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El Museo del Prado dedica una muestra al Sorolla retratista, a un siglo de su muerte

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Vestal o Sacerdotisa romana. Valencia, 1884, cuadro que forma parte de la exposición Retratos de Joaquín Sorolla (1863-1923), en el recinto madrileño. Foto Museo Sorolla de Madrid
13 de enero de 2023 10:16

Joaquín Sorolla, además de ser identificado como el pintor de la luz, de los cielos y el color, también fue un retratista excepcional, al forjar su técnica con horas y horas de estudiar a grandes maestros, como Diego Velázquez, Ribera, Goya y El Greco. De ahí que el Museo del Prado haya decidido hacerle un homenaje a propósito del centenario de su fallecimiento, que se cumple este 2023, a través de sus retratos, algunos poco conocidos y al menos dos adquiridos recientemente por la pinacoteca madrileña y expuestos por primera vez en España desde que salieron después de la guerra civil (1936-1939).

Sorolla (1863-1923) fue un pintor precoz, con tan sólo 15 años firmó su primera obra –un bodegón clásico– y con menos de 20 hizo se trasladó a Madrid, donde pasó la mayor parte del tiempo en el Museo del Prado, estudiando y copiando a los grandes genios de la pintura. Sobre todo a Velázquez, por su maestría para captar la naturalidad del momento, su trazado con el pincel para retratar como pocos en la historia.

La pinacoteca madrileña tiene 23 obras de Sorolla, de las cuales 18 son retratos. De ahí que este homenaje por el centenario de su muerte se centra precisamente en ese género, para lo que reunieron una selección en la que se ofrece una visión de la evolución del Sorolla retratista que en la primera década del siglo XX se convirtió en referencia internacional.

Entre las piezas que se exponen destacan el recién restaurado retrato de Manuel Bartolomé Cossío, miembro del primer patronato del Museo del Prado y autor de la primera gran monografía sobre El Greco, publicada el mismo año en que lo pintó Sorolla.

Además, está la pintura recientemente adquirida por la Institución Libre de Enseñanza de Francisco Giner de los Ríos, dedicado a Cossío, que le sucedió al frente de ese organismo. Ambos retratos salieron de España después de la guerra civil y ahora se recuperan para el patrimonio histórico-artístico español. Otro destacado miembro de aquel proyecto intelectual y educativo fue Aureliano de Beruete hijo, quien durante su etapa como director del Museo del Prado creó en 1920 la primera sala dedicada a El Greco, del que también hay un retrato.

Según el comisario de la muestra y jefe de Departamento de Pintura del siglo XIX del Prado, Javier Barón, en el retrato de Cossío, Sorolla no sólo hace un homenaje a El Greco, ya que se ve la obra detrás del retratado (en concreto al lienzo del Caballero de la mano en el pecho), sino que al mismo tiempo se puede ver la herencia de Velázquez y Goya tras su restauración.

Dichas influencias también se pueden contemplar en otros retratos que hizo al pintor Aureliano Beruete y a María Teresa Moret, o a la actriz María Guerrero, donde Sorolla despliega una especial sensualidad y fastuosos colores en comparación con los retratos masculinos.

Este homenaje a Sorolla se podrá ver en el Museo del Prado hasta el 18 de junio.

Óleos en miniatura

En Barcelona, en el recién restaurado Palau Martorell, se aborda otra faceta también muy importante de Sorolla: sus óleos en miniatura, que en realidad eran apuntes o estudios para las obras más grandes que estaba realizando o que tenía en mente. La exposición Sorolla: Cazando impresiones reúne alrededor de 193 de los casi 2 mil apuntes, manchas o notas de color que se cree que existen del pintor.

La muestra fue pensada y curada por Blanca Pons-Sorolla, bisnieta del artista valenciano y experta en su obra, y también forma parte de la celebración del centenario de la muerte del pintor.

Al principio era consideradas obras íntimas, productos inacabados, pero pronto se apreció en ellas su libertad creativa y empezaron a exponerse y a cotizarse como muestra de lo más personal y original del artista. Sorolla las utilizó para ensayar composiciones, pero a menudo como mero ejercicio.

Las conservaba en su estudio, sujetas con alfileres cubriendo con ellas paredes enteras, pero pronto empezó a enmarcarlas y en todas sus exposiciones estos cuadritos tuvieron una presencia abundante y destacada, explicó Pons-Sorolla, quien decidió dividir la exposición en los núcleos Formación y consolidación (1880-1903), Madurez artística (1904-1911) y Plenitud (1912-1919).

La exposición se podrá apreciar en Barcelona hasta el 5 de marzo.

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