Ciudad de México. La expresión poética, incluso del dolor y el sufrimiento de millares de personas muy golpeadas por la guerra, pero con una enorme esperanza y capacidad de resistencia
, integra el libro La maleta colombiana II: Viaje de vuelta. Así lo expresó el sicólogo y escritor español Carlos M. Beristain sobre su texto editado de forma reciente.
El integrante de la Comisión de la Verdad de Colombia explicó a La Jornada que en el título hay un ejercicio de escucha de mucha gente, de las historias olvidadas, escondidas y guardadas a veces, porque es muy difícil hablar de muchas de las cosas que cuenta, del exilio colombiano y las víctimas de la guerra
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Beristain destacó los tesoros que existen en muchos de los testimonios que recaudó: “Vidas, formas de resistencia, ejemplos de humanidad, que habitan en esa narración de una historia real de una persona o una comunidad.
Cosas que me han tocado para poder contarlas en un lenguaje diferente, no el analítico y descriptivo de la historia, sino uno más literario, que nace de cómo hablamos de cosas tan difíciles de contar, pero también rescatamos la poesía que tienen.
El volumen incluye ilustraciones del autor y fue editado por la Universidad del País Vasco y su Hegoa (Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional). El texto cuenta con una licencia de Creative Commons y se puede descargar del sitio web https://publicaciones.hegoa.ehu.eus/uploads/pdfs/672/M-7167_maleta-colombiana-2.pdf?1681831410
El narrador mencionó que escuchó víctimas en el sentido de que han sufrido hechos traumáticos de carácter político. No se puede despolitizar la experiencia de quienes huyeron sin más, por una persecución, una amenaza, un miedo que tiene una causa social y política. No perder el lazo con eso es muy importante para que no queden como historias aisladas
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Beristain, quien participa en el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) creado para asistir a las familias de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 de septiembre de 2014, añadió que son víctimas, pues han vivido un sufrimiento injusto que no deberían haber padecido y debe ser intolerable también para la sociedad. Pero no son víctimas en su identidad. Son personas resistentes, que han tratado de rehacer su vida desde las cenizas, porque no había pedazos
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Historia invisible
Refirió que esas personas “tratan de contar una historia para que la gente les crea, porque el exilio es una historia invisible en Colombia. A veces la han tenido que guardar en su corazón durante muchos años. Una refugiada colombiana me dijo una vez que ser refugiada es convencer al otro de que tu verdad vale la pena, porque al asilado no se le cree, se le señala.
Al menos al refugiado colombiano la negación por muchos años del conflicto armado en el país por el gobierno le quitó la posibilidad de un marco de reconocimiento afuera. No ha tenido los reconocimientos del exilio republicano español o el de los de las dictaduras del Cono Sur, en Europa, aquí o en otros lugares.
Carlos Martín Beristain afirmó que su libro cuenta las historias de mucha gente para poder tocar, porque a veces las categorías de víctima, exilio, refugiado no nos permiten dejarnos tocar por lo que han pasado
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El especialista, que ha trabajado durante casi 40 años con víctimas de violaciones de sus derechos humanos y en proyectos de memoria colectiva, relató que “mucha gente ha tenido que ocultar su militancia política y su actividad. Son refugiados o personas que también sufrieron persecución en diferentes países, por los estigmas políticos o señalamientos.
Hay historias de todo. Personas que tuvieron que salir del país por las FARC, los militares, los agentes del Estado; hay historias de jueces, fiscales, líderes campesinos, de mujeres que resistieron el reclutamiento. Aquí cuentan lo que han querido de sus propias vidas y también con una reflexión que yo trato de hacer desde mis propias experiencias.
Existen, continuó Beristain, elementos comunes que ayudan a rescatar las formas de resistencia, los impactos del silencio y las consecuencias de las segundas generaciones, siempre buscando una manera distinta de acercarse a esas experiencias
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Aseveró que no se reduce a un país y a un conflicto. Una víctima o un familiar de México puede ver esa historia como parte de la suya. Hay una dimensión más compartida. Mi trabajo en varios países, siempre ha sido y ha tenido esa dimensión
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En torno a los jóvenes afectados, el especialista refirió que una muchacha en Francia le dijo: “He vivido siempre en una casa con una habitación oscura, cerrada, que no se podía abrir, que era lo que había pasado en Colombia. Sabíamos que estaba ahí, pero no sabíamos qué era. Condicionaba toda nuestra insistencia, pero no podíamos hablar sobre ello.
La comisión ha sido también una oportunidad de abrir todas esas puertas, esas ventanas y hablar de las cosas que duelen, que son difíciles, pero son parte de la construcción de la identidad de esos jóvenes. Es una expresión muy positiva.