Para Mónica, madre soltera de 38 años y con una hija, el 10 de mayo no hay flores ni festejos suntuosos. Todos los días su jornada de trabajo iniciaba a las siete de la mañana y concluía pasada la medianoche, hasta que hace un par de días la empresa de relaciones públicas donde laboró, quebró y quedó desempleada.
Desde hace siete años se ha enfrentado a realizar múltiples tareas –entre el trabajo remunerado, actividades del hogar y de cuidados– y a la complejidad de encontrar un trabajo con flexibilidad que se ajuste a sus necesidades, a costa incluso de recibir su sueldo en pagos parciales o a destiempo, sin prestaciones ni seguridad social, sin olvidar las deudas que en ocasiones adquiere para solventar sus gastos.
Hasta la semana anterior, a Mónica le esperaba un día de trabajo de al menos 15 horas como personal de relaciones públicas en una consultora para colocar al menos seis restaurantes de la ciudad entre las preferencias de los comensales.
Su otra jornada, de alrededor de cinco horas, la repartía en sus traslados y “cuidar a mi hija, recogerla de la escuela, preparar sus alimentos y revisar sus tareas”, situación que se complica a diario pues la mayoría de las veces ha carecido del apoyo familiar, lo que la ha obligado a contratar a alguien que cuide de la niña o llevarla consigo a su trabajo, por lo que el desafío es aún mayor.
Esta situación es el común denominador de algunas de las millones de mexicanas, pues siete de cada 10 que participan en el mercado laboral son madres, según datos del Inegi.
Las múltiples tareas a las que se enfrentan las mujeres ocupadas, implica que ellas dediquen alrededor de 28 horas semanales a labores domésticas y de cuidado, mientras que los hombres lo hacen menos de 6 horas a ambas actividades.
Así, las mujeres siguen enfrentando obstáculos para entrar, permanecer y crecer en el empleo, por lo que terminan trabajando en la informalidad “porque es flexible”, al tiempo que se ven excluidas del mercado laboral formal que tiene “restricciones” y prácticas “discriminatorias”, como el límite en la edad para ser contratadas, señaló Mariana Becerra, investigadora del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Enfatizó que se requiere fortalecer el sistema de cuidados infantil, para que haya más movilidad social y facilitar a las mujeres incorporarse a un empleo, con acceso al retiro y a los servicios de salud.
Un estudio de ManpowerGroup señala que 8 por ciento de las mujeres no pueden volver a trabajar debido a la dificultad que representa el cuidado de los hijos. Además, menciona, el año pasado una de cada tres de ellas consideró dejar su empleo o cambiar su carrera profesional.
Mónica es una de las 38 millones de mujeres trabajadoras en México que son madres de familia. Pero este día espera un día singular, porque pese a la incertidumbre del desempleo, “sólo tener a mi hija me hace sentir feliz”, remata con una sonrisa plena.