Ciudad de México. Un grupo de arqueólogos encontró la más reciente evidencia de equitación en esqueletos humanos con 5 mil años de antigüedad hallados en Europa central. Para la investigación, publicada en la revista especializada Science Advances, se analizaron más de 200 esqueletos de la Edad de Bronce resguardados por museos de Bulgaria, Rumania, Hungría y la República Checa.
El objetivo era encontrar marcas reveladoras que indicaran que una persona había montando un animal, incluidos los característicos signos de desgaste en las cavidades de la cadera, el fémur y la pelvis.
El antropólogo Martin Trautmann, coautor del estudio e integrante de la Universidad de Helsinki, denomina a dichas marcas síndrome del jinete de caballos. Se pueden leer los huesos como si fueran biografías
, señaló a Ap.
Los investigadores se centraron en los restos humanos por estar mejor conservados que los huesos de caballo como un posible derivado del uso de cementerios y museos. Los científicos lograron identificar cinco posibles jinetes que vivieron hace alrededor de 4 mil 500 y 5 mil años, y pertenecieron a un grupo llamado yamnaya.
El descubrimiento podría modificar la historia conocida hasta ahora, pues si bien se contaba ya con evidencia de que la gente consumió leche de yegua mediante el análisis de restos dentales, además de los indicios de arneses de más de 5 mil años para controlar caballos, esos hechos no necesariamente implicaban que los animales eran montados.
La cultura yamnaya, conocida por sus túmulos funerarios, se originó en un territorio que hoy día abarca parte de Ucrania y el oeste de Rusia, en un área llamada la estepa del Caspio póntico.
Sus caballos eran algo distintos de los actuales (más asustadizos y menos tolerantes con los humanos), aunque también se cree que pudieron ser los ancestros genéticos inmediatos de los animales de montura actuales que surgieron unos siglos más tarde.
Animales que expanden el concepto de distancia
Un aspecto destacado de la cultura yamnaya fue precisamente su significativa expansión a lo largo de Eurasia en tan sólo unas pocas generaciones. Su relación con los caballos pudo parcialmente permitir dichos desplazamientos, sugieren los investigadores. Estos animales expanden el concepto de distancia, empiezas a pensar en lugares fuera del alcance
como más cercanos, señaló David Anthony, coautor del trabajo y arqueólogo del Colegio Hartwick.
Durante décadas, la expansión de los pueblos esteparios hacia el sureste de Europa a principios de la Edad del Bronce se explicó como una invasión, pero los análisis recientes no han demostrado signos de violencia física que se preveía en los esqueletos. También se han comenzado a comprender procesos de intercambio en cultura material y costumbres funerarias entre recién llegados y autóctonos en los 200 años posteriores a su primer contacto.