El poeta serbio-estadunidense Charles Simic, quien brindó matices de oscuridad y destellos de humor irónico, falleció a los 84 años en Nueva Hampshire. La noticia fue confirmada por Dan Halpern, editor en el sello Alfred A. Knopf.
La poesía es un lugar donde puedes usar tu imaginación, ser tú mismo y tratar de hacer algo de la nada. Es una experiencia de algo que viste, de palabras o frases que están en tu cabeza. La mayoría de mis poemas son cortos
, dijo a este diario en 2014 el prolífico autor, quien ganó el Premio Pulitzer en 1990 por su poemario El mundo no se acaba.
La obra de Simic desafía la categorización fácil
, describe la Fundación de Poesía, la cual apunta que algunos de los poemas reflejan una inclinación surrealista y metafísica, y otros ofrecen sombríamente retratos realistas de violencia y desesperación
. Simic es reconocido como uno de los poetas contemporáneos más viscerales y únicos, con versos repletos de ironía y metáforas sorprendentes.
Nació el 9 de mayo 1938 en Belgrado, donde pasó sus años formativos. Su infancia transcurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Primero su padre emigró a Italia, en 1944. El recuerdo de los bombardeos y las evacuaciones perduraron en su memoria; en una entrevista mencionó: mis agentes de viajes fueron Hitler y Stalin
.
Cuando era adolescente la familia completa logró reunirse en Estados Unidos en 1954 y se asentó en la ciudad de Chicago. El resto de su vida recordaría no sólo su infancia, sino también la vida cotidiana en Belgrado. En 1966 fue enlistado en la armada, por lo que fue hasta 1966 que completó sus estudios en la Universidad de Nueva York, mientras trabajaba de noche para solventar el costo de la matrícula. Un año despúes publicó su primera colección de poemas con el título What the Grass Says.
En 1971 se convirtió en ciudadano estadunidense, dos años después comenzó a dar clases en la Universidad de Nueva Hampshire, donde por más de 30 años se dedicó a la enseñanza de la lengua inglesa y escritura creativa.
Simic deja tras de sí docenas de libros, incluidos algunos de ensayo, clasificado como uno de los poetas más grandes y originales de su tiempo, uno que escribió en inglés hasta ya en la segunda década de su vida. Sus primeros poemas fueron publicados en 1959, a los 21 años. La experiencia de la guerra que vivió en su infancia y la pobreza en su natal Serbia (entonces Yugoslavia) yacen en gran parte de su obra.
Al ser nombrado poeta laureado en 2007 por la Biblioteca del Congreso expresó sentirse especialmente honrado: porque soy un chico inmigrante que no hablaba inglés hasta que tenía 15 años
. En esa ocasión el bibliotecario James H. Billington consideró que el alcance de la imaginación de Charles Simic es evidente en sus imágenes deslumbrantes e inusuales. Maneja el lenguaje con la habilidad de un maestro artesano, pero sus poemas son fácilmente accesibles, a menudo meditativos y sorprendentes. Nos ha brindado un rico corpus de poesía altamente organizada con matices de oscuridad y destellos de humor irónico
.
Por su parte, el crítico Victor J. Contoski consideró el trabajo de Simic algo de la poesía más llamativa de nuestro tiempo, una poesía sorprendentemente cruda en sus conceptos, imágenes y lenguaje
.
Además de ganar el Pulitzer con The World Doesn’t End, es autor de Walking the Black Cat, finalista del Premio Nacional del Libro en 1996; Unending Blues y las colecciones The Lunatic y Scribbled in the Dark.
Traducidos al español se encuentran el poemario Si le ha fallado la suerte y la colección de ensayos El flautista en el pozo, de Ediciones Cal y Arena, así como los libros Acércate y escucha, Garabateando en la oscuridad y El lunático, de Vaso Roto Ediciones. Sobre este último, publicado en 2015, el traductor Jordi Doce apuntó: se diría que todos los poemas de Simic son el mismo, la celebración de un mundo nocturno que sobrevive en equilibrio inestable, una fantasmagoría llena de claves pictóricas y cinematográficas sobre la que revuela el pájaro del humor negro
.
Palomas en la madrugada
Se hacen esfuerzos
[extraordinarios
para ocultarnos las cosas, amigo
[mío
Hay quienes permanecen
[despiertos hasta la madrugada
para escudriñar sus almas.
Y quienes se desnudan unos a
[otros en cuartos oscuros.
El viejo y ruidoso elevador
nos llevó primero al helado sótano
para mostrarnos un trapo y una
[cubeta
antes de que se dignara subir otra
[vez
con un suspiro de exasperación.
Bajo el vasto cielo del alba
la ciudad yacía silenciosa ante
[nosotros.
Todo aguardaba:
las azoteas y las torres de agua,
las nubes y las volutas de vapor.
Debemos ser pacientes, nos
[dijimos,
ver si las palomas zurean y asoma
[a su ventana
la mujer que las alimenta con
[pastel de ángel,
siempre invisible,
salvo por su esbelto brazo.
¿Y quién es usted, caballero?
Apenas un viejo que arrastra los
[pies
el muñeco de ventriloquia
[de un dios
que no me ha hablado ni una sola
[vez.
Soy el de los ojos de cabra
solitaria, pastando
en la elevada pradera de una
[montaña
mientras cae la larga noche
[veraniega.
Oración al pie de la tumba
Nuestro difunto amigo odiaba los
[cielos azules,
a los predicadores que citaban la
[Biblia,
a los políticos que besaban bebés,
y a las mujeres que eran pura
[dulzura.
Le agradaban los borrachos en
[la iglesia,
las nudistas jugando voleibol,
los perros extraviados amistosos
y los pájaros que alababan el
[buen clima mientras cagaban.
Poemas del libro Si le ha fallado la suerte, de Charles Simic, reproducidos con autorización de Ediciones Cal y Arena.