Madrid. Francia vivió una jornada de movilización y “cólera social” con una conmemoración histórica del 1° de mayo, en la que hubo más de dos millones 300 mil personas, según los sindicatos, y 782 mil, según el ministerio del Interior, manifestándose en las calles de todo el país contra la política neoliberal de Emmanuel Macron y su plan de reforma del sistema público de pensiones. No había registros de una protesta tan masiva en el Día del Trabajo desde hace más de veinte años, la del año 2002, que fue similar. Si bien también hubo duros enfrentamientos y un saldo provisional de detenidos de 292 personas.
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El descontento y el malestar social también se expresó de forma masiva y contundente en otros países europeos, como Alemania, Reino Unido, Italia, y España, donde se escuchó un mismo clamor: que la inflación no siga ahogando a la clase trabajadora por la pérdida de poder adquisitivo constante y sin tregua desde el año pasado.
Los sindicatos franceses y centenares de miles de jóvenes y ciudadanos indignados tomaron de nuevo las calles de las principales ciudades de Francia. Se trataba de la décimo tercera convocatoria de huelga general y paros laborales masivos en el país desde enero pasado, cuando se conocieron los planes del gobierno de Macron para reformar el sistema de pensiones y aumentar dos años la edad de jubilación, de 62 a 64, e incrementar un año el de cotización para convertirse en pensionado, de 42 a 43.
Las agrupaciones sindicales convirtieron este Primero de Mayo en un nuevo día de la “cólera social”, con más de 300 actos de protestas, en los que se registraron afluencias masivas en las principales ciudades, como París, donde hubo más de 550 mil, según la Confederación General del Trabajo (CGT), y 117 mil, según la preferctura de policía de la capital francesa. O en Lyon, Nantes, Rennes, Marsella, Burdeos, Montpelier, Toulouse, Lille y Dijon, entre otras.
Las protestas de esta jornada mostraron la fuerza del movimiento sindical francés, que ha ganado prestigio y adeptos desde la aprobación de la reforma de las pensiones, aprobada por decreto el pasado 15 de abril. El año pasado, cuando aún no se conocían los planes de Macron, las manifestaciones del Día del Trabajo únicamente sacaron a las calles del país a alrededor de 116 mil personas, frente a los más de dos millones 300 mil de este año, que además es la más multitudinaria desde que inició el conflicto.
Así que se trata de la protesta más multitudinaria del siglo XXI en Francia, si acaso similar a la que ocurrió en el 2002, cuando más de un millón de ciudadanos salieron a las calles para expresar su repudio al discurso ultraderechista de Jean Marie Le Pen, que pocos días antes de se había convertido en uno de los dos aspirantes a la presidencia del país.
Al igual que en las jornadas de lucha precedentes, miles de manifestantes se enfrentaron con la policía y la gendarmería francesas, que se volvieron a desplegar por todo el país. El plan del ministerio del Interior supuso la activación de hasta 12 mil agentes en el territorio, de los cuales cinco mil se localizaron en París para reprimir a los manifestantes.
Y de nuevo se volvieron a registrar numerosas escenas de enfrentamientos y lucha en las calles, que los agentes franceses intentaron anular con gases lacrimógeneso y utilizando la fuerza física.
Los líderes sindicales franceses coincidieron en que la movilización de esta jornada suponía “uno de los más importantes de la historia”, según palabras de la secretaria general de la CGT, Sophie Binet, quien además advirtió que “no bajaremos los brazos y seguiremos en la lucha”. El líder de la plataforma sindical Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), Laurent Berger, coincidió en la valoración, al sostener que “es un gran 1 de mayo.
No es el final de la lucha, es la protesta del mundo del trabajo contra esta reforma. Así que tomamos nota de la promulgación de la reforma, pero no la aceptamos. Aún disponemos de mecanismos para oponernos”.
Con gritos de “Macron, dimisión” y de repudio a la reforma laboral, la mayoría de los manifestantes expresaron su rechazo de forma pacífica en las calles, pero también hubo algunos colectivos que atacaron con cocteles molotov a la policía y arremetieron con piedras y pintura contra algunos edificios y tiendas de lujo, sobre todo en París, de hecho en la plaza de la Nación se registró un incendio cerca de un edificio en obras, que rápidamente fue apagado.
Además un manifestante sufrió heridas graves en una mano en Nantes y unas dos mil personas ocuparon durante unas pocas horas en Marsella un hotel de lujo. Los datos provisionales de las detenciones era de 292 al filo de las diez de la noche de Francia, pero se prevé que a lo largo de la noche y la madrugada aumente el número.
Medida regresiva en Italia
En medio de las reivindicaciones de la clase trabajadora en Europa y el mundo, el gobierno de Italia, de la ultraderechista Giorgia Meloni, anunció un plan con el que pretende aprobar por decreto una reforma laboral parcial sin el consenso de las partes implicadas y liquidar la renta ciudadana que instauró el Gobierno del Movimiento 5 Estrellas. El plan acometerá reformas de calado del mercado laboral y de los tipos de contrato. La iniciativa activó aún más las alertas de los sindicatos italianos, que aprovecharon para movilizarse de forma masiva en Roma y el resto de ciudades principales.
En Alemania también se registraron importantes protestas, en las que casi 300 mil personas, según cifras de los sindicatos, reclamaron en las principales ciudades del país que se compense a la clase trabajadora con un aumento salarial acorde con la espiral inflacionista, para lo que hicieron un llamado a la patronal para que se siente a negociar los contratos colectivos de forma justa y acorde a la situación actual. “Hay que luchar por el progreso social. Por sí solos y de manera claramente racional, en el mundo de los ejecutivos no ocurrirá nada en absoluto por el bien común, o por un buen mundo laboral o contra el cambio climático”, aseguró Yasmin Fahimi, presidenta de la Federación Alemana de Sindicatos (DGB).
En España también se movilizaciones los sindicatos, con una respuesta por parte de los afiliados más discreta. Se calcula que salieron a las calles algo menos de 10 mil personas en todo el país, según el gobierno español, y lo hicieron también para reclamar a las agrupaciones patronales un nuevo contrato colectivo que mitigue su pérdida de poder adquisitivo.
En el Reino Unido siguieron las movilizaciones de los trabajadores del sector público, entre ellos las del sector salud y los enfermeros, que también reclamaron ajustar sus sueldos en función del incremento del costo de la vida. F