Madrid. Científicos descubrieron que los peces damisela interrumpen los servicios de limpieza
vitales para la salud de los arrecifes, y el cambio climático podría empeorar la situación.
La comida elegida por el pez limpiador del Caribe, el gobio nariz de tiburón, es un plato de parásitos, tejido muerto, escamas y mucosidad recogidos de los cuerpos de otros peces. Al retirar esos residuos, ofrecen sus servicios de limpieza
a otros animales marinos, un famoso ejemplo de relación mutuamente beneficiosa entre especies.
Sin embargo, una nueva investigación de las universidades de Cambridge y de Cardiff muestra que cuando se instalan inadvertidamente en el territorio de peces damisela agresivos, éstos ahuyentan a los clientes
.
El estudio, publicado en Behavioral Ecology, es un ejemplo de un fenómeno en gran medida inexplorado: la relación mutuamente beneficiosa en la naturaleza que se ve perturbada por un tercero.
Los gobios nariz de tiburón trabajan solos o en grupo y establecen una estación de limpieza
: un lugar fijo en un rincón concreto del arrecife de coral, al que acuden otros seres marinos cargados de parásitos para aprovechar las necesidades alimentarias de esos peces.
Durante la limpieza, que puede durar de unos segundos a varios minutos, los gobios entran en contacto físico con el cliente y le quitan los parásitos y otros tejidos muertos. Esto se conoce como estimulación táctil
y, además de deshacerse de los parásitos, puede actuar como un masaje que reduce el estrés del cliente, explicó en un comunicado Katie Dunkley, ecóloga del comportamiento del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge.
Investigadores comprobaron que los peces cliente eran menos propensos a acudir a las estaciones que patrullaban los damisela. Estos actúan como agricultores, ya que eliminan las algas que no quieren para favorecer el crecimiento de sus preferidas. Estos peces antisociales ahuyentan a los intrusos mediante mordiscos o persecuciones”.