Ciudad de México. Es urgente reflexionar en torno a la interrelación existente entre desigualdad de género y corrupción, señala Belén Sanz Luque, representante en México de ONU Mujeres.
Destaca que también es necesario “poner en marcha políticas públicas para prevenir y erradicar” la corrupción.
Y es que “el costo” de esta práctica “es altísimo, ya que puede corresponder al cinco por ciento del Producto Interno Bruto mundial”. En tal sentido desde el organismo de Naciones Unidas “analizamos la manera en que se manifiesta en desigualdades de género en las distintas sociedades”.
La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental 2019, del Instituto Nacional de Geografía y Estadística de México, indica que los costos de incurrir en actos de corrupción ascendieron a 12 mil 770 millones de pesos durante ese año.
Esto “representa que esos recursos no fueron destinados para su fin original, afectando la provisión de servicios esenciales y manteniendo en situación de desventaja a aquellos grupos que podrían ver mejorada su condición y garantizados algunos de sus derechos accediendo a dichos servicios”, indica Sanz Luque en el análisis Corrupción y género: el impacto diferenciado en las mujeres y niñas.
La funcionaria de la ONU destaca que este fenómeno “afecta de manera desproporcionada a aquellas personas que viven en situación de pobreza, vulnerabilidad o desventaja” y añade que “las mujeres están más expuestas a sufrir sus consecuencias, en tanto que están sobrerrepresentadas en las poblaciones que viven en pobreza y otras situaciones que limitan el goce de sus derechos: por cada 100 hombres viviendo en pobreza extrema, se estima que hay 118 mujeres en la misma situación, y se cree que esta relación se incrementaría a 121 mujeres por cada 100 hombres en 2030”.
Así mismo, la corrupción en la prestación de servicios públicos “afecta desproporcionadamente a las mujeres más que a los hombres, debido no sólo a la mayor vulnerabilidad de las mujeres que viven en la pobreza, sino además por la sobrecarga en las tareas de cuidados no remuneradas de niñas y niños, personas mayores o personas con discapacidad que tienen a su cargo”.
A escala mundial, las mujeres dedican 2.6 veces más tiempo que los hombres a realizar trabajo doméstico y de cuidados no remunerado y, en México, el triple de horas.