Por un lado, la abundancia informativa no ha traído claridad a la opinión pública. Acaso confusión. Por el otro, parece haber en el sector, como en el conjunto del sistema político, un problema de legitimidad. Atados a intereses particulares, de orden político, mercantil o patrimonial, los medios informativos han ido perdiendo credibilidad y eficacia, o bien aprovechan su penetración para ejercer su prepotencia y una distorsión intencional. Hay excepciones.
El rasgo central de los medios es que ya eran políticamente desequilibrados y se han desplazado aún más hacia la derecha. Los dominan el conservadurismo ideológico y la estrecha lógica mercantil, cuando no la alianza extranacional.
En esas condiciones creemos que los más diversos sectores de la sociedad y el propio Estado reclaman nuevas posibilidades de información y crítica. Para responder a esa expectativa hemos decidido fundar una sociedad para la comunicación y un periódico diario cuyo nombre, votado en asamblea, habrá de ser La Jornada.
Es nuestra vocación política estimular la participación de lectores en favor de causas que juzgamos fundamentales:
1. La ampliación y defensa de la soberanía y la independencia nacionales, así como la solidaridad con las luchas que otros pueblos dan para hacer realidad esos principios.
2. La defensa del diario ejercicio de las garantías individuales y sociales que recogen las leyes fundamentales de México.
3. El compromiso con las necesidades y demandas de los trabajadores del campo y de la ciudad, así como de las mayorías marginadas del país.
4. La democratización formal y real de la vida pública mexicana, el ensanchamiento y multiplicación de su pluralidad política y el respeto a los derechos legítimos de las minorías.
5. La distribución igualitaria de la riqueza socialmente creada y la limitación de privilegios políticos y económicos de toda índole.
Nos proponemos hacer de La Jornada un diario de sólida factura profesional, que equilibre a sus páginas la información abundante y la reflexión de fondo sobre los problemas de la hora.
Un diario de profesionales de la información, basado en la investigación cuidadosa, el reportaje especial, la crónica libre, la entrevista amplia y oportuna.
Un diario que consigne en sus páginas el movimiento de la sociedad, la realidad diaria y anónima de personas y sectores. Esa experiencia de todos los días que vive el país real y que no siempre se refleja en las preocupaciones y las declaraciones de la cúpula.
Un diario que dé voz a quienes no la tienen.
Un diario moderno y plural, abierto en lo ideológico y en lo político.
Un diario que convoque a las nuevas corrientes de opinión que van surgiendo del medio político y periodístico, del mundo intelectual, de los centros de investigación especializados, de los circuitos de diagnóstico del sector público y aun de la empresa privada.
Un diario que documente la crisis y los cambios que se están gestando en el seno de la sociedad.
Un diario crítico, profundamente crítico, ajeno al desahogo y al ataque personal, atento a los procesos que marcan la realidad diaria del país y a las condiciones internacionales que lo determinan, en un espíritu profesional de intensa circulación de las noticias y las ideas.
La Jornada será el resumen impreso de cada día, fruto de la actividad y el esfuerzo de cada uno de sus trabajadores, de cada uno de sus informantes, de cada uno de sus lectores. Pero antes de ser esa conjunción de esfuerzos y vértigos que cada jornada acumula en las planas de un diario, La Jornada ha de ser el recipiente de la voluntad y la solidaridad de todos y cada uno de ustedes, y de muchos otros mexicanos que también pondrán aquí su voluntad y su solidaridad.
En la hora de la crisis queremos convocar a una nueva jornada de periodismo crítico y democrático, planteado en todo momento como un instrumento de solidaridad con las que creemos las mejores causas del país.
Hay dispersión de esfuerzos y se ejercen presiones que tienden a aislar y separar. Nos parece por ello pertinente convocar a la unidad de propósitos, dar a las incertidumbres particulares una causa y una tarea común, oponer a la incredulidad, la confianza, el ánimo, la seguridad en las corrientes vigorosas que recorren de arriba a abajo nuestra sociedad de jóvenes, de fuerzas en continuo nacimiento.
Amigos, bienvenidos a esta jornada solidaria, a esta primera jornada pública que da nacimiento a La Jornada.
* Artículo publicado en el número cero de La Jornada