Tasquillo, Hgo. Habitantes del poblado indígena de Caltimacán realizaron el jueves el ritual de la bendición de la semilla, que consiste en plantar el fruto en las milpas en los próximos días. Los agricultores quieren rescatar esa actividad que fue suspendida por 15 años y conservar las tradiciones de origen otomí.

El ritual se realizó en el atrio de la iglesia de San Juan Bautista, santo patrono de la localidad, por iniciativa de la mayordomía de la parroquia y de los encargados del Museo de las Momias que hay en el lugar y donde se exhiben cuerpos momificados de los ancestros de los pobladores de Caltimacán.

La tradición es transmitida de forma oral, de generación en generación, por la gente que vive en este poblado ubicado en el Valle del Mezquital, se dice que nuestros antepasados, cuentan que cada 2 de febrero las semillas se tienen que llevar a bendecir, para que Dios les conceda tener una buena cosecha.

Por eso, hombres, mujeres, niños y niñas vestidos al estilo tradicional de la región y con recipientes de barro con flores y las semillas que van a sembrar, realizan el ritual, arrodillándose en los cuatro puntos cardinales, realizando rezos y peticiones a Dios.

Terminada la ceremonia, entran a la iglesia y presentan las bandejas de barro en el altar, el cual es previamente adornado con flores de cempasúchil y romero.

Al momento de la cosecha, o sea cuando luego de 3 o 4 meses se recoge el fruto del cultivo, se acostumbra brindar una ofrenda a la Madre Tierra.

Todos los integrantes de las familias ayudan para recoger las mazorcas del maíz con ayates o mantas de tela colocadas en los hombros, con los cuales recorren los surcos de tierra.

Anteriormente la cosecha era, según cuenta la gente mayor de Caltimacán, una fiesta y para festejar la bondad de la "Madre Tierra" se hacía comida para todos.

Se escogían las mejores mazorcas de maíz; se llevaban a la parroquia a bendecir. Las semillas de esas mazorcas se guardaban para la siguiente siembra.

Caltimacán es un pequeño pueblo otomí ubicado a unos 130 kilómetros de la ciudad de Pachuca, en Tasquillo.

Para subsistir, sus pobladores siembran maíz, haba, frijol y alfalfa en dos períodos al año. La primer siembra es a principios de febrero y la segunda en abril.

En el Valle del Mezquital, por ser una zona semi desértica, no siempre se dan buenas cosechas. De allí la importancia de volver a los rituales, producto del sincretismo religioso, explicó Rosario González, historiadora originaria de Pachuca, egresada de la Universidad Complutense de España.