Ciudad de México. Contrario a lo que plantean los grandes productores agrícolas y de plaguicidas, la reducción en el uso del glifosato que se ha dado en el país desde 2021 no ha llevado a la caída de la producción de maíz -en el cual se utiliza el 35 por ciento de lo que se importa-, sino que creció al pasar de 27.3 millones de toneladas en 2020 a 28.9 millones estimadas para este año, pero además ellos mismos han importado menos de la mitad de lo que tienen autorizado.
Esto señalaron funcionarios encargados de dar seguimiento al decreto presidencial de diciembre de 2020, en conferencia de prensa para presentar el avance de las acciones para que en 2024 se prescinda del glifosato en el campo y se cancele el uso del maíz transgénico en la alimentación. Y ante el hecho de que este punto llegó al T-MEC, se precisó que el decreto no habla del maíz amarillo, que es el que importa el sector pecuario mayoritariamente de Estados Unidos.
Aunque en México no se cultiva maíz transgénico, paquete tecnológico que incluye la semilla y el glifosato, el químico se importa para ser usado en maíz, cítricos, aguacate y otros productos. Para 2023 se recomienda una cantidad máxima 4 mil 131 toneladas de glifosato formulado y 314 toneladas de glifosato técnico, esto es una disminución de 50 por ciento respecto a 2022, informó Elena Álvarez Buylla, directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Detalló que ni siquiera los grandes productores utilizan las cotas que se les han autorizado, ya que del glifosato formulado la industria en 2021 ocupó el 45 por ciento de las 16 mil toneladas autorizadas, y este año el 48 por ciento de ocho mil 263 toneladas.
Advirtió que en paralelo al aumento del uso de glifosato en el país se dio un aumento de las tasas de mortalidad de cáncer y diabetes, y precisó que no se busca sustituir el uso de glifosato en la producción agrícola, sino prescindir de él.
Informó que como resultado de los estudios que se han hecho para dejar de usar el glifosato, está la alternativa en 12 bioherbicidas, siete ya en el mercado, y hay otros 17 bioinsumos que hasta pueden sustituir a plaguicidas altamente peligrosos y se pueden utilizar a pequeña, mediana y gran escala.
Por su parte, Víctor Suárez, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Sader, dijo que mientras la importación de glifosato se fue reduciendo y la autorización que se dio no fue utilizada, hubo una “campaña de pánico del Consejo Nacional Agropecuario y la industria de agroquimicos bajo el argumento de que esto provocaría el derrumbe de la producción alimentaria, escasez y aumento de precios”.
Agregó que cayó la importación de glifosato, la producción agrícola en general se elevó a 300 millones de toneladas en 2022, mientras eran 290 millones en 2020, incluso aumentó en los productos de exportación.
Con el programa para el bienestar hay 1.8 millones de productores de pequeña y mediana escala en 5.7 millones de hectáreas en transición agroecológica, están gradualmente reduciendo el uso de glifosato y plaguicidas altamente peligrosos, indicó. En tres años ha crecido el uso de bioinsumos, y aumentaron los rendimientos por hectáreas en 25 por ciento la producción de maíz y otros cultivos.
A su vez, Hugo López-Gatell subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Ssa, sostuvo que en el tema de agroquímicos como los plaguicidas altamente peligrosos, los transgénicos y glifosato las corporaciones siguen la practica de distorsión de la información para pasarlos como inocuos.
Recordó que glifosato se inventó entre 1961 y 1962 para quitar el sarro de las cañerías, después se identificó su efecto herbicida, aniquilador de plantas, y fue patentado para este fin por Monsanto. Se utiliza con "otros agroquímicos para obtener rendimientos limitados en unas pocas especies, es un modelo de monocultivos, intensivo el que sustenta a la industria alimentaria de los productos chatarra, motor de la pandemia de obesidad".
Entre los efectos a la salud que se han identificado están disfunción del sistema endocrino, daño al hígado, riñones, y puede ser precursor de la anancefalia, así como su capacidad de ser cancerígeno.
Agregó que las empresas interesadas dicen que la OMS ha dicho del glifosato “podría ser” cancerígeno, pero este organismo tiene rezago de una década en la actualización de la información.
Alejandro Espinosa de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) sostuvo que el maíz nativo tiene vitaminas, minerales, alto contenido de proteína, de lo que carece el transgénico.