Jerusalén. Los partidos oficialistas y de la oposición israelíes inician este martes un "diálogo" sobre la reforma de la justicia que el primer ministro conservador Benjamin Netanyahu puso en "pausa" ante la ola de protestas que desde enero sacuden al país.
El presidente de Israel, Isaac Herzog, indicó en un comunicado que recibirá a las 19H30 locales (16H30 GMT) a "los equipos de trabajo (...) a la primera reunión de diálogo en su residencia esta tarde".
Netanyahu anunció el lunes, ante la amplitud del movimiento que paralizaba hospitales, vuelos y otros servicios, que su reforma entraba en "pausa".
"Cuando hay una posibilidad de impedir una guerra civil mediante el diálogo, como primer ministro hago una pausa para el diálogo", declaró en un discurso televisado.
El anuncio marcó un giro de la postura del jefe de gobierno, quien el domingo había destituido a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por abogar por esa misma decisión.
Los dos principales dirigentes de la oposición, los centristas Yair Lapid y Benny Gantz, se dijeron dispuestos a entablar discusiones bajo la égida de Herzog, quien desde hace semanas propone mediar en la crisis, pero advirtieron contra cualquier maniobra de Netanhyahu.
Lapid afirmó que quiere asegurarse de que la "pausa" no es "una treta o un engaño".
Los partidos de ambos dirigentes advirtieron además en un comunicado conjunto que abandonarían "inmediatamente" la negociación si el gobierno enviaba al Parlamento una de las medidas más polémicas de la reforma, sobre la composición de la comisión que designa a los jueces.
Algunos analistas veían en la iniciativa ante todo una jugada maestra de Netanyahu para salir de apuros.
El primer ministro "supo cómo transformar, con palabras bonitas, una derrota aplastante en un empate", escribió Nahum bernea, editorialista del diario Yediot Aharonot.
"Poco importa lo que diga o haga, me parece que no goza de mucha confianza, ni siquiera entre los miles de manifestantes de derecha de ayer", agregó, en referencia a la primera contramanifestación convocada el lunes en Jerusalén por los partidarios de la reforma.
El gobierno afirma que la reforma pretende reequilibrar los poderes, dando mayores atribuciones al Parlamento en detrimento de la Corte Suprema, a la que considera politizada.
Sus opositores sostienen en cambio que esa reforma compromete la independencia de la justicia.
Sin vuelta atrás
La crisis reveló hondas divisiones en la tambaleante coalición de Netanyahu, que incluye a partidos de extrema derecha y ultraortodoxos.
El ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, afirmó el lunes en Twitter que "no habrá vuelta atrás" con la reforma judicial.
Su colega de gabinete, también de extrema derecha, el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, presionó a sus seguidores a manifestarse a favor de las reformas.
El partido Poder Judío, de Ben-Gvir, reveló el lunes que la decisión de aplazar la legislación incluye un acuerdo de expandir su cartera, luego de que amenazara con renunciar si se paralizaba el proyecto.
El periodista político Yosi Verter publicó en el diario izquierdista Haaretz que la pausa fue "una victoria de los manifestantes, pero quien realmente lo dobló y pisoteó (al primer ministro) es Itamar Ben-Gvir."
"Netanyahu salió de esta historia como una naranja exprimida", según Verter.
La crisis golpeó la imagen de la coalición entre el público israelí tres meses después de llegar al poder.
El partido derechista Likud, de Netanyahu, cayó siete puntos en una encuesta del canal 12, que vaticinó que el gobierno perdería su mayoría en el Parlamento de 120 escaños si se celebraran elecciones.
Por otro lado, el martes corrían rumores sobre una posible restitución en su cargo del destituido ministro de Defensa, quien el lunes saludó "la decisión de frenar el proceso legislativo para conducir un diálogo".