Ante el riesgo de una fragmentación en las cadenas de suministro global que agudicen la desaceleración de la actividad económica y aticen la inflación, Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), declaró que se requiere un fortalecimiento del papel del comercio en la economía global y ello comienza con una “reforma vigorosa de la Organización Mundial del Comercio (OMC)”.
No obstante, en la actual coyuntura, con una serie de crisis superpuestas, “cuando necesitamos más cooperación internacional en múltiples frentes, nos enfrentamos al espectro de una nueva Guerra Fría que podría fragmentar el mundo en bloques económicos rivales. Esto sería un error de política colectiva que dejaría a todos más pobres y menos seguros”, amplió.
En el texto base de su participación en el Foro Económico Mundial, que se celebra en Davos, Georgieva consideró que se requieren acuerdos de apertura de mercados, pero llegar a ellos se mantiene como un desafío, “dada la diversidad de miembros de la OMC, la creciente complejidad de la política comercial y el aumento de las tensiones geopolíticas”.
Explicó que desde el final de la Guerra Fría, el tamaño de la economía mundial casi se triplicó y casi mil 500 millones de personas salieron de la pobreza extrema, pero la pandemia de coronavirus ha hecho que cada vez se hable más de reshoring, onshoring y nearshoring, lo que se resume en la fragmentación de las cadenas de suministro que, de acuerdo con Georgieva, “puede tener consecuencias no deseadas”.
De acuerdo con un estudio del FMI, la fragmentación del comercio por sí sola podría oscilar entre el 0.2 y 7 por ciento de la producción mundial, pero si se agrega el desacoplamiento tecnológico a la mezcla, algunos países podrían experimentar pérdidas de hasta el 12 por ciento de su producto interno bruto, consignó la directora gerente del organismo.
Detalló que se espera una disminución del comercio en 2023, “lo que hace que sea aún más crítico revertir los subsidios distorsionadores y las restricciones comerciales impuestas en los últimos años”. En deuda, 15 por ciento de los países de bajos ingresos están agobiados por ella y 45 por ciento adicional está al filo de la misma situación.
Mientras en el rubro ambiental, los 165 mil millones de dólares que costaron los daños de desastres naturales el año pasado, sólo en Estados Unidos, “muestra los enormes riesgos económicos y financieros del calentamiento global no mitigado”.
Por ello, dijo Georgieva, al menos en comercio, deuda y acción climática, los países deben adoptar un “enfoque pragmático”, al margen de sus movimientos geopolíticos.