En 1992 se encontraron diversos artefactos hechos con materiales orgánicos en el fuerte romano de Vindolanda, Reino Unido. Tabletas de madera con escrituras, un par de guantes de boxeo y otros 2 mil objetos fueron recuperados. Más de 30 años después, investigadores de las universidades de Newcastle y del Colegio Dublín volvieron a examinar una de las piezas que originalmente se identificó como una herramienta para zurcir y ahora encontraron su posible uso como un artefacto sexual.
Falos de piedra y madera ya han sido reconocidos como parte del mundo romano, utilizados como una manera de protegerse contra la mala suerte. A menudo los miembros eran retratados en frescos y mosaicos, o formaban parte de la decoración de otros objetos, como cuchillos y cerámica; mientras también existen vestigios de pequeños penes hechos de hueso o metal usados en artes o collares. Sin embargo, el de Vindolanda es el primer ejemplo de objeto sexual de madera en ser identificado.
La poca presencia de vestigios hechos con madera se debe, probablemente, a que la mayoría fueron quemados o rotos y, por tanto, nunca fueron preservados. El falo de Vindolanda analizado tiene 160 milímetros de largo y está tallado en madera de fresno joven, con una base cilíndrica ancha que tiene un extremo convexo, un eje más estrecho y una punta con una forma similar a la de un glande. Además, los expertos determinaron a través de una exploración táctil que el objeto es más suave en las puntas, lo que podría indicar un contacto repetido en esas zonas a partir del uso.
Exploran otras explicaciones
Además de la que apunta a su uso como objeto sexual, los científicos exploran tres distintas explicaciones sobre el propósito que pudo haber tenido la pieza originalmente. En sus resultados, señalan la posibilidad de que el instrumento, por su tamaño que permite un agarre sencillo con la mano, pudo haber sido empleado como el pistilo de un mortero, ya fuera con intenciones culinarias, cosméticas o medicinales.
Otra posible función que indican los expertos es que el falo pudo haber sido introducido dentro de una estatua para que los transeúntes pudieran tocarlo para absorber la buena fortuna o activar una protección en contra de los infortunios, algo que era común en el imperio romano. De ser este el caso, la escultura pudo haber estado localizada en la entrada de un importante edificio, como la casa del oficial al mando o el edificio del cuartel general. Sin embargo, la evidencia sugiere que la pieza estaba en un interior, o al menos en un lugar exterior.
Demostrar que el falo de Vindolanda fue utilizado como una herramienta sexual es complicado. A pesar de imitar explícitamente la forma anatómica de una pene, ni ese hecho ni su tamaño son un indicativo suficiente. Tampoco es posible rastrear indicios de lubricante, pues ninguna sustancia o secreción humana tiene posibilidades de sobrevivir arqueológicamente.
El tamaño del falo y el hecho de que fuera tallado en madera levanta un número de interrogantes sobre su uso en la antigüedad. No podemos estar seguros de su empleo previsto, en contraste con la mayoría de objetos fálicos que hacen uso simbólico de esa forma para una función clara, como en un amuleto de la buena suerte. Sabemos que los antiguos romanos y griegos usaron implementos sexuales, este objeto de Vindolanda podría ser ejemplo de uno
, agregó el aqueólogo Rob Collins de la Universidad de Newcastle.
Aunque su interpretación como objeto sexual es complicada, los investigadores añaden que deberíamos estar preparados para aceptar la presencia de dildos y la manifestación de prácticas sexuales en la cultura material del pasado
.