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Asegura INAH que el convenio con el Grupo Xcaret “se puede replantear”

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Imagen del sitio arqueológico Xcaret. Data de 1994, cuando se realizó una investigación por parte del INAH. Foto cortesía de Joel Santos
05 de enero de 2023 10:48

El director del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, informó a La Jornada que el convenio suscrito en 2018 entre el instituto y la promotora Xcaret, por medio del cual esa empresa privada sólo les aporta 4 millones 200 mil pesos anuales, se puede replantear.

Un nuevo monto serviría, agregó el funcionario, para atender las crecientes necesidades que plantea la investigación, la conservación, el cuidado, el manejo y la difusión del patrimonio arqueológico de Quintana Roo, y también sería muy conveniente para darle mayor difusión al sitio de Polé.

Este diario documentó el martes pasado que un primer convenio, firmado hace casi 29 años por ambas instancias (el cual se renovó en 2018), obligaba a la empresa turística a aportar al instituto recursos por concepto de entradas al sitio maya, así como para crear un museo, el cual en casi tres décadas no se ha realizado. La aportación que se da al INAH es ínfima y no tiene relación con las entradas que recibe el parque (un millón de visitantes al año, según esa empresa).

En 1994, cuando la promotora Xcaret solicitó la autorización al INAH para crear su parque, ampliaron un cenote e hicieron cavernas artificiales, además de crear una playa donde sólo había piedras, es decir, desde entonces se está usando el patrimonio natural de esta zona para su beneficio, como una marca, narró el arqueólogo Joel Santos, quien colaboró en las investigaciones (dirigidas por María José Con Uribe) que realizó el instituto ese año, antes de la firma del acuerdo.

Replantear el convenio entre Grupo Xcaret y el INAH, añadió Santos, resignificaría a este lugar y marcaría un nuevo comienzo, además de beneficiar a los bienes arqueológicos de esa región. La construcción de un museo en esa zona ubicada en Quintana Roo ayudaría también a difundir los hallazgos realizados.

En charla telefónica con este medio, el especialista lamentó que la aportación que Xcaret da al INAH desde hace décadas es reflejo del conformismo de parte del instituto, pues es un porcentaje muy bajo.

Abandono completo de los monumentos

Santos asegura que no se aprecian daños en el sitio arqueológico de Polé, pero sí un descuido, una desatención que debería revertirse, con el fin de darle un buen mantenimiento a la zona y permitir al INAH actuar para tener más participación y recursos, lo cual beneficiará al mismo parque.

“Cuando participé (en las primeras investigaciones del sitio), descubrimos varios conjuntos que todavía se conservan en el lugar. En contraste, la última vez que fui le faltaba mucho mantenimiento; observé un abandono completo de todos los monumentos.

“El INAH habría podido obligar a la promotora a construir el museo, que serviría para generar recursos propios para la conservación, investigación y difusión de las piezas que se extrajeron y recuperaron, las cuales me parece que se encuentran en el museo de Cancún. Xcaret tiene una importancia significativa porque fue un puerto en la época maya; de hecho, existen muchos conjuntos sin explorar.

En el momento en que se firmó el primer acuerdo entre el INAH y Grupo Xcaret prevalecía el autoritarismo gubernamental, el instituto difícilmente podía ir en contra de los intereses empresariales. Por esa razón, los investigadores, en la mayoría de los casos, sólo éramos espectadores tratando de rescatar lo más que se podía, concluyó el arqueólogo.

De acuerdo con la página www.grupoxcaret.com, en 1984 el arquitecto Miguel Quintana Pali adquirió 5 hectáreas en la Riviera Maya con la intención de construir su casa, pero descubrió que esos predios tenían cenotes y ríos subterráneos, por lo que decidió crear un parque de diversiones para que todos tuvieran acceso a las bellezas naturales de la región.

En diciembre de 1990 y en sociedad con los hermanos Óscar, Marcos y Carlos Constandse Madrazo, se creó el parque Xcaret, el cual también es un grupo empresarial mexicano, cuyo compromiso es ofrecer experiencias inolvidables basadas en el respeto por la naturaleza, amor y admiración a México. Cuatro años más tarde, se dio el primer convenio con el INAH, el cual fue ratificado en 2018.

Este último acuerdo entre la promotora turística Xcaret y el INAH tiene una vigencia de 10 años, pero se especifica que al vencer se puede prorrogar de manera automática.

Grupo Xcaret se unió con Tenis Panam y la empresa Mex Rent a Car para lanzar en diciembre una edición limitada de zapatos deportivos que alude a la flora y fauna del parque, al ser ya una marca registrada.

La noticia del convenio entre el INAH y la empresa turística, que difundió este diario el martes, generó polémica en redes sociales debido a que varios internautas aseguran que dicho acuerdo viola el artículo 27 de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, en el cual se establece que son propiedad de la nación, inalienables e imprescriptibles los monumentos arqueológicos muebles e inmuebles.

Al respecto, el delegado del INAH en Quintana Roo, Margarito Molina, señaló que el caso Xcaret es muy atípico, ya que el predio en el que se ubica el rancho Xcaret (como se llamaba originalmente) es de particulares, por lo que no hay falta alguna a la legislación.

El arqueólogo aclaró que, por disposiciones del INAH, no está permitido que los turistas que acuden a Xcaret suban a las estructuras arqueológicas; cuando lamentablemente así ha sucedido, nuestros colaboradores e incluso los de la empresa obligan a los visitantes a descender.

La zona arqueológica de Xcaret, según las fuentes documentales del INAH, fue importante para la embarcación que se daba en la costa de Quintana Roo, ya que destacó en los ámbitos económico, social y religioso. Sus habitantes viajaban desde ahí en embarcaciones hacia la isla de Cozumel, debido a que ahí se encontraba uno de los oratorios más importantes dedicado a la diosa Ixchel.

También forma parte de un conjunto de construcciones de mampostería, encontrados a lo largo de la costa, que a veces tienen sólo un templo, así como espacios abiertos llamados calzadas que demuestran la importancia que tuvo toda esa región en el posclásico maya.

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