Ciudad de México. La covid no ha hundido el consumo de productos nocivos para la salud, como el tabaco, los refrescos, otras bebidas azucaradas y alimentos con alto contenido calórico, pese a que la enfermedad ancla sus agravantes en comorbilidades como la diabetes o la obesidad, de acuerdo con datos presentados por Francisco Javier Arias Vázquez, jefe de la Unidad de Política de Ingresos Tributarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Luego de un breve descenso en 2019 y en 2020, cuando aparejado al inicio de la pandemia una parte de la fuerza de trabajo dejó de salir a las calles para laborar, los ingresos públicos por impuestos a productos nocivos para la salud se mantienen estables, incluso con ligeras alzas. Tan sólo el año pasado llegaron 180 mil 578 millones de pesos, 3.5 por ciento más en términos reales antes del covid.
Durante su participación en la Cátedra SHCP 2023 realizada en la Universidad Nacional Autónoma de México, Arias Vázquez explicó que este tipo de impuestos no tienen como función eliminar el consumo absoluto de productos nocivos, sino desincentivarlo; mientras se incrementa la recaudación. Esta última para compensar el costo que su ingesta tiene para las finanzas públicas, vía la demanda de los sistemas de salud.
“El objetivo es reducir el consumo de esos productos porque están generando presiones para las finanzas y salud publicas”, recalcó el funcionario. Destacó que desde 2014 que se implementaron y reforzaron dichos gravámenes, la recaudación de impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) que se impone a productos nocivos para la salud, se ha mantenido relativamente estable.
El IEPS se cobra a tabacos labrados, bebidas alcohólicas, cerveza y bebidas refrescantes, bebidas energetizantes, bebidas saborizadas y alimentos no básicos con alta densidad calórica; y son las empresas las que determinan en qué proporción trasladan o absorben parte del gravamen para el usuario final.
Con base en un estudio del Instituto Nacional de Salud Pública, Arias Vázquez mostró que luego de 2014 las empresas de refrescos trasladaron el IEPS completo, más 50 por ciento, al consumidor final, esto en sus presentaciones de menor tamaño y fueron reduciendo esa carga conforme aumentaba el volumen del producto; por su parte, las empresas de jugos absorbieron parte del gravamen.
El IEPS ha mostrado su función, aseguró el jefe de la Unidad de Política de Ingresos Tributarios, dado que durante los tres años previos a su entrada, las ventas por habitante en la industria refresquera reportaron un crecimiento promedio de 2 por ciento, mientras de 2014 a 2015 registraron una caída de 4.7 por ciento; al tiempo que la comercialización per cápita del agua aceleró de 3.4 por ciento a 10.5 por ciento en los mismos periodos.