El poeta José Gorostiza (1901-1973), autor del poema Muerte sin fin, fue objeto de un homenaje virtual por parte de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), de la que fue integrante, con motivo de los 50 años de su fallecimiento sucedido precisamente en 16 de marzo.
El poeta Vicente Quirarte, académico de número de la AML, expresó en el video: “En el álbum de familia de Los Contemporáneos José Gorostiza es enigmático por su transparencia y hermético por su claridad”. Su ejemplaridad reside en la “valentía por la que supo llevar la doble vida de quien se la gana en la diaria tarea y alcanzaba su espíritu el arriesgarlo en el juego siempre incierto de la escritura”.
Si el pensamiento de Gorostiza se caracteriza por su temprana madurez y su coherencia permanente, la aparición de Muerte sin fin (1939), “confirma, ilumina sus ideas y propone desafíos para el futuro”. Al decir de Quirarte, “aparecido su poema mayor, Gorostiza se liberó de gran parte de sus demonios y entonces pudo escribir su ensayo Notas sobre poesía en 1955, en el que vierte al lenguaje crítico lo que había antes demostrado con el verso”.
Para Garrido, con su obra el también diplomático ofrece una “lección magistral sobre el poeta y la poesía que aun hoy nos sirve como brújula para leer la poesía como instrumento de investigación aunque también de vuelo”.
En 1968, Gorostiza recibió el Premio Nacional de Literatura. En su discurso ante el presidente, “mientras Salvador Novo expresa su apoyo a la actitud gubernamental en Tlatelolco, Gorostiza pronuncia palabras que lo honran y honran a la poesía, porque establecen la sana y necesaria distancia entre el poeta y el hombre público. Muchas son las lecciones que le debemos; la más importante, no hay poeta a que le falte tiempo para escribir”.
El poeta Jaime Labastida, académico de número de la AML dijo haber leído una y otra vez Muerte sin fin, “poema canónico de la lengua española”, desde su más temprana juventud. Al leer poesía todos los sentidos son puestos en tensión, sin embargo, un “segundo placer” se produce cuando se intenta desentrañar el sentido total del poema, “su arquitectura verbal completa”.
Dicho problema, continuó Labastida, “se me presentó de cuerpo entero cuando atreví en 1969 incluir La muerte sin fin en mi antología El amor, el sueño y la muerte en la poesía mexicana. Lo antes escrito lo he ampliado sin modificar sus tesis centrales en una edición de 2015. Advertí en nuevas lecturas, aquello que antes me había quedado oculto: la función de los epígrafes puestos por Gorostiza al inicio del poema porque provienen, como se sabe, de proverbios salomónicos”.
Continuó: “En anteriores ensayos he puesto en relieve que a mi juicio el sentido completo de Muerte sin fin es una inmensa tarea de involución, todo lo que existe vuelve a los orígenes y al origen fatal de los orígenes”.
El narrador y promotor de lectura Felipe Garrido, miembro de número de la AML, recordó que nadie ha logrado dar una definición de qué es la poesía que deje satisfecho a todos. Gorostiza también emprendió la tarea de explicar qué es la poesía en el texto Notas sobre la poesía, aparecido al principio de su obra completa en la edición de 1964 del Fondo de Cultura Económica.
Entre otras cosas, Gorostiza dice que “el poeta no puede aplicar todo el rigor del pensamiento al análisis de la poesía. Se limita a conocer y amarla. Sabe dónde está y dónde no. Lo que sí hace todos los días es perseguirla, reconocerla en cada una de las fugaces apariciones que tiene frente a él y a veces sí es suficientemente afortunado, consigue capturarla en una red de palabras”.