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Grandes Ligas apoyan torneo infantil

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Ayer comenzó la cuarta edición de la MLB Cup, en la que participan niños de 11 a 12 años y, por primera vez, equipos femeniles Sub-15. El torneo se realiza en los campos de las ligas Maya y Olmeca, en la CDMX. Las familias, pero sobre todo las madres, son parte esencial para mantener la tradición beisbolera. Para los menores, el buen papel que tuvo México en el Clásico Mundial los dejó muy motivados. Foto Pablo Ramos
11 de abril de 2023 07:18

Ciudad de México. El beisbol existe en México gracias a las familias. Es un asunto de tradición lineal, un patrimonio que se comparte como herencia. Un abuelo, una abuela, una madre o un padre que lo transmiten a las infancias que terminaron por llevarlo como si tratara de un gen con gorra.

Pero sobre todo existe gracias a las mamás, esas mánagers no oficiales sin las cuales no funcionaría ninguna novena infantil. Ellas son las que viajan con los peloteritos y peloteritas, las que apartan las estancias, consiguen transportes, hoteles y alimentación, porque en las categorías menores los gastos corren por cuenta de la familia.

En el primer día de la MLB Cup, cuarta edición del torneo organizado por las Grandes Ligas con representantes de todo el país y que se lleva a cabo toda la semana en los campos de las Ligas Maya y Olmeca. Participan niños de 11 a 12 años y por primera vez hay categoría de mujeres, con equipos de niñas Sub-15.

Este país es pelotero, pero a veces se olvida, dice el mánager de la Liga Regiomontana, José Luis Vázquez, mientras reagrupa a sus chicos, todos rondando los 12 años.

Hay tanto ruido con otros deportes, que a veces no recuerdan que hay estados con una gran tradición beisbolera, que es lo que une municipios y ciudades enteras en el país, agrega para dejar constancia que este deporte no sólo es un pasatiempo, sino también un acontecimiento social, con familias enteras que se desplazan para apoyar a los suyos.

No sólo es un acto deportivo, dice el mánager, porque en el país hay poblaciones que orbitan alrededor de la temporada de beisbol.

No sólo tiene un efecto co-mo deporte; quienes están aquí aprenderán otras cosas; serán mejores personas y queremos pensar que mejores ciudadanos, advierte José Luis Vázquez.

Hay un efecto notorio del papel de México en el Clásico Mundial que se disputó en marzo y donde alcanzaron el tercer lugar. Las niñas y niños se entusiasman al recordar a los peloteros de Grandes Ligas; sobre todo, se emocionan al evocar a Randy Arozarena.

En el diamante ellas y ellos aprovechan cualquier acierto, un imparable o una carrera para posar con los brazos cruzados. Incluso si perdieron, cuando les toman fotos, emu-lan esa pose pícara de Arozarena.

Todos mis amigos estamos muy motivados por lo que hizo México en el Clásico, ver a Arozarena, a Julio Urías, después de eso muchos queremos ser jugadores de Grandes Ligas y es como un sueño que queremos cumplir, comparte Gadiel Villaseñor, un pequeño infielder y serpentinero de Monterrey que tiene claro su futuro como profesional.

Ya vimos que somos buenos en el beisbol, bueno, mejores que enel futbol, dice entre risas mientras sus compañeros le celebran la broma y hacen mohín cuando se menciona el balompié.

En los partidos que apenas inician, las gradas son representaciones de lo que este deporte ocupa en la vida social de una diversidad de municipios y ciudades de la república mexicana. Con una rica variedad de acentos se escucha a las familias que aconsejan y echan porras. Es un duelo para lucir a la porra más ruidosa e ingeniosa, nunca con escarnio del rival, aquí sólo se busca ser ocurrente.

Cantan con la tonada de El buey de la barranca: “Sacaremos ese out de la tercera, sacaremos ese out de la segunda, sacaremos ese out de la primera, y luego luego nos iremos a batear”.

Dos abuelas conversan sobre sus nietos que jugarán más tarde. Una de ellas presume que el año anterior su muchacho dio un gran torneo y fue elegido por una de las mejores jugadas. Hablan con dominio del tema, mencionan líneas, robos de bases, doble play y batazos Texas.

Una sabe de esto, porque toda nuestra vida hemos estado en los parques de pelota los fines de semana, acompañamos a esposos, hijos y ahora nietos, comenta una de ellas.

Y también jugando, ataja una señora que viene de León, Guanajuato, para acompañar a sus dos hijas; yo jugaba softbol, porque en mi época no había beisbol para mujeres, pero de que jugaba sí que jugaba.

Cuando termina la primera jornada de partidos las mamás retoman su papel de coordinadoras de los equipos, organizan y dan instrucciones hasta a algunos entrenadores. Ellas saben lo que hay que hacer. Esto es beisbol y si está vivo es por ellas.

 

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