Moscú. El conflicto entre la cúpula militar rusa y el controvertido magnate Yevgueni Prigozhin, dueño del grupo de mercenarios Wagner, continúa subiendo de tono después de que se le ordenó permanecer en sus posiciones en Bakhmut bajo la amenaza de cometer “traición a la patria” en caso de abandonarlas y si no recibe las municiones que él insiste en reclamar, no debería descartarse la posibilidad de que termine en una balacera con… las tropas rusas.
A través de sus medios y canales en Internet, Prigozhin difundió este miércoles un panorama de la situación en Bakhmut que no se corresponde con los partes de guerra siempre exitosos del ministerio de Defensa. Sostiene que Bakhmut “no tiene ninguna importancia estratégica” y que aceptó enviar ahí a sus hombres para ganar tiempo después de los “descalabros del ejército regular en Járkov, Jersón y otras regiones”, así como para “agotar a las tropas enemigas y permitir la llegada de refuerzos mediante la campaña de reclutamiento”.
Cuenta que la “efectividad del molino de carne de Bakhmut empezó a decaer desde abril pasado por rivalidades internas” y los Wagner empezaron a recibir menos municiones, mientras “el ejército de Ucrania empezó a preparar su ofensiva”. Explica que, al “ver reducido el número de sus combatientes” (entre muertos y heridos) se vio en la necesidad de ceder los flancos al ejército ruso. “Ahora –agrega– existe el riesgo real de que el grupo Wagner caiga en un cerco por las fallas en los flancos, que se están cayendo en pedazos”.
Se queja de que “sin municiones, el molino funciona a la inversa: el ejército ucranio va a machacar al grupo Wagner”, por eso dijo que el 10 de mayo se retirarían de ahí para “salvar la vida” de los combatientes, el 6 prometieron entregarle las municiones que solicitó, el 8 y el 9 no llegaron y todavía siguen esperándolas.
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