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He aprendido este oficio con sus partes oscuras y complejas: Diego Calva

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El artista en el estreno británico de la cinta en el BFI IMAX de Londres. Foto Afp
15 de enero de 2023 10:58

El proceso de selección para el papel de Manny Torres, un aspirante hispanohablante a galán latino en el Hollywood de la era silente le llevó un complicado y largo proceso de 14 meses al actor mexicano Diego Calva (Ciudad de México, 1992). Las primeras conversaciones que sostuvo con el guionista y director estadunidense Damien Chazelle ocurrieron antes de la pandemia mundial por el virus SARS-CoV-2, y justo cuando se disponía a viajar a Los Ángeles para hacer un casting presencial junto con Emma Stone –que entonces iba a ser la protagonista–, en marzo de 2020, se suspendieron los vuelos debido a los contagios por covid-19 y entonces tuvo que realizar lecturas por la plataforma Zoom con la actriz y el director.

Pocas semanas más tarde, la producción paró por completo; transcurrieron tres meses sin que Calva recibiera información ni tuviera comunicación con ésta y, luego, cuando se reanudó el proceso de casting, ya sin los actores iniciales, participaron otros 220 actores, una búsqueda que incluyó lo mismo a Colombia que en la frontera norte de México con no actores.

“En este mundo definitivamente hay suerte involucrada: no tengo nada que ver en que Damien haya pensado en este personaje hace ocho años, ni estaba en esa ecuación, pero también hay trabajo, hay que romperse la madre y hacer los castings. Nunca había tenido un proceso tan largo, que además nos agarró en medio de la pandemia. Fue de mucha paciencia porque nos seguían pidiendo videos durante casi 10 meses, dos o tres veces al mes y había que estar ahí. Creo que se necesita suerte pero también se requiere chambearle”, explica el actor.

Pero el proceso al final rindió sus frutos porque su debut protagónico en Babylon (Estados Unidos, 2022), al lado de estrellas como Margot Robbie (Nellie La Roy), Brad Pitt (Jack Conrad), Li Jun Li (Fay Zu), Olivia Wilde (Ina Conrad) o Tobey Maguire (James McKay), le otorgó una nominación en el rubro de Mejor Actor en una Película Musical o de Comedia en la pasada entrega de los Golden Globes que da la Asociación de Periodistas Foráneos en Hollywood (HFPA, por sus siglas en inglés el pasado 10 de enero, al lado de estrellas como Colin Farrell –el ganador este año–, así como Daniel Craig, Adam Driver y Ralph Fiennes.

El cuarto largometraje de ficción de Chazelle (Whiplash: Música y obsesiónLa La Land: Una historia de amorEl primer hombre en la Luna) se alzó con el premio a Música Original para Justin Hurwitz y ahora su ensamble actoral compite en los 29 premios del Sindicato de Actores (SAG Awards) por el desempeño del elenco en una película en una ceremonia que se efectuará el 26 de febrero. Y aún espera las nominaciones a la 95 entrega de los premios Óscar, mismas que serán anunciadas el 24 de enero.

La película, distribuida por Paramount, se estrena en cartelera el próximo jueves.

El cine es universal

Todo este proceso para ser seleccionado en una superproducción de estas dimensiones –costó 78 millones dólares, de acuerdo con Internet Movie Database– le dejó varias enseñanzas. La primera de ellas es evitar fantasear demasiado ni pensar obsesivamente en el futuro, pues no sirve de nada, y lo segundo fue aprender a desprenderse de los procesos una vez que se han hecho con todo el esfuerzo.

“Uno es humano y puede pecar de muchas cosas. Cuando estás a punto de irte a Los Ángeles y haces tu primera lectura con una superestrella, cada vez que me pedían otro video no podía evitar pensar en el futuro, pero me di cuenta que futurearle no sirve de nada. Luego me preocupaba mucho por esforzarme por mandar la grabación lo mejor que pudiera: estar cómodo, tranquilo y, sobre todo, satisfecho con el casting que había mandado, pero ya enviado tenía que olvidarme y no pasar dos semanas arrepentido por cómo debía mandar la línea”, explica.

Asimismo, esta película que además de los premios le ha llevado a estrenos y alfombras rojas por todo el mundo le demostró, citando a Bad Bunny, que hay que sacarse la idea de que los estadunidenses son dios en el audiovisual cuando “también hacen cine y las pelis son las pelis, ahora colaboré con Damien Chazelle, pues no fui su empleado. Me apantallaba y pensaba que iba a ser muy frío, pero acá en Hollywood la gente también son artistas y haces relaciones bien chingonas y afortunadamente lo que sé hacer es actuar en películas, y aunque el inglés o la nacionalidad puedan ser una barrera, hablo el mismo lenguaje de las personas con que me rodeo ahorita que es el cine”, puntualiza.

La generación del streaming

Aunque desde muy joven se apasionó con el cine, su camino fue sinuoso e incluso chistoso. Su primer trabajo en el medio fue en el departamento de construcción, como carpintero, haciendo cocinas para comerciales de Walmart; más adelante trabajó en una compañía de catering; en seguida consiguió ser asistente de dirección; e incluso participó en el departamento de sonido sosteniendo la caña del micrófono boom.

“Desde chavito me acerqué mucho al cine de arte y al independiente. Conocí el trabajo de Julio Hernández Cordón como fan, fui al Festival de Morelia como público cuando estrenó Las marimbas del infierno (2010) y me voló la cabeza. Como que siempre estuve siguiendo la pista de los pokemones (cineastas relevantes) del cine nacional.”

Años después, Diego se inscribió en la licenciatura de realización cinematográfica del propio Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde conoció más a fondo la entraña de la cinematografía nacional, si bien abandonó la escuela. Hasta antes de Te prometo anarquía (2015), de Julio Hernández Cordón, Diego no había hecho un casting, pues ya dirigía sus primeros cortos e intentaba ingresar a la escuela de cine, pero al final se quedó con uno de los papeles protagónicos, Miguel, el joven patinador enamorado de Johnny (Eduardo Eliseo Martínez).

Y aunque ignora a dónde va a ir su carrera, siempre estará muy orgulloso de haber trabajado en Te prometo anarquía (2015) y con Artemio Narro en Colozio (2020), porque “les admiro sus huevotes, me parece que son gente muy independiente que no le debe nada a nadie y que escribe y graba libremente y, sobre todo, hacen lo que quieren. Me parecen un par de cuarentones punks de la industria, medio outsiders”, describe.

Una clave del éxito en su carrera, piensa, es ser parte de la generación del streaming, lo que le permitió participar ya en tres series: Narcos México (2021, como Arturo Beltrán Leyva), Desenfrenadas (2020, como Joshua) y El recluso (2018, como El Rubio), todas ellas en Netflix, un “canal laboral muy cabrón y global que fue papá streaming, me tocó una generación con más oportunidades”, explica.

“Soy de los ridículos que de morrito me imaginaba que cuando me ganara el Óscar por mi Buenos muchachos, iba a agradecerle a mi abuelita que me llevó al cine a ver Cuasimodo. En la fantasía más guajira y chaqueta, he fantaseado con ir a los premios de la Academia, pero cuando empecé tuve un chingo de elogios por Te prometo anarquía y pasé mi momento de aprender el oficio con sus partes oscuras y complejas: no levantar ningún proyecto en un año y no tener dinero, o que todo mundo quisiera filmar conmigo y no hacerlo porque entré a estudiar, y perder esa ola. Conozco la parte agridulce”, finaliza.

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