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Dan libertad condicional a Juan Carlos Fotea en Argentina

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Corte Suprema de Justicia de Argentina. Foto tomada de www.csjn.gov.ar
15 de febrero de 2023 21:50

Buenos Aires. En momentos en que trascurre el debate sobre el juicio a la Corte Suprema de Justicia en la comisión creada en el Congreso, algunos jueces parecen decididos a golpear en un tema crucial en este país como son los derechos humanos al acordar la libertad condicional del ex sargento Juan Carlos Fotea, condenado a 25 años de prisión de los que lleva cumplido 17, quien entre otros delitos de lesa humanidad estuvo involucrado en el secuestro y desaparición del escritor y periodista Rodolfo Walsh en 1977, reconocido además por su valiente Carta a la Junta militar de la Dictadura (1976-1983) lo que le costó la vida.

También en diciembre de ese año participando en el Grupo de Tareas de la Marina, que actuaba en el temible Centro Clandestino de Detención la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) -donde desapareció Walsh- intervino en el secuestro de las Madres de Plaza de Mayo, junto a otras víctimas, entre ellas dos monjas francesas que fueron secuestradas en la Iglesia de Santa Cruz el 8 de diciembre de 1977.

Tres de las madres fundadoras Azucena Villalor, su presidenta secuestrada el 10 de diciembre, y Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, el 8 del mismo mes en el operativo de la iglesia fueron llevadas a la Esma, donde fueron torturadas y luego arrojadas al mar vivas desde un avión de la marina, en uno de los vuelos de la muerte.

El juez Daniel Obligado, de la Cámara Federal, debió acatar la orden de la Cámara de Casación de conceder la libertad condicional, al ex sargento Fotea, pero dejó constancia de su desacuerdo.

Hubo reacciones fuertes de organismos de derechos humanos y los H.I.J.O.S de desaparecidos en esta capital, que alertaron sobre esta situación, recurrieron a la consigna de que “el único lugar para un genocida es la cárcel común”. 

Fotea no sólo operó en la marina, siendo asignado para esto por la Policía Federal, sino que también en el famoso Batallón de Inteligencia 601 y en coordinación federal de la policía, siniestros centros de espionaje, de torturas, el primero activo participantes en varias Operaciones, como Cóndor. Se fue a España cuando llegó la democracia en 1983 y recién en 1996, juzgado por el juez Baltasar Garzón, por delitos de lesa humanidad, a pesar de lo cual siguió en libertad hasta 2005 cuando fue deportado.

En medio de estas noticias que vuelven a golpear a los familiares de las víctimas y a los sobrevivientes, Victoria Montenegro, una hija de desaparecidos que es ahora diputada de la legislatura de esta capital por el gobernante Frente de Todos, logró encontrar la vivienda donde fue secuestrada junto a sus padres, Hilda Ramona Torres y Roque Montenegro, a los 47 años del hecho en el que intervinieron el ejército y la policía en febrero de 1976.

Contribuyeron con la incesante búsqueda los abogados Pablo Llonto y Aníbal Hnatiuk, quienes investigan entre otros casos todos los operativos realizados en 1976 y se conoció que esa casa fue comprada en 1975 por los padres de Montenegro desaparecidos. El propio coronel Herman Tetzlaff, que estuvo a cargo del operativo se apropió de la pequeña niña, a la que nombró María Sol y quien en el año dos mil se convirtió en la hija recuperada número 95 gracias al trabajo de Abuelas de plaza de Mayo y se le restituyó su identidad como Victoria Montenegro Torres. .

La niña del lazo azul

También en un informe de Ailin Bullentini, en Página/12, se conoció parte del testimonio de un sobreviviente de la Esma, Lisandro Cubas quien había visto allí a Hilda Pérez cuando estaba embarazada y cuya pareja era José María Laureano Donda, desaparecidos ambos, y que la vio después con su hija recién nacida.

Se enteró de que Hilda -con la que se conocían desde hacía tiempo- había recibido la visita de su cuñado Adolfo Donda Tigel, alto oficial de la Marina, que trabajaba en la Esma y que le había prometido que “su beba sería entregada a la familia”.

También recordó Cubas que junto a la cama que ocupaba en “la maternidad” de la Esma había una canastita comprada por el marino Héctor Febrés, “encargado de las embarazadas de la Esma”, lo que le habían confirmado Kika (Sara) Osatinsky, Ana María Marti y de Lidia Vieyra, las secuestradas que tendieron obligadas los partos, valiosas testigos del horror vivido en “infierno de la Esma” .

"Tengo la esperanza de que algún día (Donda Tigel) nos diga si sabe dónde están los cuerpos de su hermano y de su cuñada”, dijo Lisandro Cubas. También declararon  Lida Vieyra y Norma Burgos el lunes pasado, ambas sobrevivintes de la Esma.

Vieyra, secuestrada en marzo de 1977 y retenida en la Esma hasta julio de 1978, cuando le fue otorgada la “libertad vigilada y amenazada fuera del país” fue quien acompañó a María Hilda Pérez en su parto, pidiendo permiso para asistirla. Cuando entró a la “piecita” (la siniestra sala de partos) vió una mesa de madera donde estaba tirada la parturienta atendida por el doctor R. Magnacco. “Le agarré la mano a Hilda le ayudé a respirar. El parto fue sencillo” y Veyra fue quien recibió en brazos a la recién nacida entregada por el médico “cuya frialdad es algo que tampoco olvidaré nunca”.

Relató que cuando este salió, Hilda saltó de la mesa, tomó a la niña en brazos y decidió llamarla Victoria. “Ambas pensaron una estrategia para identificar a su niña “al salir” del campo de concentración ya que en esa época no sabíamos qué pasaba con las madres ni con los niños” nacidos allí.

A Hilda se le ocurrió enhebrar un hilo azul que encontró allí para pasarlo (como si fuera un aro) en la oreja de la nena y poder reconocerla si la llevaban a un orfanatorio.

Los padres fueron desaparecidos y de la niña no se supo nada hasta varias décadas después, cuando se descubrió que estaba en manos de otro marino responsable también de crímenes de lesa humanidad en la Esma, Juan Antonio Azic, y su mujer, quizá entregada por su tío Donda Tigel. Luego de ser contactada por H.I.J.O.S. fue rescatada por Abuelas de Plaza de Mayo, en 2004 y ya con su nombre Victoria Donda Pérez. El hilito azul fue clave para su reconocimiento y marcó su vida para siempre.

En medio de todo tipo de batallas políticas el tema de derechos humanos, ha sido desplazado de los medios, salvo Página /12, mientras los familiares siguen su eterna lucha por la justicia”.

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