San Pedro Benito Juárez, Atlixco. En San Pedro Benito Juárez, una de las poblaciones más cercanas al volcán Popocatépetl, a 11 kilómetros del cráter, el mayor temor de la gente ante una eventual erupción mayor es por la suerte de sus animales, pues recuerdan que en 1994, cuando evacuaron por otra contingencia del Popocatépetl, sus gallinas, burros y caballos murieron por el descuido oficial, ya que no se le permitió regresar de los albergues para alimentarlos y darles agua.
Durante un recorrido hecho por esta casa editorial, personas mayores dijeron que preferirán quedarse al lado de sus animales antes de volver a evacuar, aunque los jóvenes dicen que sí saldrían si las autoridades así se los indicaran por una emergencia.
Otro factor que causa zozobra en los campesinos de esta región del municipio de Atlixco, a 54 kilómetros de distancia de la capital poblana, es la alteración del ciclo agrícola por la caída de la ceniza, pues afirman que para estos momentos tendrían que estar sembrando maíz, a fin de hacer la cosecha entre octubre y noviembre próximos, pero el material expulsado por el coloso y la expectativa ante una evacuación súbita los mantiene dentro de sus casas, a la espera de indicaciones de las autoridades.
Los labriegos entrevistados, como Sandra Tecóatl, manifestaron su temor a que la temporada de lluvias se les pase sin poder sembrar, lo que agravaría su de por sí precaria economía familiar, afectada porque los mercados disminuyeron sus compras durante el periodo de encierro obligado por la pandemia.
San Pedro Benito Juárez, llamado por sus habitantes más antiguos como San Pedro Coaco es una junta auxiliar de Atlixco, de las más alejadas de la Zona Metropolitana de Puebla y las más cercanas a Don Goyo.
Habitualmente fuera del foco oficial y mediático, siempre que hay una elevación en el comportamiento eruptivo del Popocatépetl, San Pedro se vuelve la base de operaciones de las fuerzas armadas, policiacas, organismos de protección civil y medios de comunicación.
Pero el abandono que padece Coaco fuera de la emergencia puede evidenciarse en su templo, uno de los más antiguos de México -su edificación inició en 1535 y culminó en 1550-, que sufrió graves estragos por el sismo del 19 de septiembre de 2017 y que a la fecha sigue sin ser reparado.
Ahora que la atención pública ha vuelto al pueblo, los vecinos la han aprovechado para pedir que su iglesia sea arreglada, porque el estado de siniestrada en que se encuentra también contribuye a conflictos entre los feligreses.