Santiago. Más de 170 incendios forestales que avanzan por el centro-sur de Chile han arrasado más de 8.000 hectáreas y han dejado más de un centenar de casas afectadas y nueve heridos.
Por esta razón el gobierno de Chile declaró el viernes el estado de excepción de catástrofe en las regiones de Ñuble y Biobío (centro-sur).
Los focos de siniestros también afectan a la regiones de Maule y La Araucanía.
El balance entregado por Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred) y de la Corporación Nacional Forestal (Conaf) la mañana del viernes era de 178 incendios activos, de los cuales 39 están en combate estaban siendo combatidos, unas 8.000 hectáreas afectadas, nueve personas lesionadas (ocho de los cuales son bomberos) y 107 viviendas con algún tipo de daño.
"He decidido decretar Estado de Excepción Constitucional de Catástrofe para la Región de Ñuble. Juntos, enfrentamos la emergencia con la mayor fuerza posible", escribió en su cuenta de Twitter el presidente de Chile, Gabriel Boric.
Horas después, la ministra del Interior, Carolina Tohá, anunció que también había sido declarado el estado de catástrofe en Biobío.
A raíz de esta emergencia, Boric decidió suspender sus vacaciones para trasladarse a la zona.
La declaración del estado de catástrofe, un estado de excepción constitucional, permite medidas como la disposición de recursos adicionales para controlar la emergencia e ir en ayuda de los afectados, y la utilización de fuerzas militares en esta situación de emergencia.
Toda la región de Ñuble está declarada en alerta roja, y también estaban en esta condición siete municipios de Biobío, tres de La Araucanía y una de la región de Maule.
El Senapred informó que desde el miércoles ha enviado 48 mensajes del Sistema de Alerta de Emergencia para Celulares (SAE) en lo que solicita la evacuación de algunas zonas pobladas.
En el combate del fuego trabajan 75 aeronaves y más de 2.300 brigadistas.
Los incendios, desatados en medio de una ola de calor extremo con registros cercanos a los 40 ºC, hacen temer una nueva catástrofe como la que se vivió a comienzos de 2017.
Entonces se produjo un megaincendio forestal que afectó a tres regiones del centro-sur del país y que dejó 11 fallecidos, unos 6.000 damnificados, más de 1.500 viviendas destruidas y 467.000 hectáreas afectadas.