La producción de basura engendra en sí una paradoja cruel, a más desarrollo más residuos se generan; cuantos más residuos se generan, menos desarrollados estamos. De acuerdo con el informe Perspectiva de la gestión de residuos en América Latina y el Caribe presentado con motivo del 21 Foro de Ministros de Medio Ambiente efectuado del pasado 9 al 12 de octubre en Buenos Aires, Argentina, se menciona que, cada latinoamericano genera en promedio un kilo de basura al día y la región en su conjunto, unas 541 mil toneladas, casi 10 por ciento de la basura mundial.
El documento, que presenta cifras y datos dignos de análisis, menciona que Brasil y México son los países que más desechos producen en la región, mientras Haití es el que menos; infortunadamente, la perspectiva es que la basura continúe creciendo y que en 2050 se alcancen 671 mil toneladas.
Además, se refiere que uno de los principales retos para la región reside en la gestión de la basura, ya que se estima que 40 millones de personas carecen de acceso a la recolección de residuos y que un tercio de ellos acaban en basurales, vertederos que no garantizan una adecuada protección del ambiente y la salud.
México en años recientes ha presentado serios problemas en recolección y destino de los residuos. Pese a esfuerzos, tan sólo a finales de noviembre Veracruz fue noticia por un fuerte olor a amoniaco en la zona del tramo carretero a Coatzacoalcos, a la altura de Las Matas, en los límites con Minatitlán; Oaxaca también exhibe un problema con los residuos sólidos sobre todo en las zonas turísticas y en el zócalo, y a la lista de dificultades con basureros también se debe anexar a la Ciudad de México, el estado de México, Jalisco, Tamaulipas y Nuevo León; aunque me atrevería a decir que al menos un basurero en cada estado de la República presenta conflictos serios.
Sin embargo, además de la contaminación, el efecto invernadero, las descargas de forma líquida que pueden percolar y contaminar los suelos y las aguas, la propagación de enfermedades y el riesgo de combustión, uno de los serios conflictos son las inundaciones por la obstrucción de alcantarillas y coladeras; el problema es de magnitud alarmante; incluso National Geographic ha difundido reportajes sobre la forma en que ciudades primordiales del mundo entero han sido paralizadas por los denominados fatbergs, trozos de grasa solidificados de toallas húmedas, sanitarias, condones, pañales y artículos similares en los desagües.
La situación ha sido tal que en 2013 un fatberg del tamaño de un autobús y 15 toneladas de peso fue descubierto en Londres, pero además hechos similares se han repetido año con año, lo que significa que un serio fenómeno se encuentra desarrollándose bajo nuestros pies.
¿Cómo comenzar a solucionar este problema? Muchos caminos deben seguirse; sin embargo, incrementar la cultura de una economía circular parece ser una de las mejores vías, ya que usar y desechar se ha convertido en un detonador del cambio climático.
Detener el consumo excesivo debe convertirse en prioridad, ya que la verdadera sostenibilidad exige cambios significativos en el estilo de vida, en lugar de impulsar sólo un uso más eficiente de los recursos. Con el paso de los años nos hemos convertido en una sociedad más consumista que muy pocas veces destina el dinero a brindar ayuda a otros, sino que, por el contrario, es enfocado en compras y principalmente de tecnología.
Es urgente que se comience la transición hacia un modelo circular, que implique compartir, reutilizar, reparar, renovar y reciclar, no sólo materiales, sino productos existentes; todas las veces que sea posible, así como rellenos sanitarios tecnificados.
* Analista en temas de seguridad, justicia, política y educación (http://eepurl.com/Ufj3n )