El peruano Gustavo Rodríguez obtuvo este jueves el Premio Alfaguara de Novela 2023 por Cien cuyes, una historia en la que se aborda con sentido del humor la vejez, la dignidad y la muerte.
El anuncio fue hecho en Madrid por el jurado, presidido por la escritora argentina Claudia Piñeiro, quien al leer el acta destacó que el fallo había sido por mayoría: “Es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo. Somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor, paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor.
Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta las últimas consecuencias”.
El premio está dotado 175 mil dólares y una escultura de Martín Chirino, así como la publicación simultánea de la novela en todo el territorio de habla hispana, a partir del 23 de marzo.
La obra ganadora fue elegida de entre los 706 manuscritos participantes en esta 26 edición del certamen, de los cuales 296 procedieron de España, 112 de Argentina, 99 de México, 81de Colombia, 43 de Estados Unidos, 28 de Chile, 27 de Perú y 20 de Uruguay, se dijo en la ceremonia, la cual fue transmitida vía streaming a escala global.
Enlazado en videoconferencia desde Lima, ciudad en la que nació en 1968, Gustavo Rodríguez compartió su visión de que la literatura puede ayudar a reparar las grietas que hay entre occidente y las culturas originarias de América.
“La división clasista entre occidente y lo originario es la gran tragedia de mi país y de casi todos los de Latinoamérica. Que la literatura sirva para ir cerrando esa grieta, tal como lo hacen los artistas japonesas con el oro” para arreglar piezas de cerámica con la técnica del Kintsugi.
Destacó que deseaba aprovechar el título de su novela premiada, Cien cuyes, para hablar del día “especialmente difícil” que se vive este jueves en su país y, en particular, la capital, con la llamada Marcha de los Cuatro Suyos o “la toma de Lima”.
Recordó que miles de ciudadanos peruanos provenientes de regiones apartadas de aquella urbe comenzaron llegar a ella desde el martes para “protestar por lo que consideran una vida de inequidad y ninguneó, hartos de políticos y poderosos que solo ven sus propios intereses”.
Inquirido sobre la salida que observa a la situación tan crítica en Perú, indicó que debe retrocederse en el tiempo más de 200 años y asumir que es un asunto muy complicado, “sobre todo en esta época en que la hay una polarización extra política que vemos no solo en mi país, sino en Estados Unidos, en parte de Europa, en Brasil, en gran parte de Latinoamérica”.
Destacó que escribió Cien cuyes con el ánimo de que “empecemos a hablar de la muerte con más naturalidad, más frescura y hasta humor”, pues consideró que “el sexo ha tenido demasiado protagonismo al promocionarse como estrella tabú, al menos en Occidente, y me parece que de la muerte se habla incluso menos que de sexo. Eso puede comprobarse con la cantidad de eufemismos que usamos cuando alguien muere: pasó a mejor vida, trascendió, está en el cielo (…) Tenemos que hablar más de la muerte en general y de la dignidad al morir en particular”.