Campo de refugiados de Yenín, Cisjordania. Las fuerzas israelíes mataron a al menos nueve palestinos el jueves, incluyendo una mujer de 60 años, y dejaron varios heridos más durante una redada en una zona conflictiva de la Cisjordania ocupada, dijeron funcionarios palestinos de salud, en una de las jornadas más letales de los últimos años en el territorio.
El incidente ocurrió en lo que los funcionarios palestinos describieron como una feroz operación en pleno día en el campo de refugiados de Yenín, un bastión insurgente de Cisjordania que, desde hace casi un año, es el escenario de redadas de detención casi diarias por parte de las fuerzas israelíes.
El conflicto se intensificó este mes, con 29 palestinos asesinados desde el inicio del año. No estaba claro de inmediato cuántos de los muertos del jueves estaban afiliados a grupos armados.
Los choques se producen semanas después del compromiso del nuevo gobierno israelí, el más conservador de su historia, de adoptar una posición más firme contra los palestinos y aumentar la construcción de asentamientos en los territorios que los palestinos reclaman para su futuro estado.
La violencia ocurre además días antes de que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, visite la región y presione para que se tomen más medidas que puedan mejorar el día a día de los palestinos.
El ejército de Israel explicó que llevó a cabo la inusual operación diurna porque recibió información de inteligencia acerca de un grupo insurgente vinculado a la Yihad Islámica palestina, que tiene numerosos apoyos en el campo, que estaba listo para perpetrar ataques inminentes contra israelíes. Se produjo un tiroteo durante el cual se atacó a los extremistas, añadió.
Al menos uno de los muertos fue identificado como un insurgente palestino.
Imágenes publicadas por medios palestinos mostraban las paredes exteriores carbonizadas de un edificio de dos plantas y bloques de concreto y otros escombros esparcidos por una calle. El ejército indicó que entró en el inmueble donde estaban los sospechosos para detonar los explosivos que, de acuerdo con su relato, estaban utilizando.
Según la ministra palestina de Salud, May Al-Kaila, los paradémicos tenían problemas para llegar hasta los heridos debido a los enfrentamientos. Además, acusó al ejército de disparar gases lacrimógenos contra la sala de pediatría de un hospital, provocando la asfixia de los menores. Un video del hospital mostró a mujeres trasladando a niños de las habitaciones al pasillo del centro. El ejército señaló que era probable que la sustancia procediese de los disturbios cercanos.
El hospital de Yenín identificó a la mujer muerta como Magda Obaid. El ministerio palestino había identificado antes a una de las víctimas como Saeb Azriqi, de 24 años, quien fue trasladado a un hospital en estado crítico tras recibir un disparo y murió a consecuencia de sus heridas.
Por su poarte, las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa, una milicia armada vinculada a Fatá, el partido laico que controla la Autoridad Palestina, indicó que uno de los muertos, Izz al-Din Salahat, era un combatiente.
Al menos 20 personas más resultaron heridas, agregó el ministerio.
El presidente palestino, Mahmud Abás, decretó tres días de luto y ordenó que las banderas ondeen a media asta. Nabil Abu Rudeineh, vocero de la Autoridad Palestina, condenó la violencia y pidió a la comunidad internacional que se pronuncie en su contra.
En declaraciones a The Associated Press, Akram Rajoub, gobernador de Yenín, dijo que el ejército impidió que los equipos médicos evacuasen a los heridos y disparó gases lacrimógenos que se filtraron en el hospital gubernamental y afectaron a menores, además de interrumpir cirugías.
El ejército indicó que sus efectivos cortaron carreteras para facilitar su operación, lo que podría haber complicado la labor de los rescatistas.
“Pedimos a la comunidad internacional que ayude a los palestinos frente a este gobierno de ultraderecha y que proteja a nuestros ciudadanos", afirmó.
El enviado de la ONU para el Medio Oriente, Tor Wennesland, se expresó “profundamente alarmado y entristecido” por la violencia y llamó a la calma. Hubo expresiones de condena por parte de la Organización de Cooperación Islámica y de Turquía, que recientemente restableció relaciones diplomáticas con Israel, de la vecina Jordania y del grupo extremista Hamas que gobierna la Franja de Gaza.
La rama de Yihad Islámica en el enclave costero se ha enfrentado en repetidas ocasiones a Israel, la más reciente en un encarnizado episodio de tres días el pasado verano que dejó docenas de palestinos muertos y alteró la vida de cientos de miles de israelíes. En el pasado, las tensiones en torno a la violencia en Cisjordania se han extendido a Gaza.
“La respuesta de la resistencia a lo que ha ocurrido hoy en el campo de Yenín no se hará esperar", advirtió Saleh Arouri, un alto cargo de Hamas.
Las tensiones entre israelíes y palestinos han ido en aumento desde que Israel inició las incursiones la pasada primavera, luego de una serie de ataques palestinos contra israelíes que se cobraron la vida de 19 personas. Otra ronda de agresiones a final de año elevó la cifra de fallecidos a 30.
Casi 150 palestinos fueron asesinados en 2022, de acuerdo con el grupo israelí de derechos humanos B’Tselem, lo que hizo del año pasado el más letal desde 2004.
Según Israel, la mayoría de los palestinos muertos eran insurgentes. Pero entre las víctimas hay jóvenes que arrojaban piedras en protesta por los cateos, entre otros. En lo que va de 2023, sin contar el jueves, un tercio de los palestinos abatidos por soldados o civiles israelíes estaban vinculados a grupos armados.
Israel dice que las operaciones buscan desmantelar las redes insurgentes y frustrar nuevos ataques, pero los palestinos las ven como el afianzamiento de la ocupación israelí, que dura 55 años, en los territorios donde quieren asentar su futuro estado.
Las fuerzas israelíes capturaron Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza — los territorios reclamados por los palestinos para su futuro estado— en la guerra de los Seis Días de 1967.
El nuevo gobierno de ultraderecha israelí, encabezado por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y respaldado por partidos ultranacionalistas y ultraortodoxos, se comprometió a hacer de la ampliación de los asentamientos en Cisjordania una de sus principales prioridades y ha anunciado medidas punitivas contra los palestinos por presionar al máximo órgano judicial de Naciones Unidas para que se pronuncie sobre la ocupación israelí.