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"El Estado mexicano debe más a Obregón que a Madero, Carranza, Villa o Zapata"

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Felipe Ávila, director del Inehrm, considera que un estudio reciente sobre Obregón era una laguna que había que llenar. Foto cortesía de Siglo XXI Editores
12 de abril de 2023 09:06

Ciudad de México. El historiador Felipe Ávila, uno de los más reconocidos especialistas en la Revolución Mexicana, afirma sin ambages: El Estado mexicano posrevolucionario debe más a Obregón que a Madero, Carranza, Villa o Zapata.

No obstante, aclara, es una circunstancia que de muy poco le ha valido a ese prócer sonorense para ocupar el sitio que merece en la historia nacional. A pesar de que es uno de los personajes centrales del México revolucionario y posrevolucionario, Obregón es acaso del que menos se ha hablado y del que la gente menos conoce.

De allí que el también sociólogo y director del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm) busque resarcir esa deuda histórica con una biografía en la que da cuenta de los claroscuros en los que se ve envuelta la corta vida de ese personaje, nacido en la hacienda de Siquisiva en 1880 y ultimado a traición en la Ciudad de México en 1928.

Álvaro Obregón: Luz y sombra del caudillo es el título de la obra publicada por Siglo XXI Editores, en la colección Vidas para Leerlas, que se presentará el próximo domingo a las 16 horas en la Feria del Libro de La Alameda.

Hacía falta un nuevo libro sobre Obregón; primero, porque los que hay fueron escritos hace muchos años, la mayoría por investigadores extranjeros, estadunidenses, que estudiaron a ese personaje en los años 50 y 60. Ha sido un personaje olvidado, un personaje secundario al que no se le ha prestado mucha atención, considera Felipe Ávila en entrevista con La Jornada.

“Hacía falta porque es el más importante jefe militar de la Revolución Mexicana, sin ninguna duda, y también uno de los más hábiles políticos que produjo ese episodio histórico. De su generación, es el mejor guerrero y el más hábil político, por eso me sorprendía que no se le hubiera prestado mucha atención, que estuviera olvidado y los historiadores se concentraran más en Madero, Villa o Zapata.

Yo mismo he trabajado mucho a Zapata; me parecía, entonces, que un nuevo estudio sobre Obregón era una laguna que había que llenar, y al hacerlo me di cuenta de su importancia. Quizá la novedad de este libro es que enfatizo con mucha fuerza, lo pongo como una de mis tesis principales, el papel central de ese caudillo.

Según el investigador, Álvaro Obregón fue el inspirador y promotor del Estado corporativo, clientelar, que se erigió en México una vez concluida la lucha armada, al promover la organización de los campesinos, los trabajadores, los sectores populares bajo la conducción del Estado, en una alianza benéfica tanto para éste como para esas organizaciones sociales.

De todos los líderes de la Revolución Mexicana, Obregón fue el primero que supo la importancia de establecer una alianza con las organizaciones sociales, una alianza política, de controlar sus liderazgos y de otorgarles concesiones desde el poder, explica.

“Ése es uno de los grandes cimientos del Estado mexicano del siglo XX, el cual fue continuado por Plutarco Elías Calles y después perfeccionado por Lázaro Cárdenas, con la creación de las grandes centrales sindicales como las confederaciones de Trabajadores de México (CTM) y Nacional Campesina (CNC), además de los grandes sindicatos de industria nacionales: los mineros, los ferrocarrileros, los electricistas.

Ese Estado corporativo, con esas organizaciones sociales controladas desde el poder político, dieron legitimidad, fortaleza y estabilidad política a buena parte del siglo XX mexicano. Es un Estado que demostró su eficacia al ser el más longevo en el siglo XX a nivel internacional, incluso duró más que el Estado soviético, colapsado en 1989.

Sostiene que es un Estado que no ha podido ser desmantelado. Hasta hoy sigue vivito y coleando porque las principales organizaciones sindicales, que no representan a los trabajadores, son liderazgos que se perpetúan casi de manera vitalicia en el poder.

Sin escrúpulos para traicionar

Según Felipe Ávila, el abandono hacia el sonorense se debe a que fue un personaje polémico: “Como la mayoría de los grandes personajes, hay gente que lo tiene en alta estima y otra que lo condena. Obregón es una especie de Highlander mexicano: el guerrero que mata a todos sus rivales y queda casi como el único sobreviviente.

“Es el único general invicto –creo– en la historia de México, el único que nunca perdió una batalla. Y por eso también es un gran animal político, capaz de tejer alianzas que le benefician, de sacar provecho de éstas, de ofrecer sus servicios, que eran muy grandes, a sus aliados y que también no tenía escrúpulos para traicionarlos”, como lo hizo con el gobernador José María Maytorena y Francisco Serrano, quien era su mano derecha, así como con el propio Venustiano Carranza.

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