Después de la muerte de la menor Norma Lizbeth Ramos, quien falleció luego de los golpes que recibió de parte de una compañera de su escuela, el 13 de marzo pasado, la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna) exhortó a las comunidades educativas y a los entornos familiares “a eficientar los mecanismos de detección temprana de acoso escolar, que puedan garantizar que las intervenciones sean oportunas y las afectaciones evitadas”.
El bullying, señaló, “es un fenómeno social grave y multifactorial que debe combatirse enérgicamente desde sus raíces, en tanto que atenta contra los derechos humanos más elementales de niñas, niños y adolescentes, a la vida, a la paz y a una vida libre de violencia”.
La Secretaría Ejecutiva del Sipinna nacional condenó “enérgicamente” esta forma de abuso e instó a las autoridades de los tres niveles de gobierno -que directa o indirectamente tienen corresponsabilidad en la prevención, atención y restauración de sus derechos cuando les han sido vulnerados- a que fortalezcan las medidas efectivas de detección temprana y respuesta inmediata.
De igual manera, exhortó a las comunidades educativas y familiares a diseñar e implementar campañas de información y mecanismos de prevención eficientes, a incentivar la comunicación entre madres, padres, personal docente y alumnado, a impulsar el respeto a las diferencias y a la diversidad, a trabajar en el fortalecimiento de los vínculos afectivos.
Asimismo, instó a estar pendientes de las señales de peligro, como aislamiento, pérdida de apetito, cambios bruscos de ánimo o de hábitos; ansiedad, depresión y estrés, a fomentar la cultura de la denuncia, a adoptar medidas de contención para quienes agreden atendiendo a las causas que los llevan a incurrir en actos de acoso, a garantizar la protección para la población de riesgo, y a establecer protocolos que garanticen la protección temprana e integral de las víctimas.
“El acoso escolar, por suceder en las escuelas y en los espacios comunes y por entrañar comportamientos violentos, activos o pasivos y encender señales de alarma, es detectable y debe ser atendido con oportunidad a fin de evitar daños irremediables”, enfatizó.
“Estas agresiones descalifican, deshumanizan y causan serias afectaciones a quienes las sufren, generando exclusión, retraimiento, ausentismo, deserción escolar, y en su grado más extremo la privación de la vida”, subrayó.
El acoso escolar, que ocurre con intencionalidad, persistencia, asimetría y abuso de poder, a través de actos de agresión, amenazas, coacción, intimidación y maltrato físico y psicológico, mediante formas verbales, físicas o por medios impresos, electrónicos y digitales, ocasiona en las víctimas graves daños emocionales, físicos y sociales, aseveró en un comunicado.