectaría de manera significativa el balance mundial y nuestra propia posición dentro de ello.

Los documentos también ofrecen detalles sobre el apoyo personal de Kissinger a la dictadura en Argentina, y también a la Operación Cóndor y sus maniobras de asesinato contra disidentes de las dictaduras militares latinoamericanas.

Otros documentos ofrecen vistazos del manejo de la política exterior de Kissinger en torno a Timor del Este, Cuba, sobre todo en torno a la participación de la isla en las luchas de liberación en el sur de África. Estos expedientes incluyen las instrucciones para diseñar planes de contingencia contra Cuba, desde mayores sanciones hasta opciones bélicas.

Se sabe menos de sus actividades durante casi medio siglo como asesor internacional privado frente a su empresa, Kissinger Associates, pero sus declaraciones en eventos públicos por todo el mundo dejan claro que no ha cambiado mucho y, de hecho, está orgulloso de sus contribuciones.

Las carpetas del Archivo Nacional de Seguridad están disponibles en: https://nsarchive.gwu.edu/briefing-book/cold-war-henry-kissinger/2023-05-25/henry-kissingers-documented-legacy?eType=EmailBlastContent&eId=f2ab92b7-4a6c-40e8-a11b-c768224598b4.

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