Matamoros, Tamps. Al menos 258 migrantes se entregaron o fueron detenidos por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos entre el martes y miércoles, luego de cruzar el río Bravo a nado o en inflables a Brownsville, Texas, informó la corporación.
Detalló que se trata de familias que se encontraban en campamentos de Matamoros y en su desesperación cruzaron el cauce pese al riesgo que corren por las fuertes corrientes y la abundancia de lirio.
Gran esfuerzo de nuestros agentes, que durante los últimos dos días han estado manejando la gran afluencia de migrantes que entran ilegalmente
, destacó la Patrulla Fronteriza en un comunicado.
Precisó que hasta ahora 258 extranjeros han sido detectados cerca del campo de golf de Fort Brown, en Brownsville; la mayoría son familias guiadas por adultos solteros de Venezuela, Colombia y Nicaragua. Grupos de migrantes de este tamaño no se ven comúnmente en esta área
, apuntó.
Ayer continuaron los cruces de indocumentados, cansados de dormir a la intemperie, bajo plásticos o casas de campaña: además, carecen de dinero para comer, lo cual los lleva a cruzar el Bravo y quedar a disposición de la Patrulla Fronteriza.
En la última semana, Texas ha incrementado la vigilancia en las márgenes del cauce para esperar a los extranjeros, principalmente de Venezuela, Haití y El Salvador, a quienes por protocolo canaliza a un centro de procesamiento en lo que se definen tiempo y forma de su deportación.
En el nuevo campamento de migrantes en Matamoros, el cual se instaló hace unos 15 días, viven alrededor de 3 mil personas sin servicio alguno. En la margen mexicana del Bravo los extranjeros no tienen electricidad ni agua potable, duermen en el piso, bajo los arboles o en casas de campaña; cocinan con leña y defecan y orinan en el río, donde también se bañan.
Los migrantes no quieren alejarse del llamado bordo
con la esperanza de que de un momento a otro finalice el Título 42 y puedan llevar su proceso de asilo humanitario en Estados Unidos.
El activista por los derechos de los migrantes Abraham Barberi, quien entre miércoles y jueves repartió mil kilos de arroz y frijol entre los indocumentados, dijo que urgen cobijas y ropa de invierno para que soporten las temperaturas extremas pronosticadas para el fin de semana.
Ellos no quieren salir del campamento, aquí se van a quedar; entonces hay que procurarles condiciones para que estén abrigados, por lo menos los niños. Es importante que se les siga apoyando.
Recordó que durante 2019 la crisis migratoria llevó a unos 7 mil extranjeros a vivir a la orilla del Bravo en Matamoros y entonces las autoridades federales apoyaron con renta de techumbres y sanitarios portátiles.
Fue notoria entonces la participación de organizaciones religiosas y de activistas que diseñaron un sistema de ayuda que funcionó para alimentar y vestir a los extranjeros que permanecieron hasta que al inicio del gobierno de Joe Biden se permitió el ingreso de casi todos a territorio estadunidense.
Además de quienes habitan en el nuevo campamento, hay grupos de haitianos concentrados en el primer cuadro de Matamoros, donde se han apropiado de casas y negocios abandonados.
La población fronteriza ha comenzado a repartir ayuda; este jueves, un grupo de regidores y voluntarios realizaron una posada para niños migrantes refugiados en el centro Deportivo Eduardo Chávez. Además de llevarles pastel y piñata, los llevaron a pasear en un camión de bomberos.
El gobierno municipal propuso trasladar durante la contingencia climática a los migrantes al viejo edificio de seguridad publica ubicado en carretera Sendero Nacional, pero los extranjeros prefieren estar cerca de los puentes internacionales.