Con un apretón de manos entre el jefe de la misión gubernamental y el representante de la guerrilla se selló el inicio esta mañana del segundo ciclo de los diálogos para la paz en Colombia que se realizará en la Ciudad de México con miras a la construcción de un proceso para el cese al fuego.
En la sede de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social,al sur de la ciudad y que fue el espacio donde se llevaron las discusiones que derivaron en el trascendente Tratado de Tlatelolco en los años 60 del siglo pasado, las delegaciones del gobierno de Gustavo Petro y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) se sentaron nuevamente a la mesa encaminados a alcanzar la paz en aquella nación, trabajos que se extenderán en nuestro país por al menos cuatro semanas.
Le jefe de la delegación del ELN, Pablo Beltrán, destacó que en este segundo ciclo de conversaciones se acordará la agenda definitiva de negociaciones y se diseñará “la más amplia participación de la sociedad en el proceso de paz”.
Asimismo, agregó, se ocupará de los preparativos para acordar un cese al fuego bilateral, temporal y nacional; y continuará con el criterio de hacer acuerdos que se implementen de inmediato, como los que ya hay en curso, para dar alivio humanitario a las regiones que más sufren sus comunidades a causa del conflicto interno en Colombia y que también lleven alivio a la privación de la libertad, incluido los presos políticos.
Agradeció la anfitrionía de México, que junto a Brasil, Chile, Cuba, Noruega y Venezuela son países garantes en este proceso de paz, y destacó que existan ya iniciativas latinoamericanas, lideradas por los gobiernos de Andrés Manuel Lpez Obrador y de Gustavo Petro, para buscar una política antidrogas alternativa que deje de estar basada en la represión y en la guerra.
Y es que precisamente la guerra contra éstas, dijo, ha causado irremediables daños en la sociedad colombiana y en América Latina.
“El viejo régimen es el perro guardián de un modelo hegemónico que gesta la desigualdad social exorbitante, que agobia al pueblo colombiano y que depreda los grandes bienes naturales de la nación, por eso, colonizar la economía y el Estado al servicio de la sociedad es el principal cambio por el que luchamos, para que haya paz con justicia social, para que la madre tierra y las mayorías nacionales dejen de ser víctimas de explotación desenfrenada”, subrayó.
La mejor noticia que se ha dado en su país, remarcó, fue el estallido social de 2021. “Gracias a la rebeldía juvenil que tomó las calles de Colombia, el país vive un punto de inflexión en su historia, caracterizado por una movilización nacional que busca aplicar el mandato de cambio que dejó instalado el pueblo en las calles, por este torrente transformador llega a la Presidencia de la República el actual gobierno progresista y a este mandato de cambio también obedecemos en el ELN”.
De ahí que, subrayó, en las mesas de conversaciones de paz trascienda como un instrumento de ese mandato de cambio, cuya agenda busca transformaciones y poner fin al conflicto armado. Proceso que avanza enfrentando las dificultades heredadas por el viejo régimen.
“Pero con la determinación de lograr una paz integral y duradera que resuelva las causas que gestan a diario el conflicto social, político y armado, en el entendido que no va a producir una revolución por contrato ni va a decretar una desmovilización automática de las rebeldías. Por lo que trabaja por fundar un proceso de transformaciones de corto, mediano y largo plazo que sólo es lograble si está soportado en una gran alianza nacional construida sobre una visión común de paz”.
De su lado, Otty Patiño, jefe de la delegación del gobierno colombiano para este proceso de negociaciones, afirmó que su misión participa en este diálogo con el impulso que la administración del presidente Petro ha dado a las transformaciones y al cambio, y especialmente a la paz como política de Estado.
“El plan de desarrollo, recientemente publicado, contempla un competente transversal de inversiones para la paz que se estima en un valor de 50.4 billones de pesos (colombianos) que equivale a 10 mil 6 millones de dólares, que es algo realmente importante”.
Dentro de este plan, se contempla cumplir con los hasta incumplidos acuerdos alcanzados con las FARC en 2016 como parte del proceso de pacificación de aquel país sudamericano. “Lo que un gobierno (en ese momento el de Juan Manuel Santos) acuerda para alcanzar la paz, es un acuerdo de Estado, y este gobierno hará realidad el principio de que los pactos son para cumplirlos”.
El representante gubernamental apuntó que en este segundo ciclo de conversaciones con la guerrilla se debe avanzar en temas y desafíos hondamente sentidos y reclamados por quienes hoy padecen las inclemencias del conflicto y el abandono del Estado.
En ese sentido hay dos grandes temas a entrelazar: la la participación de la sociedad en las transformaciones para la paz y el cese al fuego.
En el primer caso, se requiere que los actores de las comunidades que hoy padecen el abandono a causa del conflicto, se conviertan en un actor trascendental para propiciar el diálogo y los acuerdos; en tanto que el gobierno de Colombia, a través de esta representación, ha visto la necesidad de reinterpretar el cese al fuego, “y verlo no sólo como la disminución de las confrontaciones armadas, sino como una disminución del hostigamiento a la población civil”.
Agregó que lo importante es “ir generando un clima de seguridad, serenidad, libertad y autonomía de las comunidades, en particular las que han sido más golpeadas por el abandono del Estado. Y no olvidemos a la población más vulnerable: niños, ancianos y, muy especialmente, a las mujeres. Este proceso debe feminizarse, sabemos que en ellas, las mujeres de Colombia, también de las mexicanas y de todos los países que nos acompañan, encontraremos la fuerza de la paz que a veces los hombres no sabemos encontrar, y los caminos ciertos para transformaciones irreversibles”.
Patiño remarcó que el reto de este segundo ciclo es producir hechos que vayan mostrando que la paz con transformación social es posible y destacó que hay voluntad en ese camino de parte del ELN, “tal como lo ha dicho su comandante, Pablo Beltrán, con acciones concretas en los territorios”.
En representación del gobierno mexicano, el canciller Marcelo Ebrard Casaubón, dio la bienvenida a ambas delegaciones y consideró que hoy se enmarca en una “fecha histórica” en el proceso de reconstrucción de la paz en Colombia.
“Nos importa a todos los pueblos del mundo, en especial a mexicano, porque Colombia es un pueblo hermano, muy cercano histórica, social, culturalmente”.
Recordó que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado que el gobierno de México tiene la convicción y el propósito de participar en la construcción de un futuro común para nuestra región, en pleno respeto a las soberanías y a las características propias de cada pueblo y cada país. Que México haya asumido el papel de país garante y sea sede de este segundo ciclo de diálogo confirma que tenemos una política exterior pacifista y de compromiso por la paz. Reitero nuestro compromiso para contribuir a instalar las condiciones necesarias para apoyar los acuerdos y el diálogo entre las partes”.