Ciudad de México. México es un puente, un actor clave, una voz respetada en el concierto internacional y un líder para otras naciones de América Latina. Todos estos elogios, propios del lenguaje diplomático, sirvieron para que el embajador de la Unión Europea en México, Gautier Mignot, dijera que nuestro país necesita enormes inversiones privadas si es que quiere cumplir con las metas ambientales a las que está comprometido.

Mignot habló en una rueda de prensa realizada en la representación de la UE, en la zona de embajadas de Las Lomas, un edificio coronado con dos banderas: la del bloque europeo y la de Ucrania, país al que la UE proporciona armas, asistencia humanitaria y corredores para sacar sus productos agrícolas.

“Entendemos y respetamos la voluntad del gobierno mexicano de reforzar el papel, el protagonismo del sector público, de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en particular, y nos parece bien que la CFE invierta en energías renovables”, dijo Mignot, sólo para agregar, siempre con suaves modos diplomáticos, que las decisiones del gobierno mexicano en materia de energía “han frenado” inversiones que caminaban “muy fuertemente” en renovables y que, en plata, ascendían a 14 mil 300 millones de dólares.

La ocasión fue la víspera del Día de la Unión Europea, que se conmemora este 9 de mayo y sirvió para que el representante del bloque que agrupa a 27 países se refiriera también a una larga negociación -comenzó en 2016- que no ha fructificado, del Acuerdo Global México-UE.

El Acuerdo Global modernizado reemplazaría al firmado en el año 2000 y ha enfrentado “durante mucho tiempo un tema legal complicado”.

Tras una resolución del Tribunal de Justicia europeo, relacionado con la ratificación, se han buscado fórmulas para agilizar una negociación que suma ya siete años.

“La UE ­proponía dividir el acuerdo en tres partes para facilitar su ratificación: una sección comercial, una sección sobre diálogo político y cooperación y una tercera sobre protección de inversiones. México ­rechazó ­esta propuesta e insistió en que la ratificación tenía que ser del tratado como un todo”, escribió en estas páginas Miguel Urbán, diputado de izquierda en el Parlamento europeo, en noviembre del año pasado.

“Se ha encontrado una fórmula para agilizar la ratificación del acuerdo”, dijo el embajador. Aunque hace falta un ingrediente: “Esperamos que se confirme a nivel político esa solución para poder seguir adelante”.

A la espera de esa decisión, el diplomático habló de las razones de la importancia de México: segundo país del subcontinente por su población, “puente” entre el G7 y países emergentes, así como liderazgo “tradicional” en la región. “Es un país que está en el cerro del juego”.

En esa línea, destacó los esfuerzos de la diplomacia mexicana contribuyeron a destrabar la relación de la UE y Latinoamérica. Gracias, en parte a la presidencia pro tempore (2021) de México se llevará a cabo en julio próximo, en Bruselas, la cumbre UE-Celac que no se realizaba a cabo desde 2015.

“El presidente Andrés Manuel López Obrador está invitado, pero sea quien sea la representación de México en esta cumbre, estoy seguro que jugará un papel clave”.

En otros ámbitos de cooperación, el embajador destacó el reciente lanzamiento de la campaña De frente a la libertad, con la participación del gobierno mexicano, y encaminada a la protección de periodistas y defensores de los derechos humanos.

Igualmente, habló del respaldo de la UE a un programa de integración laboral que ha beneficiado a 25 mil refugiados; así como de la asistencia técnica que brinda a la Comisión Nacional de Búsqueda” para desarrollar una “estrategia de identificación masiva” para hacer frente a una crisis que contabiliza más de 100 mil desaparecidos.

En esta área, dijo, el gobierno mexicano “tiene una estrategia clara que puede ser que llegue al éxito”.